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Capitulo 74 La sorpresa

A las cinco de la tarde recogí a mi amiga Victoria para ir al ginecólogo. Tuvimos suerte: no tuvimos que esperar demasiado. Entramos y enseguida le hicieron la ecografía. Se veía una cosita pequeñita.
Le pregunté a Victoria si no quería saber el sexo del bebé. En su mirada vi dudas y miedo. Así que le pregunté directamente a la ginecóloga si nos lo podía decir. Me dijo que sí, que se veía claramente que era una niña.
Pensé que eso haría que Victoria sintiera más ilusión por el bebé, pero no parecía que le hiciera mucha. Yo me encargaría de eso; lo entendía, sentía miedo.
Nada más salir, le dije que ya era hora de ir mirando y comprando algunas cosas. Ella no estaba por la labor. La llevé al centro comercial. Pasamos primero por la zona de dormitorios de bebé, que eran preciosos. Le dije de broma que me estaban dando ganas de tener un bebé con tantas cosas bonitas. Le saqué una sonrisa.

—Isabelle, son preciosos, pero ahora no me lo puedo permitir. Me han subido el alquiler de la casa y, entre comer, pagar el alquiler y todos los gastos... voy justa. Estoy pensando en buscarme otra vivienda más barata. Si no, ¿qué voy a hacer cuando venga el bebé?

—He visto unas casas pequeñas en alquiler, enfrente del parque. No sé el precio, pero podemos mirarlas. Si te gusta la zona, además, estarías un poco más cerca de tu trabajo.

—Vale, podemos mirarlas. Isabelle... ¿No crees que una niña será más complicado de criar? Las niñas dan más problemas de adolescentes, ¿no crees?

—Victoria, eso depende de cómo se críe, pero no tiene por qué. Mira a mi Ethan. Sin embargo, en su clase hay niños que saben demasiado para su edad. De todas maneras, no te preocupes. Aún queda bastante para eso, y la vida da muchas vueltas.

Pasamos por delante de un escaparate de ropa de niña. Vimos una ropita preciosa, y a Victoria se le iluminaron los ojos. Entramos y la chica nos enseñó unos vestidos de la talla 0; Victoria miró el precio y soltó el vestido. Yo sabía que le había gustado, así que lo cogí y se lo di a la dependienta. Cómprame, le dije. Solo el ver la cara de Victoria había merecido la pena.
Victoria estaba cansada de caminar, así que la llevé a su casa. Nos despedimos, no sin antes decirle que al día siguiente pasaría a recogerla.

—¿A qué hora te viene bien, Victoria? Tengo dos días libres.

—Salgo de trabajar a las dos... sobre las cuatro, ¿puede ser?

—Claro, quedamos a las cuatro, amiga. Ahora descansa, que te vendrá bien.

—Sí, ahora me echaré un rato en el sofá, me pondré la tele o leeré. Llevo una vida muy distinta a la de antes, pero eso me gusta: relax total.

Al llegar a casa, vi a mi hermano y a Ethan en el jardín. Nada más verme, Ethan corrió hacia mí y se tiró a mis brazos.

—¡Mami! Has venido pronto, ¿quieres jugar con nosotros?

—Sí, Ethan, ahora voy.

Le conté que Victoria iba a tener un bebé, una niña, y que ahora había que darle mucho amor para que el bebé estuviera contento.
Luego le pregunté a mi hermano por la entrevista.

—La verdad, Isabelle, ha sido un chasco. Metes muchas horas, pero pagan muy poco. Cuando regresé a casa, me puse a mandar otro montón de currículums. No me rindo tan fácil, hermanita.

Le expliqué que en mi empresa a veces contrataban gente de seguridad, que se lo comentaría a Amelia. Más tarde, a las siete de la tarde, le mandé un WhatsApp a Taylor:

¿Sigues trabajando, cariño? Enseguida me escribió:

Dame media hora, princesa. Estoy reunido con Kevin Cosper. Termino enseguida; cuando termine te aviso, te escribo yo, amor.
Ok, le respondí.

Al cabo de un rato, Taylor me mandó un WhatsApp.

He terminado. ¿Te puedo llamar ahora?
Antes de contestarle, le hice la videollamada. A mi lado estaban Ethan y mi hermano.

—Hola, princesa. ¿Qué tal el día? Mucho trabajo. ¿Cómo está Ethan, cariño? Os echo muchísimo de menos. ¿Pero si está ahí el hombre de la casa? ¿Me echas de menos, campeón? Veo que estás con tu tío. Hola, Christopher. Por aquí hace bastante calor, pero esto es precioso. Mirad, os voy a enseñar. ¡Mirad qué playas! El agua está cristalina; se ven hasta los peces. Estoy en Vineyard Haven. Christopher, cuando venga Isabelle y Ethan, veniros los tres y no te preocupes por el billete, así desconectas un poco.

—Gracias, Taylor, pero ahora estoy buscando trabajo. De todas maneras, no descarto el viaje. Porque se ve precioso, tío. A mí me encanta hacer submarinismo.

—Pues ya sabes, estás invitado, Christopher.

—¡Papi, qué bonito! Tengo ganas de estar ahí, y también de verte, pero no así... —¿Y eso qué es, papi? —¡Qué peces más raros! —preguntó mi hijo.

—Eso son tortugas, Ethan. Y sabes, yo también te echo muchísimo de menos, hijo.

Los dejé hablar un rato a solas, y luego Taylor les pidió que me pasaran el móvil.

—¿Y tú cómo estás, princesa? ¿Mucho trabajo?

—No, tengo dos días libres ahora. Te estamos esperando, a ti, para poder empezar. Los demás proyectos van bien. Esta tarde acompañé a Victoria a hacerse una ecografía; su embarazo va bien. Es una niña, ¿sabes? Mañana la voy a acompañar a ver unas casas, porque le han subido el alquiler y necesita algo más barato. Le dije que las casas que están enfrente del parque son más baratas, pero no sé cuánto.

—Sí, claro, entiendo. La zona más barata está justo detrás de esas casas, donde están las casas blancas con puertas rojas. ¿Sabes cuáles te digo? Lo único es que las vistas son a las casas de enfrente, pero por detrás tienen un pequeño jardín. Y son baratas. Podéis mirarlas.

—Eso haremos. Gracias, amor. ¿Y tú qué tal por ahí? ¿Ya sabes qué quiere el señor Kevin?

—Sí, es buen tipo. Simpático, nada de superioridad. Muy humilde. Las propiedades que tiene son una pasada. Pero las quiere con mucho más lujo. Y la otra, mansión... esa la quiere para la boda de su hija.
Eso va a ser el Novamas, a todo lujo. Decorar esa mansión para ti va a ser una maravilla.
Lo que no tengo tan claro es que se termine en cinco meses. Kevin me ha ahorrado tiempo: ya había pedido los permisos de obra, pero este proyecto necesita más de seis meses. Por lo que he visto, creo que Amelia o mintió, o sabe la verdad... la tía.
Bueno, amor, me voy a meter en el coche, que tengo calor. Iré a algún bar a comer y después tengo trabajo que hacer en casa. Te lo paso todo por email, para que lo vayas viendo. De todas maneras tengo que hablar con Amelia. Necesito que vengas aquí unos días; la hija de Kevin quiere explicarte algunas decoraciones que quiere, y tú la puedes asesorar mejor que yo.




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