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Capitulo 78 ¿Dónde estas ?

Había oído hablar de un abogado, uno de los mejores de Londres. Decían que no se dejaba corromper. Fui a su bufete; ya había sacado fotocopias del supuesto testamento de mi padre, el que tenía Eleanor.

Le entregué también el testamento que yo tenía, el que se abrió cuando falleció mi padre y que, según Eleanor, era falso, preparado para que yo pudiera gestionar las empresas.

Le conté todo lo que había averiguado: lo que me había dicho María, dónde vivía y quién era mi madre biológica. Según ella, estaba fallecida y enterrada aquí en Londres. También le entregué el último archivo con las cuentas de las empresas de mi padre. Yo mismo lo había revisado y no encontré ningún indicio de robo, como me había hecho creer Eleanor.

Walter —el abogado— me dijo que el testamento que presentaba Eleanor tenía detalles sospechosos: fechas incongruentes, firmas dudosas…

—No se preocupe, Alexander —me dijo. Conseguiremos solucionarlo. Tengo todo lo que necesito. Estaremos en contacto. No hablaremos por teléfono, mejor en persona. Así evitamos grabaciones. Si Eleanor se entera, intentará grabarlo todo, y nosotros evitaremos eso. Todo vale ante un juez, Alexander, y nosotros no le daremos motivos.

Me pareció bien. Salí de su bufete, llamé a un taxi para ir a recoger mi coche y, antes de irme del cementerio, decidí volver a visitar la tumba de mi madre.

Caminé. Me acerqué. Sobre la tumba de mi madre había una mujer dejándole flores. Me sorprendió. Me detuve unos segundos y luego le pregunté:

—¿Qué hace usted aquí? ¿Quién es?

La mujer salió corriendo. No pude verle la cara.

Me quedé allí, parado, preguntándome quién podría ser.

Luego volví a casa. Llevaba casi dos días con la misma ropa. Al entrar, encontré mis maletas junto a la puerta de entrada. Charlotte estaba en la cocina, tranquila.

—¿Qué hacen mis maletas en la puerta? Esta es mi casa. Que yo sepa, la compré y la pagué.

—Llevas toda la noche desaparecido. ¿Y me preguntas por qué? Llamé a tu madre y me dijo que estuviste allí ayer… borracho.

—Mira, Charlotte. Es cierto, estuve en su casa. Y me enteré de algo que ni siquiera sabía: ella no es mi... madre. Me quedé en un hotel. No quiero hacerte daño, pero será mejor que nos separemos. Cuando todo esto salga a la luz.

—Alexander, ¿tú crees que mi padre sabía lo de tu madre? Conociéndolo… es capaz de todo, solo por verme casada con un hombre rico.

—No lo creo, a tu padre no le gusta estar en boca de nadie. Te voy a dar un consejo, Charlotte. Busca un hombre que te ame de verdad. No tiene que ser rico. Lo importante es que te haga feliz. Créeme: el dinero no lo da todo. Te lo digo porque lo sé.

—Dime la verdad, Alexander. ¿Sigues queriendo a Isabelle?

—Sí… pero de poco me vale. He perdido muchos años. Ella ahora está con Taylor. Y lo que más deseo… no se compra con dinero.

—Entiendo lo que quieres decir. Supongo que, cuando se ama de verdad, no hay nada más importante. Y a nosotros eso… no nos ha pasado nunca. Haré mi maleta ahora mismo. Siempre supe que no me amabas. Y yo tampoco a ti. Pero mi padre… jamás me habría perdonado si te hubiera dejado. ¿Lo entiendes, Alexander?

—Sí, Charlotte —le contesté.

Charlotte salió por la puerta con su maleta. Le dije que podía llevarse todo: las joyas, la ropa, los perfumes. Antes de salir, se giró y me dijo:

—Creo que lo nuestro fue un error. Uno que hemos pagado muy caro, por habernos juntado por decisión de otros.

—Sí. —Creo que tienes razón —le respondí.

Cerró la puerta.

Me dio pena. Ella también había sido utilizada por su padre. Y lo volvería a ser si no abría los ojos. Le dije que, si necesitaba ayuda, contara conmigo. Que no volviera a dejarse manipular por ese hombre.

Me senté en el sofá. Suspiré y miré a mi alrededor. Estaba completamente solo. Me levanté y bebí agua. Y entonces… sonó mi móvil.




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