Volver a empezar. #2

Capitulo 35.

Capítulo 35.

 

Es un placer conocerlos. Muchas gracias por lo que hicieron por mi —Digo mirando a la pareja—. Gracias Ryan, si no hubieras bajado a ayudarme los daños iban a ser distintos. 


Es mi trabajo ayudar. Me alegra que te encuentre mucho mejor. 


—Espero que tu y tu novio quieran salir con nosotros antes de que volvamos a Los Ángeles —Me alegra que Michaela hable español e intente acostumbrarse a nuestro idioma. 


Me río.  


—¿Qué novio? 


Ella arruga el ceño. 


—¿El muchacho… ¡Dylan! ¿No es tu novio? Lo vi muy preocupado por ti. 


Aparte la mirada algo incómoda. Fije mi vista en la rosa que me regaló mi alumnito. 


—No es mi novio —Vuelvo a mirarla—. Es mi amigo, la verdad soy su mánager.  


Ella arquea una ceja. Ryan nos mira con curiosidad creo que no está entendiendo muy bien, mira a su esposa y parece pillar algo en su mirada. 


—Oh no… Micha no hagas algo tonto… 


—Sólo planeó unir parejas, doctorcito.  


Ella con una gran sonrisa camina hasta mi camilla me hace un gesto para que le haga un espacio y algo confundida le hago un lugarcito. Se sienta y me mira. 


—Debes conquistarlo. No sabes lo que me costó que este hombre —Dice señalando a su marido—. Me hiciera caso. 


Me río pero niego con  la cabeza. 


—Lo siento, pero con Dylan no puede pasar nada es menor. 


—Si la policía no se entera que sales con un menor no veo el problema —Se encoge de hombros—. Veo química entre ustedes tal vez puedas cortar los cables de su auto. Créeme eso funciona. 


Vuelvo a soltar otra carcajada y miro a la castaña con curiosidad. 


—¿Hiciste eso? 


Claro que no, soy un ángel.  


—Que su bello rostro angelical no te engañe —Dice Ryan—. Es una diablilla.  


Michaela rueda los ojos. Pero le lanza un beso. 


—No le hagas caso, es un metido. Puedo ayudarte a conquistarlo aunque creo que ya se gusta de ti. 


En realidad es mucho más complicado que eso. 
—Tiene novia. 


Ella me mira unos segundos, luego se encoge de hombros. 


—¿Y? 


La miro con el ceño fruncido. 


—No puedo meterme en su relación.  


Ella se cruza de brazos con una sonrisita. 


—Cariño. Si algo he aprendido es que las personas que amas se pueden ir en el peor momento cuando menos te lo esperes. No querrás que Dylan se vaya por alguna razón, que te olvide porque sólo tuviste miedo de enfrentarlo. Te arrepentirás, lo sé. Y no te digo esto por que quiera que te sientas mal sino que el amor es algo tan hermoso y si no te arriesgas puedes perderlo. 


Mis ojos se llenaron de lágrimas, Michaela me cayó bien desde que entró por la puerta de está habitación y con sus palabras sabía que podría convertirse en una gran amiga.  


—Lo quiero. Pero por esa razón voy a dejarlo ser feliz con otra —Ella hace una mueca y limpia mis lágrimas—. No puedo ser tan egoísta.  


Ella me abraza. Miro hacia el frente y me percató que Ryan ya no está en la habitación lo cual agradezco. 


—Lamento que tengas que sufrir un corazón roto. 


—Yo igual. 


—Estaremos aquí todo lo que resta del mes, me sagradas mucho Esther y es difícil que las personas lo hagan. 


Sonrío, lo mismo pensé de ella. 


—Tu también me caes bien. Nunca pude tener una amiga pero creo que he encontrado una. 


—Me alegra tener una amiga más, la única amiga que tengo es Lena y ahora creo que tú. 


—Será una pena que debas irte. 


—Hay mucha tecnología podemos seguir en contacto. Y ahora cuéntame que es lo que hace Dylan. 


—¿De qué hablas? 


—Bueno, supongo que por algo lo representas. 


Oh por eso. Me sonrojo un poco, a veces soy tan tonta.  


—Canta, ¿Quieres ver sus vídeos? 


Ella asiente y mira conmigo todos los vídeos que hemos subido de Dylan. 


—¡Es genial! Tiene mucho talento, a ver cuando me invitas a cantar algo. No es por presumir pero ya cante con Shawn Mendes.  


—¿Qué? ¡Cuéntame más! 


Ella sonríe. Hablamos un poco más antes de que se vaya y intercambiamos números para una futura salida. 


Dylan no ha aparecido hoy y se que es por el colegio y además de que tuvo que hacer declaraciones. Mis hermanos vinieron a visitarme al igual que mis sobrinos, se fueron cuando la hora de visita iba a terminar. 


La enfermera entra en mi habitación y me sorprendo al ver a Leila detrás de ella. 


—Tienes cinco minutos, ni más ni menos —Leila asiente—. Esta gente que no respeta los horarios de visita —Dice refunfuñando mientras sale de la habitación.  


Leila hace una mueca, acomoda un mechón pelirrojo detrás de su oreja y me mira apenada. 


—Lo siento —Es lo primero que dice—. Oh Esther, me siento tan culpable —Sorprendiendome aún más comienza a llorar—, yo no debía ir y termine haciéndolo por mi culpa estas allí. 


Me siento en la camilla haciendo una mueca y le hago un gesto para que se acerque. 


—Perdóname tu a mi —Digo agarrando su mano—. Te grite, te trate muy mal ese día y lamentó eso. 


Ella niega con la cabeza mientras sorbe por su nariz. 


—No tengo nada que perdonar. En cambio yo te deje… debí quedarme y ayudarte soy una cobarde. 


—No Leila, me alegra que lo hicieras hubiese sido peor si nos pasaba algo a las dos. 


Ella me sonríe y se acerca para abrazarme. 




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