Está vez si que me sorprendí al ver donde se va a realizar la pelea. Las calles estaban a oscuras e inconscientemente me acerque más a Dylan, éste rió.
—¿Tienes miedo, cielo?
Negué con la cabeza saboreando el momento, era tan distinto cuando me llamaba así y no oírlo por mucho tiempo hizo que el momento fuese mejor.
—No me gustan los Hospitales.
—Esta abandonado hace 20 años. Mi jefe lo compro luego de que la policía encontrará el otro edificio.
—¿En serio la pelea es aquí?
Él asiente, se detiene unos segundo y hago lo mismo.
—Por favor, cuidate —Me mira a los ojos con preocupación—. Si te pasa algo por mi culpa me muero.
De seguro tenía una cara de tonta al mirarlo, asentí y él sonrió.
—Tranquilo niño, tengo todo controlado.
Hizo una mueca y continuamos caminando.
—Ven, no entraremos por la puerta principal.
Me agarró de la mano conduciendome hasta un costado del enorme hospital, un grupo de gente ya se encontraba allí. Algunos estaban fumando y otros besándose con chicas, evite hacer una mueca y deje que Dylan me guiará hasta la puerta.
—Key, déjame pasar, estorbas.
Dylan lo dijo a secas y el guardia se hizo a un lado para dejarnos pasar. Solté un suspiro de alivio cuando Dylan me llevo hasta el lugar donde se cambiaría. Era un cuarto de Hospital, me daba escalofríos ver que había una camilla mugrienta en el lugar.
Deje mi mochila en un sofá y volteé a mirarlo justo en el momento en donde se sacaba la playera negra.
—Mierda.
Volví a voltear y escuche su carcajada.
—Ya puedes mirar, Esther.
Gire dudosa pero el se encontraba con un short y una camisilla.
—Recuerda que vendremos aquí apenas termine tu pelea.
Él niega con la cabeza.
—Te quedarás aquí, y yo volveré cuando la pelea termine.
Arrugue el ceño.
—No te dejaré sólo.
Él sonrió.
—Lo sé, nunca sólo.
Trague saliva y asentí.
—Hablo en serio Dylan, no quiero dejarte allá… ¿Y si te lastiman? ¿Puedo entrar al ring con mi gas pimienta?
Él se reía se acercó hasta llegar a mi frente y tomo mis manos pero yo estaba algo paranoica y asustada.
—Esther…
—¡Y si es más grande que tú! —Negué con la cabeza—. Debo ir.
—Cielo, mírame —Lo mire sin dudar dos segundos—. Gracias por preocuparte por mi, pero hago esto desde hace mucho, antes de conocerte ya lo hacia así que voy a patear un trasero y vuelvo.
Mire cada centímetro de su rostro. Estaba asustada y Dylan no parecía estarlo o más bien lo ocultaba para no ponerme peor.
Le sonreí haciendo un gran esfuerzo miro mis labios unos segundos que me parecieron una eternidad.
—Buena chica.
Lo empuje levemente y él rió.
—Ve ya, voy a preparar todo asi cuando vuelves te lo pongo y ya.
Asiente con la cabeza, da media vuelta y se va. Suelto un largo suspiro para buscar el equipo en mi mochila, la grabadora es pequeña no habrá problema en colocárselo de bajo de su camisilla, la cámara se encuentra apagada y la enciendo esperando que Cayden me mande un mensaje diciendo que todo está bien. Una vez que me llega el mensaje apago la cámara para luego comenzar a pasearme por la habitación nerviosa. Sólo llevo unos minutos aquí pero mi imaginación recrea escenarios terribles sobre la pelea.
Debo contenerme para no salir, lo prometí. Y tampoco puedo dejar las cosas aquí, él no viene luego de media hora eso me pone los pelos de punta y no aguanto por lo que terminó llamando a Cayden.
—No viene —Digo nerviosa—. Ya pasado media hora.
—Tranquila Esther, que sólo logras poner de los nervios a Raizel.
Olvidaba que ella también está aquí, con él siendo precisos.
—De acuerdo, voy a sentarme e intentaré tranquilizarme.
Cuelgo la llamada y con algo de recelo me siento en el sofá, guardo el celular en mi bolsillo y pego la vista a la puerta.
Odio saber que está haciendo algo tan arriesgado como lo es pelear. No son cualquier tipo de peleas, son ilegales y supongo que no hay reglas en esto.
La puerta se abre y me levanto de un salto, Dylan entra y un suspiro de alivio sale de mis labios. Él sonríe, yo no lo hago al ver esa horrible hinchazón en su ojo derecho y la sangre que corre por su labio ahora roto.
—Gané.
Ruedo los ojos y evitó sonreír todavía la batalla no está ganada.
—Ven aquí campeón, tengo que colocarte todo antes de que vayas con tu Jefe.
Él asiente, camina hasta él sofá y se sienta.
—Quítate la camisilla.
Arquea una ceja.
—Pensé que nunca te oiria decir eso. Suena caliente.
Mis mejillas se calientan. Él ya no estaba haciendo ese tipo de cosas conmigo por lo que me tomo realmente de sorpresa.
—Cállate, sabes a lo que me refiero.
Él sonríe y se la quita, le extiendo el gorro azul de lana que contiene una camarita escondida, busco la cinta y me agachó hasta su altura para pegarla. Mis manos tiemblan y no se si es por el nerviosismo o porque estoy tan cerca de Dylan despues de un largo tiempo.
Luego todo sucede muy rápido.
Pasos.
Ambos nos miramos alarmados al escuchar pasos acercándose. Dylan ni siquiera titubea cuando me jala en su dirección del brazo. Termino sentada entre sus piernas y él coloca sus manos en mi cintura.
—Lo siento —Dice para luego besarme. No es un beso dulce ni suave.