Volverás a mí

18

Tan rápido como había empezado, el verano ya estaba por terminar y el semestre estaba por comenzar una vez más. Ian estaría de regreso pronto y Jessica le había comentado de los cambios con los que se encontraría en casa: para empezar, Cecilia estaba de regreso luego de haber pasado 6 meses en Querétaro y se estaba dedicando nuevamente a administrar el restaurante. Gabriel por su parte había recibido una propuesta de trabajo en la misma empresa donde había hecho sus prácticas y la había aceptado; ahora estaba trabajando de tiempo completo ahí. “Gabriel ya es todo un señor” bromeaba Jessica.

El día que Ian regresó, Gabriel se ofreció a recogerlo del aeropuerto ya que su trabajo no quedaba demasiado lejos, además de que Ian llegaría alrededor de la hora en la que Gabriel salía de trabajar y así podrían llegar los dos juntos a Ítaca a cenar. Por una parte Ian estaba aliviado de saber que únicamente Gabriel iría a encontrarlo porque durante su estancia en Wanaka había decidido que lo primero que quería hacer era hablar con él y decirle al fin sobre la relación que había empezado con Jessica. No quería mantenerlo como un secreto y mucho menos tener a Gabriel ajeno a lo que sucedía.

—¿Vamos directo a Ítaca?—dijo Ian mientras conducían a Ítaca.

—Si,¿necesitas pasar a algún otro lugar?—preguntó Gabriel

—No precisamente, pero antes de llegar hay algo de lo que necesito hablar contigo—dijo Ian tratando de sonar lo más casual posible, aunque percibía que no lo había logrado.

—Está bien—dijo Gabriel mientras continuaba manejando. No preguntó más en el trayecto pero sospechaba de lo que trataría la conversación.

Al fin llegaron al pueblo, donde Ian empezó a reconocer el lugar y extrañamente empezó a sentirse como en casa. Gabriel condujo hacia el centro del pueblo, cerca de la Plaza de la Concordia, y encontró un lugar para estacionarse. Ian entendió que aunque se encontraban todavía a un par de cuadras de Ítaca, Gabriel había elegido este lugar para tener la conversación. Los dos muchachos entonces bajaron del auto y caminaron hacia la plaza, hasta llegar a una zona donde no había demasiada gente y el ruido era menor. Ninguno dijo nada luego de bajar del auto e Ian sentía como si estuviera dirigiendo a la oficina del director a recibir una reprimenda.

—¿De qué quieres hablar? —dijo Gabriel tranquilamente mientras se detenía en una de las áreas donde había mesas y bancas y se apoyó sobre una de ellas, pero sin sentarse.

—Verás, es algo que sé que debí haberte dicho hace tiempo, pero no encontraba cómo hacerlo ni tengo idea de cómo lo tomarás—dijo nerviosamente Ian —, porque se trata de Jessica. No tengo ni idea de cuándo ni cómo sucedió pero desde que la conocí en Auckland algo en ella me llamó la atención, y estando aquí empecé a pasar más tiempo con ella y la empecé a conocer mejor…y me enamoré de tu hermana.

Hubo un momento de silencio tenso. Ian no sabía ni cómo reaccionaría Gabriel, quien continuó sentado en silencio, hasta que por fin habló:

—Lo sé—dijo Gabriel tranquilamente para asombro de Ian —. De hecho tenía mis sospechas desde hace un tiempo…No sé qué tan serio sea, pero no voy a decirte que termines con ello, ni me voy a comportar como un hermano celoso diciéndote que te alejes de Jess. Sabía que esto tenía que pasar en algún momento, aunque me tomó un poco de sorpresa, si te soy sincero…

—La realidad es que hemos estado saliendo desde hace un tiempo, pero nada serio todavía—dijo Ian —¡Pero tampoco estoy pasando el tiempo con ella!—agregó de inmediato.

—Está bien—dijo Gabriel —. La verdad es que me alivia mucho saber que eres tú con quien anda mi hermana. No se la confiaría a nadie más que a ti. Pero tengo que decirte que sí me preocupa un poco que tú sólo estarás aquí unos cuantos meses más y no quiero que… 

—Jamás la lastimaría, Gabriel—interrumpió Ian —. No te lo estoy diciendo sólo como tu amigo, te lo digo como hombre. Tienes mi palabra.

—Estoy seguro de eso, Ian. Lo que quiero que tengas en  cuenta es que, hasta donde yo sé, esta es la primera relación seria que Jessica ha tenido. Vas a tener que ser muy paciente con ella en algunas cosas, tiene mucho que aprender todavía y puede que en esos tropezones y errores pudiera lastimarte ella a ti y tampoco quiero que eso suceda, porque eres mi mejor amigo y te aprecio demasiado. 

—Valoro mucho que te preocupes por mí también, Gabriel. Me habría gustado ser más valiente y decírtelo antes. No quería mantenerlo en secreto por tanto tiempo.

—No te preocupes, lo entiendo. Lo único es que tendrán que mantenerlo en secreto de mi mamá. Es buena onda y muy relajada, pero si sabe que ustedes dos andan y encima están viviendo bajo el mismo techo, digamos que le va a preocupar (por no decir escandalizar) bastante. Yo no diré nada, pero tendrán que ser prudentes en todo. Y por favor, ningúna muestra de afecto en público…porque me incomoda pensar en que mi hermana y mi mejor amigo…

Luego de aquella plática, los muchachos se dirigieron caminando a Ítaca, donde Jess los esperaba. Sabía que Gabriel llegaría a cenar ahí y que Ian ya venía con él. Sabía que tendría que contenerse al ver a Ian, y no tenía idea de si podría hacerlo, pero hubiera estado mucho más inquieta si se hubiera quedado en casa a esperar a los muchachos. Había estado desde hacía un buen rato yendo y viniendo por el jardín del restaurante cuando por fin vio entrar a su hermano y a Ian por la reja exterior. Ella se acercó a un paso prudente mientras Ian se acercaba también con la sonrisa más grande en los labios. Y de pronto, sabiendo que debía contenerse en presencia de su hermano, Jessica se detuvo apenas a un par de metros frente a ellos.

—Bienvenido de regreso—dijo Jessica tratando de sonar lo más normal posible y procurando ocultar lo feliz que estaba lo mejor que podía.

—Ya, dense un abrazo—dijo Gabriel para sorpresa y susto de Jessica.




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