Volver a empezar. #2

Capítulo 34.

Capitulo 34. 
Esther.

 

 


—Oh Dios —Mis palabras salieron en un pequeño y doloroso susurro. Mi garganta se encuentra reseca, la cabeza me palomita con fuerza. 


Ni siquiera la vez que me emborrache a los dieciocho, esa noche había tomado tanto y al día siguiente cuando desperté acabe llorando del dolor. 
Pero no sé compara con esto, además las piernas… madre mía me duelen bastante. 


Intento abrir los ojos,  pero sólo siento como las lágrimas ruedan por mis mejillas. Soy pésima soportando dolor. 


—Esther… —Una mano se posa encima de la mía de inmediato se que se trata de mi madre. 


—Prometo no volver a tomar mamá.  


Escucho su risa acompañada de la de mi padre y me esfuerzo en abrir los ojos. Pestañas repetidas veces acostumbrandome a la claridad y la blancura de la habitación. Mi madre me mira con una gran sonrisa al igual que mi padre y yo me pregunto que demonios hago en un Hospital. 


—Al fin despiertas mi vida. 


—¿Mmm? —A chino los ojos en su dirección—. ¿Qué hago aquí? 


Mis padre se miran entre ellos luciendo más confundidos que yo. 


—¿No recuerdas nada? 


Intento hacerlo pero lo último que recuerdo es que debía ir con Dylan a la pela… Oh dios ¡Dylan! 


—Tengo que ir con Dylan —Digo intentando levantarme—. Permiso. 


Apenas despegó mi espalda de la cama suelto un grito de dolor, mi pierna derecha me duele como el infierno. 


—Cariño, fuiste junto a Dylan. Defendiste a su novia y un malnacido te hizo esto. 


—¿Lo hice? 


Ambos asienten con la cabeza. 


—Sí, estoy enojada porque tu hermano y tú nos ocultaron esto pero estoy muy agradecida de que estés bien. 


Llevo mi mano hasta la parte trasera de mi cabeza y me alarmó al no sentir mi cabello. 


—¿Qué demonios? 


—No toques —Me regaña mi madre—. Tuvieron que cortar tu cabello y gastarlo para poder cocer la zona. No te preocupes colocando tu cabello para atrás no se va a notar.  


Me duele demasiado la cabeza que hago una mueca. 


—¿Te duele? —Pregunta papá y asiento—. Creo que por eso no puede recordar nada, no lo intentes cariño puede hacerte daño. 


—¿Qué me paso en la pierna? 


Mi madre me explica todo y la escucho con detenimiento.  


—Por suerte el Doctor Scott estuvo ahí para ayudarte, si él no hubiera hecho nada capaz y terminabas coja. 


Eso último me alarma. 


—¿Quién es ese Doctor? 


—Tu hermano y Dylan lo encontraron de camino al Hospital. Es muy guapo —Dice mi madre y mi padre Arquea una ceja—. Tranquilo cariño está casado. 


Mi padre rueda los ojos. 


—La pareja te ayudo, y estamos agradecidos con ellos. Por lo que nos contó Michaela son de Los Ángeles y vinieron por un tema de trabajo al país.  


Asiento con la cabeza, que yo curiosidad pero en estos momentos al que quiero ver es a Dylan pero no lo digo directamente. 


—¿Y donde están todos? 


—Llevas dormida todo un día cariño. Cayden tuvo que ir a la empresa a pesar de ser el Jefe y Raizel fue con él. 


Asiento con la cabeza. 


—Dylan está afuera —Se negó a marcharse continúa mi madre —.  Se siente culpable por lo que paso. 

 
Arrugo el ceño, esto no es su culpa. 


—¿Pueden dejarlo pasar? —Mis padres asienten—. Necesito hablar con él. 


Mis padres besan mi frente antes de marcharse me siento en la cama soportando el dolor en la pierna. Lo espero mientras jugueteo con mis dedos, no quiero que él se que ya culpable por nada de lo que ha pasado aunque ni siquiera se bien que fue lo que ocurrió.  


La puerta se abre y Dylan entra, suspiro de alivio al ver que las heridas en su rostro fueron curadas. Camina en mi dirección y le sonrío. 


—Ahora eres un niño libre. 


Él se ríe, acorta la distancia con un abrazo que me toma por sorpresa lamentablemente no tengo las fuerzas para levantar los brazos y rodearlo. 


—Lo siento —Susurra—. Siento tanto que te lastimaran por mi culpa. 


Me alejo unos centímetros y niego.  


—Esto no es tu culpa. ¿Me cuentas lo que paso? 


—¿De qué hablas? 


—No recuerdo nada, me duele mucho la cabeza y Cayden dijo que no me reforzará en recordar. 


Él asiente y me relata los hechos de pies a cabeza. Así que fue Karl quien me dejó mierda y acabe aquí. 
Me alegra oír que él y su padre se encuentran en la cárcel, de que tal vez la policía no es tan corrupta después del todo.  


—¿Entiendes esto, cariño? —Le sonrío—. Eres completamente libre. Ahora podrás seguir tus sueños, podrás cantar y gritaron a los cuatro vientos. 


Él me sonríe pero agacha la mirada. 


—Hay otra cosa que me gustaría gritar a los cuatro vientos. 


Se a que se refiere por lo que cambio radicalmente de tema. 


—¡¿Qué pasó de la pareja?! Debo agraderles. 
Él se ríe. 


—Micha es algo loca pero muy buena, Ryan por el contrario es más serio. Dijeron que vendrán por la tarde  ya que ella tiene que trabajar y él está de vacaciones pero se queda con su esposa. 


—Que tiernos. 


Dylan termina yéndose luego de unos minutos más, estoy demasiado cansada que sólo quiero dormir él lo entendió así que no hubo problema. Se fue y caí rendida. 


*** 


Quiero matarme.

 
Apenas desperté de mi sueño reparador recordé lo que paso ayer, todo. Recuerdo como Karl me lastimó recuerdo bien que Leila logró escapar pero eso no es lo que me tiene nerviosa lo que me tiene de esta manera es que recordé el beso que tuve con Dylan. 
Maldición,  ese candente beso. 




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