Volveré, pero tal vez en otra vida

09

Paga el alquiler,
primer día de cada mes…

 

La lluvia estaba imparable. Quizás era la señal del huracán que se aproximaba.

Buscábamos en donde resguardarnos, corríamos tomados de las manos. Los autos conducían con cuidado, otros eran tan irresponsables que superaban el límite permitido, estábamos empapados, por lo que no importaba cuando los camiones intentaban ser graciosos y bañarnos con el agua que se juntaba en las esquinas.

Encontramos un pequeño refugio en la entrada de un callejón. Se supone que iríamos al cine y después al departamento de Jos, él se había ido con Jeremy a Valle del Rock a un concierto, por lo que estaríamos los dos solos, haciendo eso que se había vuelto esencial en la relación. Éramos como Edward y Bella cuando le regalaron su casa de recién casados. Y es que, la abuela siempre estaba en casa y éramos más ruidosos que el volumen de las telenovelas que miraba todo el día, además, de que no era correcto, sentía que le faltábamos el respeto.

─Ya podemos decir que tenemos nuestro beso bajo la lluvia.

Me tomaste de las mejillas, juntaste tus labios en un beso húmedo. Saboreaba tu lengua dentro de mi boca junto al agua de la lluvia. En cada beso, me encantabas más. Te amé tanto, de mil maneras. De eso nunca tendré dudas. En tan poco tiempo me hiciste sentir viva, creaste toda una vida para mí.

─Tal vez llegando al departamento, podemos tomar juntos un baño caliente ─dije mientras te daba pequeños besitos en los labios.

─No puedo resistirme a esa oferta.

En medio del segundo y apasionado beso donde nos devorábamos hasta el alma, una camioneta negra se detuvo enfrente de nosotros. Tuvimos el instinto de salir corriendo por la otra salida del callejón, lo que no vimos venir fue la otra camioneta que bloquearía ese escape. Nos atraparon.

Me quedé helada. Las manos se me durmieron. Fue como regresar unos años atrás, en frente se reprodujeron las imágenes de esos hombres siguiéndome a todos lados y vigilando cada centímetro de mi casa. Escuchaba de nuevo las súplicas de mi abuela para que dejaran de golpear a mi abuelo. Lo vi de nuevo en el suelo, escurriendo sangre y llorando de dolor.

Todo había terminado. Los corruptos de mis papás huyeron. El abuelo falleció. Nos habían prometido que nos dejarían en paz para siempre. ¿Por qué estaban de vuelta? ¿Qué teníamos que ver nosotros?

Quería morirme, desaparecer por siempre.

Tres hombres bajaron, dos sostenían un paraguas que protegía al principal.

─Tate Adrien… ¡Emmeline Caballero! Qué coincidencias da la vida.

Lo reconocía. Era Gabe. El hombre que toco la puerta y ordeno a los demás a que a la abuela y a mí nos amarraran a una silla mientras nos apuntaban con un arma y mataban lentamente a mi abuelo. 

─Lo prometieron, nos dejarían en paz… les dimos mucho dinero… perdimos muchas cosas… ¡Mi abuelo está muerto por su culpa! ­─tome tu mano, me coloque enfrente de ti. Te protegería con mi vida, no era ni la más fuerte ni tenía un arma, pero estaba dispuesta a sacrificarme si eso te daba la oportunidad de huir y reunirte con tu mamá.

­­─Hey… ─chasqueo con la lengua─. Yo podré ser lo que tú quieras, pero jamás olvido una promesa. Los asuntos con los idiotas de tus padres quedaron en el pasado, así que no debes de preocuparte, tú y tu dulce abuela están a salvo… por ahora.

Los otros dos me miraban, estaban atentos a cada movimiento que hiciéramos. Se sentía como si mis pesadillas se hicieran realidad.

─Estamos aquí por el padre de tu precioso novio. Al parecer cometió el mismo error de tus padres de meterse con personas que no debían. Lo que me sorprende es que nadie lee las letras pequeñas de los contratos, ahí se especifica muy bien que los seres queridos serán los que pagarán por sus descuidos.

─Esto debe ser un error. Mi papá es capaz de hacer cualquier cosa con tal de ganar unos centavos, pero nunca llegaría a ese extremo.

Los tres se rieron. La lluvia cada vez era más densa, en el callejón se escucha los fuertes latidos de nuestros corazones y las gotas golpeando los paraguas negros.

─¿Qué les parece si damos un pequeño paseo?

Se dio la vuelta subiendo al lugar del copiloto, los otros dos cerraron los paraguas, con fuerza nos tomaron de los brazos. No intentamos forcejear, nos aventaron a la camioneta, el conductor piso el acelerador hasta el fondo. No podíamos movernos, los chalanes de Gabe iban cada uno en una puerta para asegurarse de que no hiciéramos una estupidez.

En ningún momento nos soltamos de la mano. Estaríamos bien, saldríamos de esa. No importaba si me estaba cagando del miedo, ya lo habíamos dicho: Nada malo nos pasará mientras estemos juntos.

─No daré muchos detalles, no los considero importantes. Lo que sí debes de saber, es que tu querido papi nos debe muchísimo dinero. Si le sumamos los intereses, su deuda se multiplicó cuatro veces, y seguirá aumentando si sigue sin pagarnos.

─Lo que mi papá haga o deje de hacer, no es asunto mío. Me importa una mierda en donde se meta, yo no tengo nada que ver con sus fraudes ni delitos.

Con la mirada te pedía que no lo confrontaras, cada uno de sus sujetos cargaba con más de dos armas, nos harían pedazos en segundos.




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