Volverás a mí

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Habían pasado casi tres meses desde que Ian había terminado con Jessica y desde entonces él no había vuelto a tener noticias de ella. Cuando regresó a Auckland, luego de todo lo que había pasado en el museo, fue difícil llegar a la casa y encontrarse con los cuadros que ella había pintado expuestos en la sala; mucho peor fue cuando llegó a su habitación y vio las fotografías de ellos juntos. De inmediato tomó los portarretratos y lo escondió en uno de los cajones que no usaba. No quería tener nada a la vista que se la recordara; ya era suficiente con no podérsela sacar de la cabeza.

Los meses habían pasado y en su trabajo todo marchaba igual que siempre. Había estado suficientemente ocupado como para distraerse en otra cosa. La empresa había recibido un proyecto de último minuto, para antes de cerrar el año y él estaba trabajando casi a marchas forzadas para poder cumplir con la fecha límite. Pruebas de automatización y otras revisiones para asegurarse que el cliente recibiera un trabajo impecable. Aunque para todos en su equipo había sido algo totalmente inesperado y trabajo de más, a Ian le había caído de perlas para mantenerse distraído, especialmente luego de  todo lo que había pasado con Jessica.

Para mediados de diciembre ya habían entregado el proyecto completo para gran satisfacción de sus jefes y sobre todo de los clientes. Y había logrado terminar todas sus actividades justo a tiempo para que se reflejara en su evaluación, lo cual podría influir en la decisión de que le ofrecieran algún cargo permanente ahora que su contrato temporal estaba por terminar.

—Has hecho un excelente trabajo, Ian. Estamos gratamente sorprendidos—le dijo su jefe inmediato —. Nos encantaría tenerte de tiempo completo con nosotros, aún más ahora que hemos visto todo lo que has logrado y la calidad con la que lo has hecho.

Con ese preámbulo, Ian se preparó para recibir la invitación para quedarse en la compañía.

—Sin embargo—continuió su jefe —, de momento no nos podemos permitir abrir una posición en el equipo. Lamentablemente no podremos renovar tu contrato temporal y por ende tampoco podríamos ofrecerte algún otro puesto de trabajo. En cuanto tengamos la posibilidad de abrir un puesto nuevo, ten por seguro que te llamaremos y no dudes en incluirnos como referencia en caso de que decidas aplicar a alguna otra empresa.

A pesar de que era una mala noticia, Ian no se sintió abatido. Por alguna razón incluso se sintió hasta aliviado de recibir esa noticia. Precisamente su último día en la empresa coincidía con el día que había planeado ir a Wanaka a pasar Navidad y Año Nuevo con sus padres. No les había avisado hasta no saber si tendría que quedarse más días para trámites o renovaciones en el trabajo, y ahora que había sucedido esto, confirmaba que había sido una buena idea no adelantarles nada a sus padres.

—Lamento escuchar que no te tendremos por aquí—dijo Matt, su compañero de universidad y quien le había conseguido aquel puesto temporal —. Espero no te vayas con la impresión de que te hicimos perder el tiempo.

—No fue una pérdida de tiempo—dijo Ian —. Aprendí mucho estando aquí y sé que me ayudará en el futuro.

—¿Tienes idea de qué harás a partir de ahora?—preguntó Matt.

—Todavía nada concreto—confesó Ian —, por ahora iré a pasar las fiestas con mi familia; después de eso ya pensaré en qué hacer. Supongo que lo más lógico será regresar a Auckland a buscar alguna otra oportunidad, pero empezaré a considerarlo luego de un par de semanas de descanso.

—¿Has pensado en buscar fuera de Nueva Zelanda? Varios de nuestros compañeros de generación se han ido a Australia (por mencionar lo más cercano) y ptrps han conseguido buenos puestos en California, sobre todo. ¿Qué hay de Gabriel? He escuchado que le está yendo bien en México Ustedes dos siguen en contacto, ¿no?

—Sí, se mudó a otra ciudad dentro de México; le ofrecieron un mejor trabajo, pero por ahora no es muy factible para mí buscar nada por allá.

—¿Por qué? Ya estuviste allá un año. No sería difícil para ti adaptarte a la vida allá. ¿O es que significaría dejar a alguien importante aquí?—dijo Matt con un tono travieso, insinuando alguna relación romántica de la que Ian no había hablado.

—No, nada de eso…simplemente creo que no sería conveniente. Ya te contaré después—dijo Ian.

La verdad era que un par de semanas después de haber terminado con Jessica, ya que había pasado el enojo inicial, había llamado a Gabriel para avisarle que la relación que tenía con su hermana se había terminado.

—¿Y tú estás bien?—preguntó Gabriel preocupado, pues notaba a Ian un tanto extraño.

—La verdad es que no—respondió Ian  —. No lo estoy llevando del todo bien, y lo único que me ayuda a estar distraído es el trabajo. No voy a mentirte, me está costando trabajo hablar contigo porque sé que te prometí cuidar a tu hermana mientras estuviera aquí, pero…

—No pienses en eso. La has cuidado tanto como te ha sido posible, aún estando en una ciudad distinta. En serio lamento que las cosas entre ustedes no hayan funcionado—dijo Gabriel, quien desde un principio temió que algo parecido fuera a suceder.

—¿Ella te lo había dicho ya?—preguntó Ian al otro lado del teléfono.

—No, nada, pero sé que ha estado ocupada con algunos proyectos fuera de las prácticas. Creo que está tratando de evitar el tema. Supongo que tampoco la está pasando bien.

Ian no respondió, pero lo dudó que Jessica estuviera tan acongojada como lo hacía parecer Gabriel. Esa fue la última vez que había conversado con Gabriel, y aunque ambos habían quedado en buenos términos, a pesar de lo sucedido, Ian sabía que lo más conveniente era guardar su distancia con la familia Albarrán, al menos por un tiempo. Todo esto no se lo iba a comentar a Matt y prefirió dejarlo así. En su último día de trabajo en la compañía se despidió de sus compañeros y sus jefes y empezó a preparar su viaje a Wanaka, el cual sería en un par de días, apenas con tiempo para llegar antes de las festividades.




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