Capitulo 60 El pasado oculto

Taylor había estado hablando con su amigo, el abogado Walter, durante toda la mañana. Walter le aconsejó que lo mejor sería que él mismo hablara con su hermana cuanto antes.

Sin pensarlo mucho, Taylor llevó a Walter a casa de Amanda.

—¿Podemos hablar en un sitio más tranquilo? —preguntó Walter con amabilidad.

—Sí, claro, por supuesto —respondió Amanda. Voy a dejar a los niños con algunos juguetes para que estén entretenidos. Vuelvo en seguida.

—No se preocupe.

Cuando Amanda regresó, Walter fue directo al grano.

—Bueno, Amanda, tu hermano me ha comentado que tu marido te ha amenazado con quitarte la custodia. Necesito que me digas cómo os lleváis actualmente. ¿Tienes mensajes de WhatsApp, correos electrónicos, algo que podamos usar como prueba?

—Hasta ahora yo pensé que todo iba bien —respondió Amanda, con los ojos llorosos. —Como todos los matrimonios, teníamos nuestras diferencias, pero jamás pensé que a mí me iría a ocurrir esto —me dijo, con toda su cara, que mantiene una relación de dos años con otra mujer. Tiene una amante. No tengo nada, ni mensajes ni correos. ¿Cómo iba a sospechar yo eso, después de tanto tiempo juntos? Nos conocemos desde niños, no sé cómo me ha podido hacer esto, y a los niños, ¿qué se supone que les tengo que decirles a los niños?

—Por ahora nada, Amanda, entiendo tu preocupación; las cosas ocurren así, no debes darle más vueltas, y hay casos que te sorprenderías, créeme. Te voy a explicar cómo va a ir todo. Verás, antes se hablaba de “custodia”, pero según las leyes actuales en el Reino Unido se utiliza el término Child Arrangement Order. Todas las decisiones judiciales relacionadas con los hijos se basan en el interés del menor. Eso significa que los tribunales no te van a quitar la custodia solo porque tu marido quiera o porque tenga una relación extramatrimonial.

Amanda lo escuchaba con atención; pensaba que era un mal sueño, del que quería despertar.

Walter continuó:

–Se tiene en cuenta quién ha sido el cuidador principal, el bienestar emocional y físico de los niños y la capacidad de cada progenitor para satisfacer sus necesidades. —El hecho de que tú trabajes y tengas estabilidad emocional juega a tu favor —explicó Walter. Antes de llegar a un proceso judicial, siempre es recomendable intentar una mediación familiar. Si las amenazas persisten, o si él intenta sacar a los niños del país, yo mismo solicitaré las órdenes necesarias para protegerte a ti y a los niños.

Amanda no lo podía creer.

—Ya lo he decidido, Walter. Quiero divorciarme.

—De acuerdo. En ese caso, hay que presentar una solicitud de divorcio. Ya no es necesario presentar pruebas o motivos específicos como antes. Puedes hacerlo sola o de forma conjunta con tu marido. El tribunal enviará la documentación al otro cónyuge y comenzará un periodo de reflexión de 20 semanas. Es un tiempo establecido para que ambas partes puedan pensarlo bien.

–Si después de esas 20 semanas todo sigue igual, se puede solicitar lo que se llama una Conditional Order. Y, finalmente, pasadas seis semanas y un día desde ese momento, se solicita el Final Order, que pone fin legalmente a vuestro matrimonio.

—¿Y mientras tanto? ¿Puedo quedarme en casa con los niños?

—Sí, mientras no haya una orden judicial contraria, sigues teniendo todos tus derechos. Voy a protegerte, Amanda. No estás sola.

—El proceso de divorcio es la resolución legal del matrimonio —explicó Walter. Después, en paralelo, podemos iniciar el procedimiento del Child Arrangement Order, para llegar a un acuerdo sobre la custodia y las visitas. Si no es posible un acuerdo mutuo, acabaremos en los tribunales.

–También habrá que alcanzar un acuerdo financiero: cuentas bancarias, propiedades, deudas adquiridas durante el matrimonio… Todo debe quedar claro y repartido de forma justa –añadió Walter.

—¿Y la manutención de los niños? —preguntó Taylor.

—Hay dos tipos de manutención: la de los niños y la manutención del cónyuge, que puede aplicarse en algunos casos, cuando una de las partes necesita apoyo económico durante un tiempo. En cuanto a la de los hijos, es independiente de quién tenga la custodia. El padre deberá aportar lo que le corresponda. Yo me encargaré personalmente de asegurarte una manutención justa, Amanda. En esto no tienes que preocuparte.

—No me lo puedo ni creer… He estado engañada durante dos años. Eso dice él, pero ya no me creo nada. Todo nuestro matrimonio ha sido una mentira.

Taylor se acercó y le rodeó los hombros con cariño.

—Tranquila, Amanda. Sabes que me tienes a mí para lo que necesites. Eres mi hermana. Y no estás sola en esto.

Amanda sonrió, sin poder evitar que una lágrima le cayera por la mejilla.

—No os preocupéis, ninguno de los dos. Tú me conoces, Taylor. Sabes que voy a por todas. No soporto las injusticias. Y esta es una de ellas.

—Eres fuerte, Amanda. Hemos pasado mucho los dos solos, y tú de los dos eres la más fuerte. Yo estaré a tu lado en todo momento. Somos hermanos para lo bueno y lo malo.

Taylor miró a Walker.

—Por eso te llamé, Walter. Porque sé que eres uno de los mejores abogados de Londres. Y porque eres un buen amigo. Gracias por venir.

Walter se puso de pie, cogiendo su maletín.

—Yo ya me voy. Pero lo dicho: no te preocupes. Estamos en contacto. Ha sido un placer, Amanda. Cuídate.

—Gracias por venir, Walter. —Hasta luego —dijo ella, más serena.

—Hablamos pronto, Walter —añadió Taylor. Y gracias por todo.

Taylor lo acompañó hasta la puerta.

—Te tengo que pedir algo, Walter. —Pero no quiero que Amada se entere —dijo Taylor.

—Dime que quieres. ¿Hay algún problema más que Amanda no me haya contado?

—No, tranquilo, solo es que no me fío de mi cuñado, siempre ha sido un cabeza loca, un irresponsable total. Mi cuñado se iba casi todos los fines de semana; quedaba con los amigos. Yo los fines de semana me quedo con los gemelos, para que ellos pudieran salir y pasar más tiempo en pareja, pero ya veo que fue inútil. Y de esto nada a mi hermana.