Cuando llegué a casa, se lo dije a mi padre, que se encontraba en el jardín leyendo el periódico.
—Detrás de todo esto, Isabelle, tiene que haber algo más... —comentó, dejando el diario a un lado. La reacción de Amelia es bastante rara. Cuando empezaste con ella, te dio la oportunidad de trabajar para ella; era simpática, incluso cuando tenías poca experiencia; por eso, algo no encaja. Puede que esté bajo presión, o simplemente se sienta sobrecargada. Quizá tenga asuntos personales... Pero lo que no creo es que lo haya hecho con mala intención.
—Tal vez tengas razón, papá. Pero siempre soy yo la que paga los platos rotos, y tampoco es justo. Hay muchas empresas como la suya; en cualquiera puedo trabajar.
—Sí, Isabelle, eso sí. ¿Pero qué harás? ¿Se lo contarás a Taylor? Posiblemente abandone el proyecto… Lo hizo por ti.
—Sí, papá, lo sé… Y eso es lo que más me importa; sé que a él le gusta este proyecto. Taylor es un gran profesional, y Kevin está muy contento con él. Y no quiero que mi decisión influya en su trabajo. Papá… te tengo que contar algo que pasó estando en Martha's.
—¿Me estás asustando, hija? ¿Estás embarazada de Taylor?
—¡No, papá! ¿Cómo crees? Te quería decir que Taylor me ha pedido matrimonio.
—¿Y tú, qué le has contestado, hija? Que nos conocemos…
—Le dije que sí, papá. Es un buen chico, honrado, trabajador, atento, simpático… y quiere a mi hijo como si fuera suyo. Lo quiero como nunca pensé en enamorarme así.
—Me ha costado mucho escuchar esas palabras, Isabelle… Pero Taylor es un buen hombre para ti. Desde que lo conocí, supe que estabais hechos el uno para el otro. Me alegro muchísimo, hija. Dame un abrazo. Tu madre se va a poner muy contenta cuando lo sepa.
Sonó mi móvil. Miré quién era.
—¿No lo vas a coger, Isabelle? —me preguntó mi padre.
—Es Alexander. Debe ser por el nuevo proyecto.
—Isabelle, no creo que sea bueno que sigáis viéndoos, después de lo que pasó. ¿Tú estás segura? ¿Alexander no estará intentando volver contigo? Nunca me gustó para ti, no sé, tiene algo que no... De todas maneras, tendrás que decirle que no trabajas para Amalia; tarde o temprano se enterará.
—Lo sé, papá, supongo que se tendrá que buscar a alguien. Es un trabajo impresionante, pero las cosas ahora son así.
Cogí la llamada.
—Hola, guapísima. ¿Puedes hablar, o te pillo muy liada? Bueno, cuéntame... ¿Qué tal tu viaje? Sé que llegaste ayer; me lo comentó Amelia. Y hoy ya estás al pie del cañón como siempre; cómo se nota que te fascina tu trabajo.
—Hola, Alexander, el viaje fue muy bien, pero fue por trabajo, no fue ocio. De todas maneras, creo que será mejor que hables con Amelia. Yo ya no llevo tu proyecto, lo siento.
—Pero... ¿Cómo que tú no lo llevas? Vamos a ver, yo hablé con Amelia, y quedamos en eso; pensé que había quedado bien claro, pero veo que no, pues me va a oír...
—Lo siento mucho, Alexander, no te puedo decir más.
—¿Pero dime qué pasado, Isabelle? Amelia no puede tomar decisiones así sin antes consultarnos; su hermano y yo somos socios mayoristas.
—Mejor habla con ella, de verdad, Alexander, de todas maneras tampoco pasa nada. Hablamos en otro momento, chao.
—Está bien, hablaré con ella, estamos en contacto, cuídate, preciosa.
Más tarde llegó mi madre. Mi hermano había ido al parque con Ethan. Cuando llegaron, nos pusimos a comer; comenté que por la tarde había quedado con Victoria para la mudanza. Me llevaré a Ethan, y luego nos quedaremos un rato en el parque.
Subí a ducharme y a cambiarme. Me puse un chándal y unas deportivas cómodas. Sonó mi móvil de nuevo, era Taylor. No sabía cómo iba a contarle lo que había pasado.
—Hola, preciosa. ¿Qué tal te fue con Amelia? Estará contenta después del pedazo de proyecto que has hecho. ¿Y Ethan, qué está jugando? ¿Amor?
—Taylor… tengo algo que contarte, pero…
—¿No te habrás arrepentido de prometernos, no? —Isabelle… princesa —me dijo bromeando—, amor, no quiero que tengas dudas de nuestro amor, tampoco te he dicho que nos vamos a casar mañana, bueno, o sí… Jajaja, es broma, amor, no te preocupes, piensas demasiado.
—No, Taylor, no es eso. Yo…
Ethan vino corriendo al oír su voz.
—¡Papi! ¿Cuándo vienes? Me gustó mucho ese sitio; te echo de menos.
—No te preocupes, hijo, dentro de unos días estaré ahí. Pásale el móvil a tu mami, cariño.
—¿Vas a venir? —pregunté. —¿Y el proyecto, amor?
—Tengo que volver, amor. Hay cosas que Kevin quiere que haga yo mismo. Además, al ser un proyecto más grande, la inversión de Amelia tiene que ser mayor. Tengo que hablar con ella; espero que no se enfade.
—Taylor, yo…
—¿Qué te pasa, Isabelle? Te noto nerviosa. Cuéntame, amor. ¿Qué es lo que ocurre, has tenido algún problema?
—Sí, ha ocurrido algo. Amelia me quitó el proyecto de Hadley y decidí marcharme. Además, yo estaba trabajando en otro proyecto: reformar las instalaciones de la empresa de Alexander.
—Supongo que le dijiste que no, Isabelle.
—No, pude decirle que no, me lo impuso. Amelia aceptó ese proyecto a cambio de que yo lo llevara. Sí acepté a la fuerza, pero solo fui a hablar con él una vez a su oficina, amor.
—Pero, ¿cómo pudiste aceptar semejante proyecto, Isabelle, por Dios? Después de todo lo que ese... te ha hecho. Tú sabes que solo te quiere a ti; el proyecto le importa muy poco. ¿Cómo pudiste hacerlo? No lo entiendo, de verdad, ya no eres una niña, ese tío solo piensa en llevarte a la cama.
—Él puede pensar lo que quiera, yo no lo quiero; además, no he hecho nada malo, Taylor. No lo he vuelto a ver, yo no quiero nada con él, y tú lo sabes, amor. Hasta los bocetos se los envié por email antes de ir a Martha’s, para no verlo.
—¿Y estuviste aquí y no me dijiste nada? ¿Por qué me lo has ocultado? Habrá un motivo, digo yo. Nunca pensé esto de ti, Isabelle. Siento que me has engañado.
—Tenía miedo de tu reacción… y a esto precisamente es a lo que quería evitar, no te he engañado. ¡Mira cómo te has puesto! Y no ha pasado nada.