Volverás a mí

29

Empezó una nueva semana de trabajo en el Ministerio de Cultura; la cuenta regresiva para la inauguración de la exposición ya había empezado y cada día parecía que las tareas se multiplicaban. Para Jessica esa era una semana muy corta, sólo trabajaría el lunes y martes, y en esos días se había dedicado a hacer sus tareas diarias en la oficina además de procurar dejar todo en orden para que en su ausencia tanto Daniel como Will pudieran encontrar fácilmente todos los reportes e información que pudieran necesitar.

Al fin llegó el final del día y aunque Jessica salió un poco más tarde de lo habitual y estaba agotada, había logrado completar todos sus pendientes en tiempo.

—Se supone que está todo en orden y en archivos que podrán encontrar fácilmente. Espero que no tengan ningún problema en estos días—dijo Jessica.

—Gracias…—dijo Daniel secamente.

—Bueno…—dijo Jessica sin saber qué más decir—. Creo que eso era todo lo que quería comentarte. Entonces, nos veremos el próximo lunes— y sin decir más, Jessica tomó sus cosas y se dirigió a la puerta de la oficina.

—Jess—llamó Daniel de improviso haciendo que la muchacha se detuviera y se girara de inmediato—No, nada…Que te vaya muy bien—agregó con una sonrisa.

A Jessica se le hizo demasiado extraño pero procuró no darle demasiada importancia. Estaba ya saliendo de la oficina por la pequeña estancia en donde se encontraba el lugar de Will cuando el muchacho la detuvo para despedirse de ella.

—Te diría que disfrutes de tus días de descanso, pero sé que te estarás preparando para tus exámenes—dijo Will al ver salir a Jessica.

—Exactamente, no van a ser vacaciones del todo, pero espero terminar todo pronto para tener algo de tiempo para descansar.

—Bueno, entonces nos vemos aquí el lunes. Espero que no muramos sin ti.

—No hagas tanto drama, Will—bromeó Jessica —. Estarán bien sin mí. Así ha sido desde antes de que yo viniera aquí, obviamente seguirán teniendo todo bajo control. Pero si te da más tranquilidad, te dejo mi número por si hay una emergencia. Te lo dejo a ti porque seguro Daniel lo va a traspapelar.

—Gracias, Jess, pero no voy a llamarte para nada. No que no nos vayas a hacer falta, pero estarás en días libres así que no es mi intención interrumpirte ni molestarte.

—No será molestia, Will, pero te agradezco la consideración. Nos vemos el lunes entonces—dijo Jessica despidiéndose y saliendo de la oficina.

Cuando Jessica llegó a casa, Edwina todavía no estaba ahí, así que aprovechó a preparar la cena y a empezar a trabajar en sus tareas pendientes de la escuela. Sus exámenes no serían precisamente escritos, sino que tenía que presentar trabajos digitales, así como su reporte sobre el proceso, y para otras materias un trabajo físico usando las técnicas que había aprendido. Las materias que llevaba ese semestre eran más artísticas que nada y Jessica estaba encantada con lo que estaba aprendiendo.

Luego de un par de horas, Jessica escuchó que Edwina había llegado a casa y salió a recibirla.

—¡Qué sorpresa verte aquí!—dijo Edwina al ver a Jessica en casa —Pensé que tardarías más en llegar. Con eso de que tenías que dejar tantas cosas listas antes de estos días.

—Sí, yo también pensé que tardaría más. Se me hizo raro que no estuvieras aquí—dijo Jessica mientras se estiraba luego de un largo rato sentada trabajando.

—Aproveché para ir a apartar un stand para el próximo evento en la universidad—dijo Edwina —. Ya tengo casi todo listo para la demostración de vinos. El fin de semana me mandarán algunas botellas de Wanaka. Espero que puedas hacer un poco de tiempo en tu agenda para ayudarme ese día. ¿Si lo harás, verdad?

—¡Claro! Te dije que te ayudaría en todo—dijo Jessica animando a su amiga —. De hecho, aparté un tiempo en estos días para que terminemos de pensar en las degustaciones y que elijas los posters antes de llevar a imprimirlos.

—Pero este tiempo que tendrás “libre” es para avanzar en tus proyectos y estudiar. No quiero distraerte y robarte tiempo.

—Nada de eso, la verdad es que mis tareas y trabajos los puedo terminar, por muy tarde, el jueves en la mañana. Eso, aparte de que hay algo que tengo pendiente que quiero hacer.

—¿Y se puede saber qué es ese otro pendiente?—preguntó Edwina con demasiada curiosidad.

—El viernes quiero ir a Auckland y pasar allá el fin de semana—dijo Jessica con una sonrisa traviesa —. Ese día sólo tengo una clase por la mañana, así que podré llegar justo a tiempo para comer con Ian.

—¡Vaya! ¡Bravo! Me da gusto saber que también harás tiempo para ir para allá.

—La verdad es que puedo terminar todas mis tareas y trabajos en dos días a lo mucho, pero pedí un par de días extra porque también necesito descansar, aunque sea un poco. El trabajo ha estado demasiado intenso y sé que se vendrá mucho más pesado antes de la exposición, y hasta entonces creo que no habrá otra oportunidad de tomar días libres.

—Me alegro por ti, Jess—dijo Edwina poniendo la mano en el hombro de su amiga —Les hace falta verse a Ian y a ti, y que pasen tiempo juntos. Si quieres, el viernes puedo llevarte al aeropuerto.

—Te voy a tomar la palabra. Me iré con todo y maleta a la universidad para no dar tantas vueltas.

En los días que siguieron, Jessica avanzó en todos sus proyectos y se estuvo preparando para los exámenes que iniciarían a la semana siguiente.  Junto con Edwina terminó de preparar las ideas para su stand de vinos y enología, lo cual también le serviría a su amiga como puntos extras de una de sus materias, y sólo le quedaría a Edwina llevar a imprimir los posters y decoraciones. El viernes llegó al fin y luego de clases, así como habían acordado, Edwina llevó a Jessica al aeropuerto.

La hora de vuelo desde Wellington a Auckland se le hizo eterna, pero al fin terminó la espera. Cuando Jessica llegó a la sala de espera, Ian ya estaba ahí esperándola. En cuanto lo vio, corrió a sus brazos y él de súbito la alzó en volandas mientras se fundían en un abrazo. Él la volvió a colocar delicadamente en el suelo.




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