Volver a mí

Carta 1

Mi pequeño cuerpo,
yo no sabía que eras tan valiente.
No lo supe entonces,
cuando temblabas en silencio
y el mundo parecía demasiado grande
para protegerte.

Tenías seis años
y ya conocías el peso
de una mirada que no era inocente,
de unas manos que no sabían cuidar,
de una cercanía que hería
en vez de abrigar.

Yo no entendía por qué dolías.
No comprendía por qué te escondías
ni por qué cerrabas los ojos
cuando alguien se acercaba.

Solo sabía que te callabas.
Que te hacías piedra.
Que cada vez que él venía,
yo desaparecía.

Perdóname por no saberlo antes,
por no entenderte,
por no defendernos.
Perdóname por cada vez que pensé
que quizás éramos nosotras
las que habíamos hecho algo mal.

A veces te culpé por lo que sentíamos,
como si tú hubieras pedido
lo que nunca debiste soportar.
Como si hubieras merecido
la violencia disfrazada de afecto.

Pero hoy…
te miro con ternura.
Y me duele todo lo que cargaste
cuando apenas sabías hablar con el mundo.

Tu piel,
tus piernas pequeñas,
tu pecho que aprendió a oprimirse,
eran solo partes de una niña
que merecía juegos y abrazos seguros,
no silencios impuestos.

Gracias por resistir.
Por no rendirte.
Por seguir aquí.

Hoy te nombro sin miedo.
Te cuido sin vergüenza.
Y te abrazo,
como debieron hacerlo desde el principio.

Ya no me esconderé de ti.
Ya no me odiaré por ti.
Te prometo que, esta vez,
no nos callaremos nunca más.

Con amor,
yo.
La que sigue viva.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.