Volver a empezar. #2

Capítulo 28.

Capítulo 28.

Dedicado a Vivi Bone

 

—Lo siento Dylan pero no puedo iniciar una relación contigo. 


Su mano que estaba en mi mejilla cae de golpe y da un paso atrás asintiendo con la cabeza. 


—Debía intentarlo —Dice riendo de manera incómoda.  
—Pero creo que es un error volver con Leila. ¿Y si ahora viene junto a ti por tu fama? 


Él rueda los ojos, se tira en el sofá y mira el techo. 


—Debías verla Esther, lucía tan mal… me dijo que sabe de las peleas me pidió que lo dejará —Gira su rostro en mi dirección —. Esta preocupada por mi.  


“Yo también lo estoy" 


—Como todos. 


Niega con la cabeza. 


—Ella conoce a Karl, el hijo de puta se acercó a ella para amenazarme pero Leila es muy inteligente y se dio cuenta de sus intenciones. 


Odio que hable de ella como si fuera un maldito ángel.   No dije nada sólo me acosté en la cama con un terrible dolor en el pecho. Lo hago por él, a veces puedes querer tanto a alguien que quieres lo mejor para él o ella aunque a ti te duele en el alma tomar decisiones que lo ayudaran pero a ti te destrozaran.  
Soy una estúpida que cree que lo mejor es que Dylan salga con personas de su edad, no con alguien mayor y por sobre todo también su representante. Tal vez deba hablar con Thiago después de todo, aclarar lo que siento por él y dejarlo en el pasado. 


—Esther. 


—¿Hmn? —Soy incapaz de mirarlo. 


—Espero que encuentres a alguien acordé a ti, te lo mereces.  


Un nudo de formó en mi garganta.  


—Lo mismo digo. 


Hubo un breve silencio donde mantuve los ojos abiertos hasta que él hablo. 


—Ya la encontré. 


Y ese fue el detonante de mi llanto, llore  en silencio porque sabia que no hablaba de Leila, sabía que hablaba de mi. Pero solo me hice de la desentendida y me mantuve callada. Llore toda la noche, y algo me decía que Dylan lo sabía que me escuchaba llorar pero tenía miedo de acercarse porque si él me miraba estaba segura de que no me importaría nada y lo besaria. Pero las cosas no fueron así,  en un punto me quedé dormida y él nunca llegó.  


*** 


—Me presento, soy el oficial Brooks —Él señor de unos cuarenta años llevaba un bigote muy peculiar—. Dylan, Cayden me hablo de tu caso por lo que apuesto que él te ha dicho sobre mi. 


Este asiente, yo lo hago también. Nos encontramos todos en la sala, el oficial llegó hace unos minutos de los cuales primero mantuvo una conversación con mi hermano y Raizel. 


—Estoy al tanto. Pero como le dije a Cayden, hablar con mi jefe me será imposible. 


Él oficial se pasa una mano por el mentón en un gesto pensativo. 


—Mira muchacho. Necesitamos pruebas incriminatorias de su parte, será arriesgado, eso debes saberlo. No necesitamos que hables con tu jefe, sería una buena prueba pero también puedes hacer otras cosas. 


—¿Qué cosas? —Pregunto yo y toda la atención recae en mí. Me sonrojo levemente pero sólo miro al oficial.


—Necesito material, fotos, vídeos del negocio y las peleas. De seguro te dan mercancía así que si me traes eso también estaría bien.  


Miro a Dylan preocupada. Parece algo tan sencillo… Pero no, no lo es. Eso significa que Dylan deberá pelear, volver a repartir droga… Y lo más riesgoso es capturar todo en el celular. Si alguien lo descubre…


—Hecho —Un escalofrío recorre mi columna. 


No me gusta nada esto pero se que es lo correcto. 


—Muy bien —El oficial se levanta con entusiasmo y Dylan lo imita. Estrechan sus manos en señal de despedida y este se retira para hablar nuevamente con mi hermano y su novia. 


Suelto un largo suspiro y lo miro. 


—¿Cómo lo harás? 


—Tendré que hablar con Karl, ya llevo un tiempo sin vender nada así allí no hay problema. 


Se sienta a mi lado e intento no ponerme nerviosa por su cercanía.  


—Sólo no hagas nada estúpido niño. 


—No prometo nada, Esther. 


Volteó en su dirección sorprendida al escucharlo decir mi nombre estoy tan acostumbrada a escuchar el “Cielo" de sus labios que me siento algo decepcionada. Él parece notarlo pero se levanta y no dice nada. 


—Debo ir a casa. Tengo que pasar más tiempo con mis padres según Raizel.  


Me levanto también.  


—Yo debo ir a la Academia… vamos te llevo.


Él niega con la cabeza y frunzo el ceño. 


—No hace falta puedo ir andando. 


—Y también puedo llevarte.  


—No quería decirlo pero Leila está abajo e iré con ella a casa. Mamá hará galletas y Leila es espera haciéndolas y… 


No escucho nada más de lo que dice, sentí una ligera cachetada al oír sus palabras. “Esa cachetada te la diste tu misma, estúpida” 


—Ahhh. 


Él hace un gesto con la mano como despedida. 


—Nos vemos mañana Esther, y tranquila que sigo estando pendiente en las redes sociales. 


Enojada conmigo misma salgo del departamento de mi hermano sin despedirme de nadie. Mi curiosidad pica en conocer a la tal Leila, bajo por el ascensor mordiendo mis pobres uñas ansiosa por verla. 
Cuando las puertas se abren salgo mirando por todas partes pero me detengo abruptamente al verla. Mierda, es hermosa. 


Tiene el cabello de un rojo natural que me causa envidia. Repleta de rulos que le llegan hasta la cintura trae puesto un vestido floreado y gira su rostro en mi direccion unos segundos. Un rostro demasiado perfecto manchado por pecas en su nariz y mejilla las noto porque estoy caminando en su dirección  sin percatarme de ello, sus ojos verdes se encuentran con los míos y aparta la mirada justo por detrás de mi hombro. 




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