Volver a Tí

Capítulo 86 La corona.

Pasamos el domingo todos juntos. Por la noche, Taylor y yo nos fuimos a la cabaña para estar solos. Queríamos aprovechar al máximo el tiempo juntos y poder tener nuestra intimidad.

Al día siguiente, Taylor me llevó a las oficinas de Kevin. Allí me esperaba su hija.
Taylor me la presentó. La chica era preciosa: melena rubia, unos ojos azules impresionantes y un cuerpo de escándalo.
Nos subimos en un deportivo convertible.

Como no hablaba, empecé yo la conversación:
—Tienes un coche precioso, Hadley. Ya me gustaría a mí.
—Vale demasiado para ti... ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
Era la típica niña de papá; ahora sabía que si me quería llevar bien con ella, tenía que jugar su juego.

Llegamos a su mansión. Era enorme y hermosa, con unos jardines espectaculares y vistas al mar. Tenía incluso una playa privada.

—Bueno, Hadley, ¿tenías pensado algo? —Dime más o menos lo que te gustaría, así me hago una idea de lo que quieres —le pregunté.
—Me gustaría casarme en la playa, aunque a veces prefiero el jardín. Como has visto, la playa es solo nuestra. Y mi novio quiere algo que sea impresionante. Llevamos un año juntos.
Empezó a hablar de su vida como si nos conociéramos de toda la vida.

—Antes tuve otros novios, pero como este ninguno. En la cama es maravilloso. Es de esos hombres que te dejan totalmente satisfecha. Tú ya me entiendes.
—Sí, claro —contesté, y cambié rápidamente de tema.

—Vale, más o menos entiendo lo que buscas. Voy a preparar unos bocetos y te los iré enseñando hasta que demos con lo que quieres. ¿Te parece bien, Hadley?
—Sí, claro. Y perdona lo de antes, no quería ser tan grosera. Pero al principio no confío en nadie. Me has caído súper bien. Gracias, Isabelle. ¿Te acerco a las oficinas de mi padre?
—Sí, por favor, me harías un gran favor.
—Claro, vamos.

Cuando llegamos, Taylor estaba reunido con Kevin. Al verme, salió enseguida.
—¿Qué tal te ha ido, amor? ¿Todo bien? Es una chica especial, ¿verdad? Pero no es mala chica.
—No, es maja. ¿Dónde hay taxis para volver a casa?
—Aquí no hay, princesa. Dame unos minutos y te acerco.

Me quedé esperándolo. Al poco rato salió.
—Vamos, es la hora de almorzar. ¿Te apetece comer algo? A mí sí...
—¿Ya tienes hambre? —le pregunté. ¡Sí hemos desayunado hace poco!
—Me apetece comerte a ti... No puedo dejar de pensar en ti. ¿Quieres que vayamos a la cabaña?

—Taylor, no conocía esa parte de ti... La tenías bien escondida.
—No, yo no soy así, pero no sé qué me pasa contigo. Antes jamás me había pasado. Pero desde nuestra primera noche, no dejo de pensar en ti. Te deseo, no lo niego, pero eso no es malo; en una pareja tiene que haber pasión, amor.

—Desde luego, es una parte. —Mi chico es muy apasionado —le sonreí con una sonrisa pícara.

Desde que llegamos, la cabaña se había convertido en nuestro nido de amor. Íbamos todas las noches, y allí disfrutábamos de nuestros momentos más íntimos. Nunca hubiera imaginado que Taylor fuera tan fogoso.

Al día siguiente, le pasé dos bocetos a Hadley. No quedó muy satisfecha con el resultado, así que pensé en cambiar de dirección y proponerle otras ideas.

Mi hermano y Ethan pasaban todos los días en la playa. Se habían puesto morenos, mientras yo me pasaba el día frente al ordenador y Taylor trabajaba. Solo nos veíamos por la tarde-noche. Desde que habíamos llegado no salíamos juntos, solo por la noche a dar un pequeño paseo por la playa.

Solo me quedaban dos días para volver, y por más que había hecho bocetos, no encontraba la manera de impresionarla. Me decía a mí misma que no podía ser tan difícil; solo se trataba de tener imaginación, buen gusto y el resto fluía solo. Me repetía una y otra vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.