Volverás a mí

28

Una nueva semana de trabajo había empezado y ahora Jessica estaba haciendo su trabajo con mínima supervisión de Daniel y únicamente lo consultaba cuando era estrictamente necesario o cuando eran aprobaciones que sólo él podía dar. Llegó el miércoles y Jessica temía que llegara el final del día: Daniel se ausentaría jueves y viernes de la oficina, lo que significaría que ella se quedaría a cargo del proyecto y de todas las tareas y le asustaba no saber qué hacer ella sola si surgía algún problema. Procuró continuar con sus tareas para no predisponerse sin embargo, el tan temido final del día al fin llegó.

—Bueno, Jess, a partir de mañana te quedas a cargo—dijo Daniel sacándola de sus pensamientos—. Se atraviesa el fin de semana, así que no debería haber ningún incidente mayor. En todo caso, Jeff estará disponible por si tienes alguna duda. Yo te estaré llamando de vez en cuando para revisar cómo va todo. Y si tú necesitas algo, también puedes mandarme un mensaje o llamarme.

—Espero que no sea necesario interrumpirte—dijo Jessica.

—No te preocupes. Cualquier cosa que necesites, llámame. Tienes mi itinerario así que sabes a qué hora y dónde encontrarme. En todo caso, Will también te podrá ayudar a encontrar la información que necesites.

Daniel, como siempre, se quedó un rato más trabajando en la oficina pero Jessica se despidió de él pues ya había terminado su jornada de trabajo.

—Descansa, porque a partir de mañana serás la jefa—dijo Will a tono de broma al ver a Jessica pasar por su lugar al salir de la oficina.

—Sí, claro—respondió Jessica, sabiendo que Will bromeaba.

—Es que es en serio, Jess: en ausencia de Daniel tú te quedarás a cargo de todo el proyecto, ¿no? Eso te va a convertir en mi superior—dijo Will—. Así que lo que necesites que haga, sólo tienes que decírmelo.

—Gracias, Will—dijo Jessica —. Claro que te tomaré la palabra; espero que no se me suba el poder a la cabeza—agregó bromeando.

Al día siguiente al llegar a la oficina parecía estar todo bajo control. Daniel había llamado para notificarle a Jessica de un par de tareas que ella pudo completar fácilmente y el resto de llamadas que hubo en la tarde con solicitudes de reportes o información no fueron difíciles de proveer. Si el día siguiente sería igual que ese que estaba por terminar, entonces Jessica no tendría nada de qué preocuparse. Pero como solía suceder cuando todo parecía estar en orden, el viernes se desató el caos: de la nada, empezaron a llover llamadas solicitando información, reportes, itinerarios, hojas de proyecto, contactos…y todos eran urgentes. Y, como si la gente que la estaba contactando lo supiera, empezaron a pedir información que requería de más tiempo para procesar.

En ese momento Jessica buscó a Will, quien le ayudó a conseguir y enviar la información que les pedían y por un rato mantuvieron todo bajo control pero después de un par de horas, parecía que por cada tarea que completaban aparecían otras tres. Hubo un momento en el que Will estaba procesando y enviando toda la información mientras Jessica atendía llamadas urgentes tanto de los curadores de Te Papa como los de México, y aunque sólo eran llamadas informativas, ella no tenía ni idea de si se requería alguna acción de su parte o si simplemente tenía que avisarle a Daniel o a Jeff. Las horas de trabajo de ese día se le hicieron eternas a Jessica y sólo esperaba estar haciendo todo bien.

La hora de la comida estaba por llegar, y aunque Jessica ya moría de hambre, con todas las solicitudes que habían llegado ese día, había decidido pedir algo de la cafetería y comer ahí para avanzar con todos los pendientes. Acababa de decidir eso cuando vio que Will estaba en la puerta asomándose a la oficina.

—Jess, ya es hora de comer. Vamos—dijo Will asomándose a la oficina donde Jessica acababa de terminar una llamada con los curadores del museo.

—Gracias, Will, pero ve tu, creo que me quedaré a terminar…—

—No es una pregunta, Jess—interrumpió Will con autoridad —, vamos a comer juntos.  Los reportes y solicitudes estarán todavía aquí cuando regresemos—agregó el muchacho.

El muchacho se acercó al escritorio donde tomó a Jessica de la mano para llevarla con él. Jessica no se resistió y tomando su cartera salió junto con Will de la oficina. Los muchachos se dirigieron a uno de los restaurantes cercanos a la oficina; Will insistió en ir a un lugar lo suficientemente alejado para que Jessica pudiera despabilarse luego de todo el maratón de esos días.

—Sé que no estoy haciendo ni la mitad de lo que hace Daniel en el día a día y hasta me siento mal de quejarme de que ha sido mucho trabajo en estos días—confesó Jessica mientras comían.

—Bueno, pero Daniel es Daniel y tú no estás acostumbrada a este ritmo de trabajo—dijo Will—, al menos no todavía.

—En serio no tengo ni idea de cómo es que él ha podido hacer tantos proyectos él sólo y a este ritmo—continuó Jessica —. Bueno, sé que tú le ayudas demasiado, no estoy desmereciendo tu trabajo…

—No te preocupes—dijo Will sin sentirse ofendido —, sé a lo que te refieres. Por mucho que yo le ayude, aún así toda la responsabilidad y la mayor parte de tareas cae sobre él. La verdad es que yo tampoco entiendo cómo lo hace, pero sea como sea lo hace bien.

—Sí, me sorprende que pueda con todo. Supongo que además de toda la energía que parece tener, también le ayuda toda la experiencia que tiene con proyectos de este tipo.

—Así es. Según sé, tiene casi ocho años trabajando en el Ministerio—recordó Will —. Al parecer llegó cuando era todavía un estudiante en la universidad y cuentan que impresionó tanto a Jeff con las ideas y propuestas que traía que lo contrató de inmediato. Y desde entonces así ha seguido. Pero no hay que hablar del trabajo—agregó Will —, por ahora necesitas despejarte.

—Tienes razón. Necesito olvidarme un poco de los pendientes de la oficina—dijo Jessica —. Justo se me ocurre otro tema en el que creo que podrías ayudarme: ¿sabes cómo podría promocionar vinos o un servicio de enología?




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