Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Una vez escuche, que no importa cuanto ames a una persona, amar también es dejar ir.
Hoy, me es imposible hacerlo.
Yo te amo, tal eso expliqué por qué la garganta me arde como si hubiera comido una masa enorme de fuego. Las lágrimas no son capaces de apagar este incendio, todo lo contrario, lo intensifica con cada gota que se desliza en mi rostro. Lo que más me duele, es que lo salado de mi lluvia interna ha borrado el sabor de tus labios del último beso que nos dimos.
No puedo respirar. Te necesito.
La gente sigue preguntando, mi respuesta parece no ser suficiente, y es que, para mí, tampoco suena convincente. Es difícil aceptarlo.
El pecho me duele. El puñal cada vez se encaja más en la lucha de intentar arrancar mi corazón.
Todos me dicen que debo seguir, que en otra vida estaremos juntos. Pero, ¿de qué me sirve eso? Yo te necesito conmigo en esta vida, aquí es donde estoy.
Me reúso a soltar eso que planeamos.
Si cierro los ojos, puedo vernos abrazados viendo la televisión, sintiendo tu respiración en mi cuello. Nos veo subiendo a la tarima a recoger nuestro diploma. Veo nuestros cuerpos desnudos envueltos en las sábanas de mi cama y como nos besamos a la par que planeamos nuestro futuro. Te veo colocándome una sortija en mi dedo anular. Me veo con un vestido blanco y a ti tratando de contener las lágrimas al verme caminar hacia el altar. Puedo ver tu felicidad al sostener a nuestra pequeña en tus brazos. Nos escuchó cantando junto a Elvis en el tocadiscos del abuelo. Incluso, siento como tomas mi mano para bailar a pesar de que nuestras rodillas ya hacen su último esfuerzo.
Desde nuestro primer beso, vi una vida entera contigo. ¿Qué paso? ¿Por qué cuando vuelvo a abrir los ojos toda nuestra vida se cae en pedazos? ¿Cómo dejo de aferrarme a algo que nunca pasará?
No estás aquí.
No te siento cerca.
Perdón por no poder levantarme, no tengo las fuerzas suficientes como para seguir intentándolo. Te has llevado todo. Te fuiste con mi vida y mis motivos para seguir.
Si vienes por mí, no lo pensaré… Iré contigo.
Ese “quédate” va a permanecer en mi garganta como gasolina que nunca dejará que el fuego se extinga.
Llévame contigo, por favor.
Por favor, Tate… por favor, vuelve. Lo prometiste.
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Editado: 13.01.2024