Volver a empezar. #2

Capitulo 31.

Capítulo 31.

Camino hacia la salida con pasos apresurados pero discretos. No quiero que nadie se dé cuenta de que estoy nerviosa mejor dicho completamente asustada por esta situación.  


Un suspiro brota de mis labios al ver que la salida está cerca pero una melena peliroja me detiene. No, esto tenía que ser una jodida broma de mal gusto.

 
Leila, la estúpida niña se encontraba merodeando por los pasillos buscando a alguien que he de suponer que es Dylan. Camino en su dirección intentando no llamar la atención. Pero será sumamente difícil ya que Karl está a unos metros de nosotras, me paralizó en el instante que ve a Leila y una sonrisa se extiende por sus labios. No dudo dos segundos en correr en dirección a ella y agarrarlas de la mano para correr lejos de ese idiota.  


—¡Oye! —Chilla pero la mano con más fuerza—. ¡Esther! 


—¡Corre! Karl está cerca y tenemos que salir de aquí. 

 
Para mi gran desgracia no corrimos hacia la salida mire el pasillo de Hospital asustada, no sabía dónde podíamos escondernos. Titubeé dos segundos pero luego abrí una de las puertas y nos metí a ambas dentro del cuarto oscuro.  


Apenas podía verla, le hice un gesto para que se callara. 


—¡¿Eres tonta?! ¿Sabes en el peligro que estamos metidas por tu culpa?  


—Yo… 


—Leila, Cuando Dylan deje de hablar con su Jefe y salga de este mugriento lugar las cosas explotaron aquí adentro ¡Los policías vendrán! ¡Habrá un tiroteo! 


—No podía dejar a Dylan sólo. 


—¡Yo estaba con  él! También su hermana y mi hermano. Todo marchaba bien hasta que llegaste. 
Sus labios comienzan a temblar y me percató que estoy siendo muy dura pero no puedo controlarme. 


—¡Karl te vio! ¡Y luego a mi! 


Tenía unas tremendas ganas de golpear algo. 


—¡Lo Siento! —Chilla—. No sabía que hacer no quería dejarlo sólo.  


Me mordí la lengua para no continuar con esta guerra entre nosotras. Se escucharon pasos y carcajadas fuera de la habitación y maldice por lo bajo. 


Salir de aquí no iba a ser fácil, saque mi celular del bolsillo y vi mensajes de Cayden preguntándome donde demonios me encontraba que Dylan ya había terminado de hablar y que tenían las pruebas necesarias.  


—¡Oh No! 


—¿Qué pasa? —Pregunta levantando la cabeza de golpe—. ¿Dylan lo logró? 


—Claro que lo hizo, debemos salir de aquí ahora. 
Cuelgo a agarrarlas de la mano y abro la puerta. Para nuestra desgracia Karl se encontraba ahí con una sonrisa de lado. 


—Pero miren nada más, son las muñecas de Dylan. 
Leila se soltó de mi agarre de manera brusca. 


—¿Qué quieres Karl? 


—Me preguntaba que hacían corriendo por estos pasillos sin su caballero —Sonríe—. ¿Ya las dejo por otra? 


Gruñi en respuesta. 


Este hombre era odioso por donde lo miraras. Traía un cigarrillo entre sus manos, su olor ya no me causaba asco como antes no desde que comencé a fumar en secreto. 


—Dylan es sólo un niño y yo lo tengo cuando quiera —Digo intentando no parecer demasiado obvia en mi falsa actuación—. Ella es sólo una perra que lo quiere ahora, pero le deje bien en claro que es mío. 


Mire a Leila pegándole al cielo que siguiera con el pequeño teatro que acabamos de montar. Ella me fulmina con la mirada. 


—Amo a Dylan. Tu lo quieres sólo para pasar el Rato ¿En serio intentas amenazarme? 


—Tomano como quieras niña, pero ni se te ocurra contarle algo a Dylan. 


—Eso es justo lo que haré ahora. 


Ella corre en la dirección que se encuentra hacia la salida y casi suelto un suspiro de alivio pero sigo con el cuento y gruño. 


—Esa zorra me las pagará… —Pienso correr detrás de ella pero Karl coge un pedazo de mi cabello lo que hace que retroceda.  Luego me empuja contra la pared y sostiene mis manos sobre mi cabeza. 
Con sus piernas me inmoviliza y yo ya estoy temblando de miedo. 


—Algo no cuadra aquí —Dice muy cerca de mi rostro, lo esquivó mirando otro lado y él aprovecha eso para lamer mi mejilla. 


—¡Sueltame! 


—Deliciosa —Dice entre risas—. Tu no parecía querer darle una paliza a Leila, en realiza querías protegerla… de mí. 


—Yo no protegerla a esa zorra… 


Suelta una carcajada. 


—Te estuve vigilando, cariño. Una profesora patética de ballet que quiere mucho a sus niñas, que no sale ni siquiera por las noches y que juega a representar a un niño en Youtube.  


Lleva su rostro hasta la curvatura de mi cuello y aspira. 


—No-no sé de qué hablas. 


—Algo huele muy mal aquí… no tengo buena espina, Collins estaba muy feliz hoy como si tramara algo.

—Ese no es mi problema...


Disparos. 


En ese preciso momento se escuchan disparos. 


—¿Qué demonios? 


—¡Manos arriba! ¡Policía… 


Me mira directo a los ojos. 


—Fueron ustedes dice apretando la mandíbula. 


—¿De qué hablas? 


Me agarra por los hombros y me empuja contra la pared con una fuerza impresionante. Caigo al suelo debido al impacto y mis ojos se cristalizan.  


—¡Zorra! —Grita para luego darme un patada en la rodilla izquierda. 


Suelto un grito de terror horrible, un grito que me asusta. Siento un dolor tan indescriptible y vuelvo a soltar otro cuando vuelve a patearme en el mismo lugar. 


Estoy llorando a mares, la cabeza me va vueltas,  me coge creo cabello e impacta mi cabeza contra la pared. Luego de eso no puedo ver nada, todo se vuelve negro. 
 




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