Me acerqué al despacho de Walter; me estaba esperando. Toqué la puerta.
—Pase —me contestó enseguida.
—Buenos días, Walter.
—Buenos días, Alexander. Siéntate, por favor.
—¿Hay novedades? —pregunté yo.
—Sí, algunas. Fui a hablar con la señora María y corroboro lo que me habías dicho. Y sí, la señora Casandra Lucía tuvo una relación con tu padre, y fruto de ello nació un bebé. Pero... está por comprobar si ese bebé eres tú. Tendríamos que hacer una prueba de ADN. El problema es la señora Casandra.
Habría que pedir una exhumación del cuerpo de Casandra. Tenemos que verificar que ella es tu madre y si efectivamente está ahí. Por ahora solo tenemos la palabra de María, y eso, la verdad, no vale de mucho.
Intenté buscar algún familiar cercano o lejano de ella, pero no encontré nada… y eso me hace sospechar.
También tenemos el supuesto testamento de Eleanor, que es falso sin ninguna duda. Pero hay más...
Eleanor hizo firmar a tu difunto padre un documento, supongo que cuando él ya no se encontraba en sus plenas facultades. En ese papel consta que le vendió las dos empresas a tu madre. El documento es legal, aunque la venta haya sido falsa. Pero el único que podría confirmar eso es tu padre… y por desgracia ya no está; por ese lado Eleanor fue inteligente en su momento, lo dejó todo bien atado.
Seguiré investigando para ver si podemos hacer algo, pero si vamos a juicio con esto, te lo adelanto: lo perderíamos, sin ninguna duda; Eleanor se ocupó de atar bien todos los cabos.
Después estuve averiguando sobre ese tal David, que aparece en el testamento de tu madre. No he podido dar con él; no tenemos apellidos ni más datos. Pero seguiré investigando. Lo que sí creo es que la conexión entre él y Eleanor es muy grande.
Alexander, me trajiste unos documentos de tu padre, de las empresas, en los que tu madre decía que había habido robos cometidos por sus empleados, ¿te acordás? Pues los documentos están bien, si no fuera porque, a través de ellos, se han estado llevando muchos millones de dólares a unos cuantos paraísos fiscales.
Por ahora, esto es todo. Pero sigo con ello.
—Vaya… no me lo esperaba. Así que Eleanor ha podido estar sacando millones de dólares. No me sorprende. Es ambiciosa y mezquina. Sigue estirando del hilo hasta ver dónde llegamos.
De todas maneras, esta tarde iré a ver a María. Ella me dijo que, entre sus cosas, podría tener alguna foto o cartas. También hablaré con Antonio. Trabaja en la casa de mis padres desde hace muchísimos años. Estoy seguro de que sabe más cosas… pero le tiene miedo a Eleanor.
—¿Sabés algo sobre el pasado de Eleanor? —le pregunté.
—No. No he podido investigar aún, pero estoy seguro de que esa mujer esconde secretos...
Después de estar un rato más con él, me fui. Necesitaba un momento estar solo.
Enfrente del bufete había un estanco. Entré y compré un paquete de tabaco. Solo había fumado cuando era un crío, pero necesitaba despejar mi cabeza.
Me senté en el parque. Justo había quedado un banco vacío. Encendí un cigarro y me puse a pensar en todo lo que mi abogado me había dicho.
Eleanor me había estado engañando durante treinta y cuatro años, creyendo que tenía una madre… y en realidad era mentira, y a saber en qué más me habría mentido. Ha estado años robándome en mis propias narices. Había traicionado a mi padre y a mí...
Ahora sí, algunas cosas estaban empezando a tener sentido.