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Capitulo 18 La fuerza de la voluntad

El domingo amaneció tranquilo; había dormido toda la noche y Ethan no había soñado. Había noches que se despertaba con pesadillas; me levantaba y me acostaba con él hasta que se quedaba dormido. Hace tiempo le compré un muñeco; el famoso Mimi es su preferido. Duerme con él desde pequeño; por alguna razón para él, lo quiere con locura, no puede estar sin él. Hoy es un día perfecto para estar en familia y relajarme un poco. Me levanté temprano, preparé el desayuno para Ethan y me aseguré de que estuviera listo para salir. Teníamos planes de pasar la mañana con mis padres y mi hermano Christopher. Me gustaba ver cómo Ethan disfrutaba con ellos, especialmente con mi padre, a quien admiraba profundamente. Mi padre, desde que llegué con Ethan, lo ha mimado hasta más que a mí; lo adora, es su único nieto, quién sabe si algún día tendrá más.

Al llegar a casa de mis padres, mi madre tenía hechas unas galletas de chocolate; enseguida le dio unas cuantas a Ethan. Mi madre, como siempre, estaba pendiente de todo. Nos sentamos en la mesa del comedor y, mientras tomábamos café, aproveché para contarles sobre mis planes. Esta vez lo quería hacer bien, me había prometido a mí misma que no les iba a fallar, ni a ellos ni a mí misma, porque de alguna manera también lo hice...

—Papá, he estado pensando en sacarme el carnet de conducir. Me facilitaría mucho las cosas con Ethan y no tendría que depender tanto de ti para los traslados, y tú tendrías más tiempo para ti. Además, también he estado considerando estudiar arquitectura. Siempre me gustó y contigo como maestro sería fantástico, ¿no crees? Y creo que podría organizarme para trabajar desde casa más adelante. —¿Qué te parece? —pregunté con un poco de nerviosismo.

Mi padre me miró, dejando su taza sobre la mesa.

—Me parece una gran idea, hija, pero… ¿No crees que es demasiado? Sacarte el carnet, trabajar, estudiar y además cuidar de Ethan… —No quiero que te sobrecargues; sabés que a mí me apasionaba mi profesión, la arquitectura, y por supuesto puedes contar conmigo cuando tú quieras —dijo con esa voz comprensiva que siempre había tenido conmigo.

—Papá, primero me sacaré el carnet y seguiré trabajando. Sé que tengo mucho que aprender en este oficio, pero más adelante... Cuando pueda intentaré estudiar, es un sueño por cumplir, y creo que debo de luchar por él. Tampoco quiero apresurarme, pero tampoco quiero quedarme estancada. Siempre quise estudiar arquitectura y ahora siento que es el momento de intentarlo —le expliqué decidida—. No quiero llegar a mayor y arrepentirme del pasado; he conocido gente así y sé que puedo hacerlo.

—Pues a mí me parece perfecto, hija —intervino mi madre con una sonrisa de orgullo. Siempre has sido responsable, pero no olvides que también necesitas tiempo para ti misma. No quiero que te estreses demasiado; la vida es solo una, no lo olvides.

Era tan típico de mi madre decir eso. Siempre había sido protectora y, aunque a veces me reñía como si todavía fuera una niña, en el fondo me gustaba. La admiraba como madre y esperaba poder ser tan buena madre como ella.

Después de la charla, pasamos el resto de la mañana disfrutando del día en familia. Christopher y Ethan jugaron en el jardín mientras mis padres y yo seguimos conversando sobre mi hermano. Me gustaban estos momentos, esos pequeños instantes de paz que me recordaban lo afortunada que era de tenerlos, de la familia que tenía...

Por la tarde, regresé a casa con Ethan y lo acosté para su siesta. Aproveché ese rato para investigar más sobre las autoescuelas cercanas y ver cómo podía organizarme mejor con el trabajo y las clases. Sabía que no sería fácil, pero la idea de lograrlo me motivaba.

Mientras preparaba la cena, recibí un mensaje de Victoria.

“Mañana tenemos que ponernos al día, ¿qué te parece si nos vemos después del trabajo? “Tengo muchas cosas que contarte”.

Sonreí y respondí rápidamente. Me hacía bien pasar tiempo con ella, despejarme un poco, pero no sé a qué se refería; el día anterior habíamos estado juntas toda la tarde... Entre el trabajo, Ethan y mis planes, necesitaba también esos momentos con mi amiga.

Cuando me acosté esa noche, me sentí satisfecha. Había tomado una decisión importante para mi futuro y, aunque nada es fácil en esta vida, estaba dispuesta a luchar por mis sueños. Cerré los ojos con una sonrisa; me vino a la cabeza recuerdos de Alexander...

¿Por qué pienso en él? ¿Después de tantos años? Y de cómo se ha vuelto...

¿Podría cambiar, si me amara?




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