Volver a Tí

Capítulo 28 Mil razones

Me levanté muy nerviosa; era el día que íbamos a ir a ver por primera vez el hotel. Teníamos que coger un avión para llegar rápido. Dejé a Ethan con sus abuelos y cogí un taxi para llegar a la agencia. Taylor me había dicho que podía recogerme; él, pobre, había llevado dos semanas agotadoras como yo, y no le quería molestar. Además, vivía en la otra punta de la ciudad, y no le iba a hacer madrugar para recogerme. Le dije que no... Tenía el estómago hecho un nudo de los nervios. Me marché sin desayunar, cogí un taxi y fui repasando con el portátil cada detalle, por si se me había escapado algún pequeño detalle.

Al llegar, Taylor me estaba esperando junto a su coche con una sonrisa, como siempre; se veía tranquilo y confiado, como siempre. Eso me gustaba de él y, para ser sincera, su seguridad me ayudaba a mantener la calma.

—Estás guapísima, Isabelle, te pusiste muy elegante. ¿Estás más tranquila? No te preocupes, todo va a salir bien; esto no es nada. Recuerda que estamos juntos en esto. Tenemos que coger el avión en una hora y media; llegamos bien tranquila.

No sé cómo podía mantener la calma; en este mes que habíamos estado juntos, había aprendido mucho con él. La verdad que es un buen profesional, y un chico atento, simpático y muy guapo.

—Muchas gracias, Taylor, pues para estar tan guapa hace tiempo que no ligó nada. —Bromee un poco; estoy que me tiemblan hasta las piernas, me tomé en casa de mi madre unas cuantas tilas, pues ni por ésas. Menos mal que te tengo a ti. No te separes de mí ni un centímetro —le dije. Me miró y se empezó a reír. ¿De qué te ríes? Anda, vamos. ¿En cuánto tiempo llegaremos a Alemania? Todavía llegaremos tarde, ya verás —dije guiñándole un ojo.

– Llegamos en una hora y veinte minutos; allí nos espera un coche de la empresa. No me río de ti, Isabelle, me reí porque dices que no ligas, si yo te contara... Uff, madre mía...

Llegamos a Alemania; en la puerta del aeropuerto nos esperaba un chofer de la empresa. Nos subimos, el conductor nos fue hablando por el camino, explicándonos cada monumento que íbamos viendo, un tour con todas las palabras. Nunca había estado en Alemania, me pareció un sitio bonito. Cuando llegamos a la puerta del hotel, me quedé con la boca abierta; tenía que haber costado un pastón. Moderno, elegante, le conté treinta y siete plantas; es enorme, con 150 habitaciones, espacios para eventos, biblioteca, lounge, con un restaurante gourmet, con una impresionante piscina en la terraza con vistas panorámicas impresionantes, un bar para cócteles a la luz de la luna.

Entramos los dos, y en una esquina estaba Amelia con dos hombres; estaban hablando muy animadamente. Los dos hombres estaban de espalda; me supuse que serían los dueños del evento.

—¿Conoces a los hombres que están con Amelia? —le pregunté a Taylor.

—Sí, claro, son los que han contratado a Amelia para el proyecto; uno de ellos es el hermano de Amelia, Nicholas Carter. Según dicen, es un mujeriego y tiene fama de arrogante; el otro es su socio. La primera vez que fui al hotel, estaba allí y, personalmente, conmigo fue simpático, aunque no deja de ser un pijo como todos los de su clase, tú ya me entiendes.

—¿Te das cuenta de que parecemos dos señoras mayores cotilleando? Yo no era de la clase de personas que me gustaba hablar de nadie. Acerquémonos un poco, para que nos vea. Los dos hombres que estaban con Amelia salieron y se marcharon. No pude verles la cara, y tenía curiosidad.

Cuando Amelia nos dejó solos en la sala de conferencias, Taylor se acomodó frente a la pantalla, asegurándose de que todo estuviera funcionando y que todo se vería bien. Yo me fui a preparar unos cafés. Taylor se acercó a mí. —¿Necesitas ayuda? —me preguntó, asomándose por la puerta.

—No, gracias. —Solo quiero que todo salga perfecto —respondí, intentando calmar mis nervios.

—Todo saldrá a pedir de boca. Pero prométeme que después saldremos a celebrarlo. Te invito a cenar. No acepto negativas como respuesta.

—Le prometí a Ethan que iríamos esta noche al Burguer, es lo que tiene ser madre.

—Pues entonces iremos al burger. A mí me da igual. Pasaré por tu casa a las ocho; hace tiempo que no veo al peque. La verdad es que en su compañía estaba muy bien y a mi hijo le gustaba Taylor.

—Eres una profesional increíble, Isabelle. —Taylor me sonrió sin dejar de mirar el ordenador.

—No exageres, tú que me miras con buenos ojos. Al lado tuyo, todavía me falta mucho por aprender.

—Deberías tener más confianza en ti misma. Has trabajado duro en este proyecto y eso se nota. Deberías estar orgullosa de ti misma; mucha gente no lo hubiera hecho, este proyecto lo hubiera abandonado y, sin embargo, tú, ya ves...

Escuchamos unas voces en el pasillo. La puerta se abrió y Amelia entró.

—Isabelle, ¿estás bien? —me preguntó con preocupación.

—Sí, solo un poco nerviosa —admití.

—No te preocupes. Todo va a salir bien, son buenos clientes. Solo sonríe y sé tú misma. —Taylor y yo estaremos aquí para apoyarte en todo —me aseguró Amelia. Los dos se preocupaban por mí; Amelia, para ser mi jefa, es encantadora desde el primer día, y Taylor es un fuera de serie.

—Llegaron los clientes... ¡Y, preparaos, chicos! Están muy interesados en ver lo que habéis preparado.

Me giré con una sonrisa, pero cuando vi a los dos hombres que entraban en la sala, mi respiración se detuvo... No podía ser posible, jamás pensé en encontrármelo aquí, él no... No podía ser... Alexander...

Me miró con una sonrisa; iba vestido con un traje, él precisamente que siempre había dicho que nunca se pondría un traje. Cómo cambian las personas. Estaba aún más guapo que antes; el traje lo hacía elegante. A su lado iba el famoso Nicholas, su socio y amigo, según me había contado Taylor. Me miró serio, parecía tener malas pulgas; cuando lo vi me dio mala sensación, además te comía con la mirada, algo que me cortaba mucho.

No podía mostrarme afectada. No ahora. Inspiré hondo y mantuve la compostura, mirándolo directamente a los ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.