Volverás a mí

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Al día siguiente, tal como lo había indicado Jeffrey Cole, Jessica regresó a su antiguo puesto de trabajo, nuevamente con Daniel como su supervisor. Cuando Will la vio entrando a la oficina, no se contuvo en ir a darle un abrazo de bienvenida, como si hubiera pasado largo tiempo sin verla aunque la había estado viendo todos los días.

Todos los pendientes que había dejado con Eddie Mears, Jessica los terminó desde la oficina de Daniel y fueron entregados por Will directamente a Eddie, para evitar cualquier altercado. Daniel le había dejado en claro a Eddie que él no volvería a tener ningún tipo de contacto con Jessica. Ella, por su puesto, no tenía ni idea de cómo se había llegado a aquel acuerdo, pero aceptó con gusto no tener que volver a verse con quien había sido su supervisor temporal. Se lo encontró en una ocasión en los elevadores y Eddie había sido extrañamente amable, preguntándole a Jessica cómo iba el trabajo y la universidad y despidiéndose de ella cordialmente. No hubo ningún incidente extraño después de eso.

Las semanas que siguieron fueron como haber regresado a la normalidad luego de aquello que parecía haber sido una realidad alterna. El trabajo en la oficina de Daniel fue inusualmente tranquilo: era final de año y prácticamente no había muchas cosas qué hacer. Estuvieron preparando algún material para compartir con los museos de Melbourne y Sydney, los lugares a los que se trasladaría la exposición de Aztecas, terminaron de organizar un par de informes referentes a la afluencia de visitantes, pero todo era mucho más fácil ahora que estaban tres personas trabajando en ello.

Ya eran mediados de diciembre y esa sería la última semana que habría actividades regulares en las oficinas del Ministerio, antes de que todos salieran de vacaciones. Para Jessica, esa sería la última semana de prácticas; el viernes de esa semana sería su último día y recibiría su carta de liberación. Era una sensación extraña para ella. Esa semana también había terminado sus exámenes finales en la universidad y ahora que ya que no había mucho más que hacer de tareas y tampoco en la oficina, empezó a poner en orden todos los archivos digitales, organizó la oficina de Daniel y se dedicó a asegurarse de que su agenda, tanto digital como física estuvieran al día. Aún así, iba a un ritmo leve: Daniel, Will y ella salían a tomar café juntos, a comer a los alrededores de la oficina y disfrutaban de esos inusuales días de tranquilidad.

Era la tarde del miércoles y Jessica estaba todavía depurando documentos duplicados en la computadora, y revisando las versiones más completas de otros archivos de los que había hasta cuatro versiones diferentes, asegurándose de que sólo quedara lo más importante y deshaciéndose de todo lo que fuera irrelevante.

—Deberías aprovechar a irte temprano—dijo Daniel entrando con una taza de café —. En estos días ya no habrá mucho qué hacer, y las próximas semanas estará muerto todo por aquí.

—Precisamente porque ahora hay tiempo es que estoy aprovechando a acomodar todo—dijo Jessica —. Al regresar de vacaciones será todo un caos y ya no habrá chance de nada. Además, quiero dejar todo lo más ordenado posible y que cualquiera (principalmente Will y tú) pueda enconrar los reportes fácilmente. Así, cuando yo ya no esté, no batallarán con nada de eso.

—Suena tan dramático—dijo Daniel riendo —“Cuando yo ya no esté”. Sólo estaremos fuera un par de semanas de vacaciones, Jess. ¿O cuánto tiempo pensabas tomarte?

—Bueno, es que yo no estaré de regreso luego de las vacaciones—explicó Jessica —: mi periodo de prácticas aquí en el Ministerio se termina pasadomañana, igual que mi semestre de intercambio.

La sonrisa se desvaneció del rostro de Daniel dejando en su lugar una expresión completamente turbada.

—¿Qué?—fue lo único que pudo decir Daniel, mientras trataba de entender lo que sucedía.

—Que mi periodo de intercambio y mis prácticas terminaron: regreso a México.

—¿Cómo que te vas? ¿Por qué no me lo dijiste?—reclamó Daniel—¿No podrías extenderlo un semestre más?

—No sabes cuánto me gustaría, pero quiero regresar a terminar mi último semestre de la carrera—dijo Jessica —. Ya empecé mi proceso para darme de baja en la universidad aquí, ya me inscirbí al nuevo semestre en mi universidad en México; tengo mi boleto de regreso ya comprado…mi vuelo sale el próximo lunes en la noche.

Daniel sintió cómo de pronto aquellas palabras de su practicante se habían vuelto una sentencia. Jessica sabía que la noticia le había caído en el hígado a Daniel, pero sospechaba que su jefe estaba preocupado por cómo manejarían todo al regreso de los días de descanso con un par de manos menos. Ella no sabía que era otro el motivo por el que Daniel estaba tomando la noticia tan mal.

—Estoy dejando todo lo más organizado posible—dijo de inmediato Jessica, para darle confianza a su jefe de que todo estaba quedando en orden —. Mañana y el viernes puedo decirles a ti y a Will dónde encontrar todos los documentos, y también hice unas mini guias para que el siguiente practicante sepa dónde encontrar los reportes y como modificarlos sin tener que pedirles ayuda.

—Si, si, no te preocupes—dijo Daniel tratando de recobrar la compostura —. Si lo dejas igual que en ocasiones pasadas, creo que no tendremos problema con nada.

—Estoy procurando hacerlo así—confirmó Jessica —. Por cierto, el viernes recogeré mi carta de liberación. En cuanto la tenga, ¿podrías ayudarme a firmarla?

—Si, claro. No hay problema—dijo Daniel sonriendo, aunque sus palabras y la sonrisa habían sido automáticas.

—Bien, entonces. Nos vemos mañana.

Sin decir más, Jessica tomó sus cosas y se despidió de sus compañeros para regresar a casa.

Daniel todavía seguía un tanto atónito por la noticia. Unos minutos después de que Jessica se había retirado salió de su oficina y se fue a sentar a la salita de espera, donde se encontraba también el escritorio de Will. El muchacho aún estaba ahí, aunque también estaba preparando sus cosas para retirarse.




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