Decidida a quedarme en la ciudad, sabía que el siguiente paso era comenzar a organizar mi nueva vida junto a Ethan. Después de mi conversación con mis padres y la emoción de Christopher, sentí que estaba tomando la decisión correcta. Ahora debía enfocarme en encontrar un trabajo y asegurar un lugar donde vivir.
Esa tarde llamé a Victoria para hablar sobre la casa en alquiler que mencionó. Acordamos vernos al día siguiente para visitarla y conocer más detalles. Me sentía ansiosa, pero a la vez emocionada. Quería un hogar estable para mi hijo, un lugar donde ambos pudiéramos comenzar de nuevo.
Al día siguiente, Victoria me recogió en su coche y fuimos juntas a la casa. Era una casa de dos plantas con un pequeño jardín delantero y un patio trasero que sería perfecto para que Ethan jugara. Estaba en una zona tranquila y bien conectada, cerca del colegio y de varios parques. Al entrar, me sorprendió lo acogedora que se sentía. Las habitaciones eran amplias y bien iluminadas, y la cocina tenía un estilo moderno que me encantó.
—Creo que esta casa es perfecta para ti —dijo Victoria, sonriendo mientras recorríamos el salón—. Y créeme, tenerme como vecina tiene sus ventajas.
—Lo sé —reí—. Pero primero debo saber cuánto cuesta el alquiler. No quiero comprometerme a algo que después no pueda pagar.
—Ya hablé con el dueño y está dispuesto a hacerte un buen precio. Sabe que eres mi amiga y que tienes un niño. Está pidiendo un alquiler bastante razonable. Además, podrías negociar el depósito inicial.
La oferta era tentadora. Decidí pensarlo bien y le pedí a Victoria que me diera un par de días para confirmar. Quería asegurarme de que era la mejor decisión para Ethan y para mí.
Después de la visita, pasé la tarde con mi hijo en casa de mis padres. Mientras él jugaba en el jardín con Christopher, yo me dediqué a buscar empleo en mi ordenador. Revisé varias ofertas, pero ninguna terminaba de convencerme. Necesitaba algo estable y que me permitiera conciliar el trabajo con la crianza de Ethan.
Mientras miraba las opciones, mi madre entró en la habitación con una taza de té.
—¿Has encontrado algo interesante? —preguntó, sentándose a mi lado.
—Nada todavía, mamá. Pero no quiero rendirme. Quiero poder mantenernos sin depender de ustedes.
—Lo entiendo, cariño. Pero recuerda que no estás sola. Siempre podrás contar con nosotros.
Agradecí sus palabras y seguimos conversando un rato más. Me sentía afortunada de tener una familia que me apoyaba en este nuevo comienzo.
Esa noche, cuando me acosté, no pude evitar pensar en Alexander. Me preguntaba qué haría si se enterara de la existencia de Ethan. ¿Me perdonaría por habérselo ocultado? ¿Querría formar parte de su vida? Los pensamientos me desvelaron por un largo rato, pero finalmente decidí que lo mejor era centrarme en el presente. Por ahora, debía enfocarme en conseguir un hogar y un trabajo. El resto, lo enfrentaría cuando llegara el momento.