Y que si le parece bien,
hablaremos ya después…
Josejan no vivía en paz si no iba a fiestas al menos una vez cada quince días. Tuvo una etapa en donde era imparable, de una fiesta se brincaba a otra y la palabra dormir no existía para él. Sus excesos se redujeron luego de que casi se iba de visita permanente con mi abuelo. Esa situación fue la que me asignó como su guardia personal en las fiestas, me obligaba a ir con él porque era la única forma en que sus papás le daban permiso, pero cuando no lograba convencerme, me quedaba en vela toda la noche en la espera de sus mensajes donde me comunicaba que estaba bien.
Puede que para muchos suene exagerado o piensen que Jos no es buen amigo. La verdad es que por él yo ponía las manos al fuego, no me importaba no dormir por estar al pendiente de él o ir a fiestas y permanecer en un rincón con cara de pocos amigos. Jos es mi hermano perdido, mi segunda mitad. Mi todo. En una de nuestras crisis existenciales, hicimos el juramento de que si a los treinta y cinco años ninguno de los dos encontraba al amor de su vida, nos casaríamos, pero seguiríamos siendo mejores amigos, quizás adoptaríamos un niño o construiríamos un refugio de animales, el punto era estar juntos.
Por ese chico yo daría mi vida y sé que él daría la suya por mí. A veces los dos dábamos más de lo que podíamos ofrecer. Con el simple hecho de estar al lado del otro tanto en los momentos buenos como malos, era más que suficiente.
Para este relato, retrocedemos el tiempo a un sábado, no diré el día ni el mes porque no lo recuerdo. La abuela nos aventó en la entrada de la casa de Jeremy y se fue volando porque por nada del mundo se podía perder su programa favorito. Ella amaba “Detrás de la pantalla”, un programa donde los artistas contaban sus vidas desde que nacieron, el cómo obtuvieron su fama y lo que hacen en la actualidad. Esa vez el invitado era Jaime Camil, su amor platónico. Si se lo perdía, nos iba a colgar de los calzones en un árbol.
Yo no quería ir, Jos me convenció porque la fiesta era de Jeremy, lo que significaba que tú estarías ahí. A ese punto, los dos respirábamos corazones, solo que él lo reconocía y lo gritaba a los cuatro vientos. Con mucha seguridad me llego a decir que nuestro pacto iba a romperse. Yo estaba feliz por él, Jeremy era un amor de persona, un chico muy lindo y amable, era todo lo que una vez Josejan dijo que sería el amor de su vida. Yo me veía con un vestido azul tratando de no estropear mi maquillaje al ser un mar de lágrimas en su boda.
Me quedé sola al atravesar la puerta, en segundos, Josejan se desapareció con Jeremy. Los dos se morían por estar solos toda la noche. Yo no me quede con los brazos cruzados, recorrí toda la casa en busca de un lugar donde pudiera quedarme. Sí, esa era mi excusa. La verdad es que te estaba buscando y cuando te encontré, todo tomo sentido. Ya entendía esa desesperación que Josejan sentía en el camino. Ya eras uno de los motivos por los que mi corazón latía.
─Hola ─dijimos al mismo tiempo.
Por suerte la poca iluminación ocultaba nuestro sonrojo.
─Jeremy dijo que vendrías, es la única razón por lo que decidí quedarme.
─Y tú eres la única razón por la que vine.
Agachamos la cabeza, ocultando cada quien su sonrisa nerviosa.
Jeremy en una ocasión me comento que yo fui la persona que más te hizo sonreír en los últimos años. Eso me hizo valorar cada una de tus sonrisas, no importaba la razón, si era la más alegre o la que indicaba que te dolía el alma.
─¿Te gustaría algo de tomar? ─me preguntaste. Las mejillas te seguían temblando.
─¿Tú qué estás tomando?
─Jugo de manzana ─te reíste al ver mi expresión seria, y es que, no era broma. Si estabas tomando jugo de manzana─. La condición para que papá me diera permiso para venir fue que no bebiera ni una sola gota de alcohol y él se toma muy en serio eso de una sola gota, así que, nada de alcohol por hoy.
─Yo no soy mucho de consumir bebidas alcohólicas, por lo que será un honor acompañarte con un jugo de manzana.
─Yo tampoco soy mucho de beber, si te acepto una cerveza o una de esas bebidas con sabores frutales, pero hoy no.
Con nuestras cajitas de jugo de manzana, subimos a la azotea. La música no se escuchaba tan fuerte, lo que permitía hablar sin tener que estar gritando. Estaba un poco fresco, por lo que me prestaste tu chamarra. La sorpresa fue que te retiraste la capucha de tu sudadera, te dejaste ver sin sentir miedo. Era un gran logro para ti, lo respeté intentando solo ver tus ojos e ignorar lo demás.
─Emmeline… ¿de dónde viene tu nombre?
Me gustaba cuando decías mi nombre completo, tu voz tenía algo que lo hacía escuchar muy seductor.
─Su significado es horrible y muy aburrido a comparación de otros, según Google, significa Industrioso o Trabajo duro. Lo único que sé es que mi mamá me lo puso porque su película favorita era La Laguna Azul y así se llama la protagonista.
¿Por qué era su película favorita? No tengo idea. Lo que sé, es que papá la detestaba y la aborrecía, no quería que tuviera el nombre de una persona que vivía en una isla desierta que se enamora de su primo. Durante los nueve meses de embarazo lucho para que me pusieran Sandy por la protagonista de Grease. Al final ya sabemos quién gano, casi no se nota que mis papás amaban las películas viejitas.
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Editado: 13.01.2024