Volverás a mí

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La cuenta regresiva para la inauguración de la exposición había empezado. Faltaba solamente una semana para la pre-inauguración y el fin de semana sería la apertura al público. Durante esas últimas dos semanas, Jessica se había quedado a trabajar un par de horas adicionales junto con Will y Daniel. Los tres estaban como locos confirmando asistencia, re organizando el orden y acomodo de mobiliario y en general, asegurándose que todo saliera perfecto.

Ian no se había comunicado con Jessica desde hacía dos semanas, sin embargo seguía al pendiente de ella a través de Edwina. Hablaba por teléfono con su amiga cada vez que tenía oportunidad y cuando sabía que Jessica no se encontraba en casa.

—¿Cómo ha estado ella?—preguntó Ian en una de esas ocasiones.

—Bien, muy ocupada con cosas de la escuela y sobre todo en lo de la exposición—dijo Edwina—. Han estado trabajando casi a marchas forzadas para tener todo listo. Supongo que debes estar entusiasmado sabiendo que este maratón ya está por terminarse, ¿no?

—Algo así—dijo Ian sin una pizca de entusiasmo —, pero me temo que por todo el trabajo que ha tenido en el Ministerio no se ha dado la oportunidad de pensar en lo que hablamos la última vez.

—Ah, es verdad: el ultimátum—dijo Edwina en tono de broma —¿Y tú que has pensado al respecto? A lo mejor ella no ha tenido chance de pensar en nada de eso, pero ¿qué hay de ti?

—He considerado irme a Wellington, pero no sería sino hasta el próximo año, para el siguiente semestre de Jess. Que no me sirve de mucho pensar irme hasta entonces si es este semestre en el que ella está pasando tiempo con el tipo ese—dijo un poco irritado —. Irme en este preciso momento no tendría mucho sentido y tampoco hay forma de que Jess se transfiera al campus aquí en Auckland. En pocas palabras: tampoco he encontrado alternativas y tampoco me he decidido a nada.

—Bueno, si tú teniendo tiempo no has podido decidirte, entonces ten paciencia con Jess—enfatizó Edwina —. Ya tiene suficiente con mantener buenas calificaciones en la universidad para justificar que vino de intercambio por ti, sacar adelante una exposición internacional y encima tener que tomar una decisión tan drástica.

—Si hubiera podido venir a estudiar a Auckland desde un principio, no estaríamos en esta situación—lamentó Ian.

—Si no le hubieras dicho que adelantara sus prácticas en un lugar de renombre, ten por seguro que no estaríamos en esta situación—pensó Edwina, pero se guardó el comentario sabiendo que no ayudaría en nada al externarlo.

 

*
Había llegado al fin el jueves. La exposición se abriría al público en dos días, sin embargo estaban trabajando a marchas forzadas: al día siguiente sería la muestra a ministros, funcionarios de gobierno, los delegados de las entidades de cultura, de Nueva Zelanda y México, y algunos medios de comunicación. Todo debía ser perfecto. Jessica había estado anticipando

Jessica, Will y Daniel habían estado toda la tarde terminando de coordinar todo en Te Papa. El trabajo en esa semana se había hecho mucho más práctico, recreando el recorrido que harían los invitados una vez que llegaran al museo, dónde estarían instalados los medios de comunicación en la explanada, cuánto tiempo debían demorarse todos, en promedio, para estar en punto de las 8:00 PM dentro del museo para el recorrido por la exposición. Ya estaban a punto de terminar todo el trabajo, luego de continuar cronometrando todo junto con el equipo que ayudaría a la recepción; Will ya había regresado un poco antes a las oficinas del Ministerio a terminar de atender algunos asuntos referentes a otros proyectos menores, y aunque ya era tarde debía terminar pues al día siguiente no habría oportunidad. Jessica también estaba por regresar a casa, pero Daniel se quedaría otro rato más ajustando detalles con el resto de los equipos.

—Pues parece que nuestro trabajo aquí  casi está terminado—dijo con satisfacción Daniel mientras se despedía de Jessica—. De pronto parecía que todo este caos no acabaría nunca, pero al fin mañana sabremos si todos estos desvelos y preocupaciones valieron la pena.

—Estoy segura de que si—dijo Jessica —. ¿Qué queda hacer de nuestra parte?

—No demasiado, la verdad. El sábado se abrirá oficialmente la exposición al público, pero de eso ya se encargará la gente de Te Papa. Nosotros sólo estaremos de guardia, en caso de que algo urgente surja, pero por lo regular nunca sucede nada. Para eso Will o yo podremos estar al tanto, tú no tienes que preocuparte.

—Te lo agradezco—dijo Jessica con una sonrisa y aliviada pensando que tendría el fin de semana libre—. Te diría que vendré a la exposición el sábado ya que esté abierta al público, pero siento que este fin de semana voy a dormir como piedra luego de todo este maratón. Ya me contarás el lunes cómo fue todo.

—¿Cómo que “ya me contarás el lunes”?—dijo Daniel— ¡Tú estarás aquí para asegurarte, junto conmigo, que de verdad todo salga como lo planeamos! No vas a dejarme sólo mañana.

—¿Qué quieres decir?—preguntó extrañada Jessica sin entender nada; sabía perfectamente que al evento previo sólo se podía atender por invitación ya que era algo exclusivo.

—Que tú también vendrás al evento previo a la inauguración—explicó Daniel —. Además, tus amigos de México me matarían si no te ven ahí. Recuerda que de no ser por ti, jamás nos habrían prestado ninguna de sus piezas ni artefactos, y si se enteran de que no estás ahí, dudo que nos vuelvan a prestar algo para exposiciones futuras—bromeó Daniel —. Por eso, me pidieron que te entregara esto: tu invitación y un plus one, para alguien a quien quieras invitar.

Jessica tomó las dos invitaciones y de inmediato pensó en Ian. Sabía que detestaba ese tipo de eventos, que le fastidiaban los museos y encima de todo sería avisarle casi de último momento. Sin embargo, pensó que probablemente, esta sería la ocasión perfecta para celebrar que al fin se veía un poco de luz al final del túnel y que al menos ese caos había llegado a su fin. No había querido hablar con él todavía porque todavía no estaba segura de lo que quería elegir en referencia a las prácticas, pero tal vez la ocasión podría ayudarles a terminar de limar asperezas.




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