Capítulo 84 De viaje

Días más tarde, envié un email a Alexander con tres bocetos bien organizados. Le expliqué que tenía que ausentarme unos días por otro proyecto y que, a mi regreso, nos veríamos para que él me dijera cuál había decidido. Me despedí escribiendo: Nos vemos pronto. Un saludo, Isabelle.

Salí al baño un momento y dejé el móvil en la oficina. Cuando volví, vi una llamada perdida de Alexander y un mensaje de WhatsApp:

Llámame cuando puedas, por favor.

Lo llamé enseguida.

—Dime, Alexander. —¿No te han gustado los bocetos? —¿Tenías tú otras ideas? —No te preocupes, cambiamos lo que tú quieras —le contesté yo.

—No, tranquila. Ni siquiera los he mirado aún, solo he leído lo que me escribiste. ¿Te vas, Isabelle? ¿Y me dejas solo? No será por mucho tiempo, ¿verdad?

—Como te dije en el mensaje, son solo unos días. Pero no te preocupes por el proyecto, seguiré pendiente. ¿Y tú, cómo estás?

—Estoy bien, gracias. Ya te contaré... Espero que no tardes mucho en regresar. Te echaré de menos. Y ya sabes, si necesitas algo, solo tienes que llamarme; para lo que sea, me tienes aquí para todo. Bueno, preciosa, te dejo, me están llamando por la otra línea. Cuídate mucho, cariño. Te mando un beso.

Alexander se había vuelto cariñoso, pero yo no podía corresponderle. Y no era porque no insistiera…

Salí de mi oficina para hablar con Amelia sobre mi viaje.

Desde fuera, se oía claramente que discutía con alguien por teléfono. Me quedé esperando a que terminara, hasta que oí cómo colgaba.

Llame antes de entrar.

—Adelante —contestó Amelia.

—No sé si te pillo liada ahora mismo.

—Para nada, Isabelle. Cuéntame, ¿qué necesitas?

—Acabo de enviar a Alexander tres propuestas por email, y ya estoy lista para irme a Estados Unidos. Como me dijiste que tú pagabas los pasajes... serían dos: el mío y el de Ethan. Saldríamos mañana, que es sábado.

—Vas un poco rápido. ¿Ya terminaste entonces lo de Alexander? ¿Está contento?

—Amelia, ni siquiera ha podido ver los bocetos. Está ocupado con otras cosas de su trabajo. Le dije que, cuando regrese, lo llamo y nos vemos en persona para decidir lo que más le guste. Más no puedo hacer por ahora.

—"Más no puedes hacer por ahora"... ¿Estás segura? Porque lo suyo habría sido que te molestaras en ir a enseñarle los bocetos en persona. Eso es lo que hace una profesional: molestarse en hacer bien su trabajo. Para eso te pago. Pero tú solo piensas en irte, en pasar unos días en la playa, y ya está. Y para colmo, me pides dos pasajes. Con toda tu cara, ¿tú lo ves normal? Yo creo que no.

—Primero, Amelia: sé que Alexander no está para que yo lo moleste ahora mismo, tiene problemas personales, y además el proyecto no corre prisa. Le dije que, cuando vuelva, lo llamo y me acerco a verle. Él no se ha molestado, sino todo lo contrario. Amelia, estás haciendo un mundo de esto; ves problemas donde no los hay. Y sobre los billetes, tú misma lo dijiste: llegamos a un acuerdo. Que tú cubrías mis viajes y los de mi hijo, ¿no es así?

—No estoy haciendo un mundo, Isabelle; debes de reconocer que no has actuado bien. Y sí, en aquel momento lo dije, pero ahora no estoy para tirar el dinero. Pagaré tu billete, pero no el de tu hijo. Y si te pones chula, pagas el tuyo también. Es lo que hay, Isabelle. Estoy haciendo una inversión importante en este proyecto, pero por ahora no veo ningún beneficio, solo gastos.

—Está bien —le contesté. No tenía ganas de discutir; cuando se pone a malas es insoportable, no hay quien la aguante.

Me levanté y cerré la puerta, sin decir ni un adiós.

Yo sabía que estaba invirtiendo bastante dinero en todo esto, pero ese había sido el trato… y ahora había dado marcha atrás.

Me fui a casa. Por la tarde no tenía que volver a trabajar, así que aprovecharía para buscar vuelos. Tenía que encontrar tres pasajes baratos. Y preparar las maletas, rumbo a los Estados Unidos.