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Capítulo 40 La cabaña Lake Dristrict

Habia quedado para comer con Charlotte, en uno de los restaurantes mas exclusivos de Londres.

Charlotte llegó puntual, como siempre. Impecable. Hermosa. Me besó la mejilla y sonrió, aún cree que algun dia me enamorare de ella.

—Estás más callado que de costumbre —dijo mientras hojeaba el menú con delicadeza.

No respondí. Estaba pensando en otra persona...

En Isabelle.

Ni siquiera recordaba bien qué excusa le había dado a mi asistente para justificar la visita a la Organizacion de Eventos ¿Supervisión? ¿Curiosidad? Mentiras todo es mentira. Solo quería verla a ella. Ver con mis propios ojos si seguía tan fuerte, tan malditamente desafiante y hermosa como la recordaba.

Y lo estaba, y de que manera...

Cuando levantó la vista y me vio en su oficina, noté como sus ojos me miraban con rabia. Fue como como una bofetada. Esa mujer… no ha cambiado. Y yo tampoco he dejado de pensar en ella ni un solo momento, y ahora que ha vuelto... Crei que la habia olvidado despues de todos estos años, pero no... Me mentia a mi mismo, ¿Y ahora, que debo hacer? Dejarla marchar,o luchar por ella. Ni siquiera cuando estoy con Charlotte me la puedo quitar de mi mente...

Mi madre llegó minutos después, con su elegancia, y su lengua aún más afilada y peligrosa.

—Alexander —dijo —. Charlotte,¿Como estas querida? Siempre tan elegante y tan guapa, quien pudiera tener tus años.

El discurso no tardó en llegar. La familia, la empresa. Siempre lo mismo. Como si el mundo tuviera que girar en torno a las ambiciones de los Whitmore

Y entonces lo soltó, sabia que tenia que hablar, decir lo que opinaba como si me importara, y yo paso de esas tonterias totalmente, mi padre era el único que me entendia, que era igual que yo, cuanto le hecho de menos...

—He oído que estuviste en esa empresa creativa hoy. ¿Algo interesante? He escuchado por ahi, que el dueño es un mujeriego, y eso que tiene mujer e hijos, si levantara tu padre la cabeza. Como han cambiado las cosas.

Charlotte me miró con curiosidad. Puso esa voz de niña buena, que pone cuando quiere algo pero esta vez la tenia cargada de veneno.
—¿Lo conoces? Mi padre me comentó algo tambien, pero pensé que eran chismes. No me gusta que seas amigo de ese tipo de gente, ademas de andar con cualquier golfa, seguro que esta metido hasta en drogas, ese tipo de hombres son asi, asi que ya sabes no quiero.

—¿Es una orden, Charlotte? Mira cariño, a mi ni tu ni nadie me da ordenes, soy adulto no un niño, yo no te digo lo que tú tienes que hacer, o con quien quiero que salgas, asi que ya sabes nena, le conteste mirando fijamente el vino—. Si de hace años, soy amigo del jefe estuvimos charlando un rato de negocios, a mi lo que haga en su vida, no me importa si anda con mujeres, ¿Os pensais que es el único? Pues os quedariais asustadas las dos si veriais donde van, con cuantas van y lo mejor quien son... En este pais todos los hombres entre comillas señores, son mujeriegos, y no voy a hablar más, por si se me suelta la lengua...

—¿Se puede saber, que estas insinuando? No lo estaras diciendo por mi padre¿Verdad? Ni se te ocurra, mi padre es un hombre de los pies a la cabeza, y a respetado a mi madre toda la vida.

—Mira nena, tu padre es como todos, van a los club de lujo, y alli... Pasa lo que pasa y punto, pero que a mi me da igual lo que hagan con su vida, yo bastante tengo con la mia, como para preocuparme de los demas.

—Sera mejor que los dejemos, Charlotte querida, tu padre es un buen hombre yo lo conozco de toda la vida, no debes preocuparte por eso, ademas Alexander esa no era la pregunta. ¿Tienes negocios con ese hombre? Me he enterado por ahi, que Isabelle esta trabajando en una Organizacion de Eventos, ¿Sabes algo de eso, Alexander ?

—Mamá por dios, a mi que me importa donde esta trabajando, dejala que haga su vida tendra que comer de algo, a mi me da igua,l no es mi problema.

Me daba rabia, siempre se ha metido en mi vida, y pretende seguir metiendose, pero ahora ya no se lo permito, habia perdido todo lo que amaba por ella. Porque un Whitmore no podía mezclarse con una don nadie. Porque yo no podía amar a alguien asi, sin fortuna, sin su maldito y bendito consentimiento.

Aún recuerdo las discusiónes con Isabelle. Sus lágrimas. Y yo, el maldito cobarde, incapaz de defenderla como debía, me arrepiento de cada momento, de cada palabra, por que reconozco que fue mi culpa, si no tal vez ahora...

Me tome una copa detras de otra de vino de golpe, necesitaba olvidar por una horas.

—¿Pedimos ya? —cambié de tema, cansado de fingir interés, y harto de las tonterias de mi madre.

Charlotte empezó a hablar de un evento de caridad, les gusta ir y aparentar, y eso no va commigo para nada.. No me importa nada de eso. Tengo Isabelle dentro de mi cabeza. Su cara, su voz, esa forma suya de no dejarse intimidar por nadie, eso me gustaba y mucho, sentia como me excitaba nada más de pensarlo.

—¿Te encuentras bien hijo? Tienes mala cara, ¿Quieres agua?

Mire a mi madre y a Charlotte.

—Mamá estoy casado, cuantas veces he de decirte que no me llames hijo en publico, como si fuera un crio, y estoy bien, solo me teneís aburrido con vuestras cosas, siempre igual solo sabeis hablar de lo mismo.

—Estás muy borde Alexander, ¿Como puedes hablar asi a tu madre? Desde que has llegado estas imposible, no se te puede hablar de nada, si has tenido un mal dia, no lo pagues con nosotras, y comportaté, deja de beber estamos en un restaurante, vas a terminar borracho, si sigues bebiendo tanto.

Me levanté de la mesa, no podia aguantarlas más.

—Señoras me voy, ya nos veremos...

—¡Como que te vas! ¿Nos has invitado, para ahora irte? Te has vuelto loco Alexander,¡ sientate imediatamente!

—Mamá, no soy un niño para que me des ordenes, y hago lo que me da la gana, si quiero me voy y precisamente es lo que voy hacer.

—Pero...Alexander ¿Quien paga la cuenta?




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