Volver a empezar (#3 Puertorriqueñas)

CAPÍTULO 4

- Vania, por favor, no digas eso. Sé que he sido el gran culpable de que las cosas llegaran hasta donde están. Tal vez fui yo que no te dio una noche entera en todo este tiempo. Tampoco te he dado lo que tú esperabas ni he estado cuando me necesitabas. – Miró a su pequeña con amargura al pensar que pudo haberla perdido. – Tal vez no te escuché, me descuidé. Las descuidé. No tengo perdón alguno. – Guardó silencio.

- ¿Eso es todo? ¿No vas a decir nada más? – Vania estaba frente a él, de pie, mirándolo sin creer que estaba dándose por vencido con ellas.

- Tal vez será que por ahora ya no hay nada que hablar y solo necesitamos tiempo para pensar. ¡No sé que más decir, Vania! ¿Que me sorprendió la vida por la espalda? ¿Que tal vez nunca entendí lo que eras para mí? Cualquier cosa que te diga solo será una vil excusa que no justifica mi actuar, ni tu perdón.

- Entonces si las cosas van a ser así, tienes razón, ya no hay nada que hablar.

Vania sacó su vieja maleta, la subió a la cama y comenzó a guardar las pocas pertenencias que tenía y las de la bebé. Se sentía dolida, frustrada, como si el nombre de su hija se riera de ella y de su desgracia, pero a la vez le diera alas para volar con ella a donde fuera que la vida las llevara.

Jimmy observaba con impotencia la imagen que se desarrollaba frente a él. Había huido de la compañía de sus amigos con el fin de arreglar las cosas con Vania y resultó que al final todo se estaba arruinando y otra vez por su maldita culpa. Estaba por perder definitivamente a su familia y la oportunidad de reparar todo se estaba yendo por el caño.

¡No! no lo permitiría. Ya era suficiente de tantos errores. Era hora de ponerle fin al dolor y al sufrimiento, a la decepción y a los desacuerdos. Era hora de cumplir las promesas, de darse una nueva oportunidad.

Tomó aire y asió las manos de Vania buscando el perdón que minutos antes él mismo creyó no merecer.

- Vania, mi amor. Arreglemos las cosas ¿sí?

Vania lo miró fijamente a los ojos buscando en ellos algún rastro de falsedad en su declaración. No lo encontró. Ella solo quería creer en él y en lo que fuera que él le dijera para arreglar aquello que estaba a punto de romperse.

- ¿Y qué es lo que propones? – Jimmy percibió el cambio en la actitud de Vania. Ya no había rencor, solo dulzura y amor…… una cantidad infinita de amor.

Él sonrió con un amor igual de infinito.

- Por mi parte, propongo intentarlo de nuevo, volver a empezar. Porque por más que lo pienso no encuentro una sola razón para seguir sin ti. Sin ella…… - una vez más miró con devoción a su bebé.

Jimmy entonces se puso de pie y acercó su frente a la de Vania. Los ojos de ambos estaban cristalizados. Las lágrimas que antes se negaban a salir ahora se lanzaron en picada por aquello que sí valía la pena. No dejaban de fluir mientras la pequeña Esperanza comenzaba a hacerse notar. Porque eso era ella, una luz de esperanza para ellos que creían haberlo perdido todo.

Se amaban con locura pero no supieron manejar la madurez que requería el ser padres, porque no eran adultos, eran tan solo unos niños, que como muchos, cometieron errores y tuvieron que aprender de ellos.

Esperanza no fue un “error” sino el fruto del un amor inexperto. Que las cosas hubieran sido distintas de no haber llegado ella antes de tiempo, era una cosa segura, pero ese arribo inesperado los dotó con la experiencia necesaria y suficiente para enfrentarlo todo.

 

Jimmy y Vania se casaron apenas cumplieron la mayoría de edad. Se fueron de aquel edificio y de esa comunidad que los vio crecer. Encontraron un lugar al cual llamar hogar y junto a su enooooorme cuota de “Esperanza” vivieron día a día con el convencimiento de que, cuando hay amor…… siempre es posible volver a empezar.

 

❤ FIN ❤



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En el texto hay: amor juvenil, familia, temores

Editado: 22.05.2021

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