Volveré, pero tal vez en otra vida

14

Si pregunta, dile que me he ido a mi lugar feliz
Donde el otoño siempre cambia de matiz…

 

A las cuatro en punto, Kart despertó a todos golpeando una olla con una cuchara. A ti y a Jeremy los mando a bañarse de nuevo para que estuvieran bien despiertos. Los tres andaban de un lado para el otro, guardando cosas, preparando el desayuno y escuchando las indicaciones y reglas que Kart pedía para tener un buen viaje.

Jos y yo estábamos en sillón tratando de mantener los ojos abiertos. Solo escuchábamos la tracalada y veíamos como bostezaban. Kart andaba más fresco que una lechuga, desconozco si durmió, él andaba al cien, sin ojeras, sin ganas de bostezar y ni una sola marca de la almohada. Ese hombre era el mismísimo Mike Ermathaur.

Se quedó a dormir en la sala por falta de habitaciones, le preparamos una cena como forma de agradecimiento por todo lo que había hecho. Quién sabe qué tipos de contactos tenía o como le hacía para conseguir lo que quería, pero para las ocho de la noche ya tenía mis tarjetas de crédito y sellado el documento de la notaría. Todos mis pendientes legales con la abuela, terminaron.

─Josejan, Emmeline. Vengan acá ─nos levantamos en un brinco. Los tres tenían maleta en mano, había llegado la hora de irse─. Ya saben el plan, si ese hombre se aparece, hagan todo lo posible por no mostrarse nerviosos. Si no se cree la mentira, actúen al instante, escóndanse en el primer lugar seguro que encuentren. No se hagan los valientes, ni lo confronten, llamen de inmediato a la policía y después a mí. ¿Escucharon?

─Sí, señor ─dijimos al unísono.

─Manténganse juntos, no duden en llamarme por la cosa más mínima que suceda. De todos los días que se han cuidado de ese hombre, hoy deben tener el triple de cuidado. Nos vemos mañana en la noche. Tienen cinco minutos para despedirse, los espero abajo en el auto.

Jos se lanzó a los brazos de Jeremy, ellos aprovecharían al máximo esos cinco minutos.

Dije que no lloraría, pero para qué miento, se me salió el llanto al primer milisegundo de tomarnos las manos. En silencio, nos mantuvimos abrazados. No me entraba la idea a la cabeza de que estaríamos separados por cuatro ciudades enteras. En otras ocasiones nos separamos y no nos veíamos por varios días, pero esa vez era diferente. Estábamos corriendo muchos riesgos. Si no regresabas, sería el golpe que rompería lo poco que me quedaba.

─Cuídate mucho ─me limpie las lágrimas con las mangas de la sudadera que te robe, tenerla me hacía sentirte cerca─. Abraza a tu mamá todo lo que puedas.

─Volveré, te lo prometo.

─Aquí te estaré esperando. Siempre.

Con el dolor de mi alma, nos besamos. Fue un beso largo y cálido, casi similar al de la primera vez. Si toco mis labios, puedo sentirlo. Sin contar algunas otras, ese beso es una de las partes más tristes de mí. Una parte de mí que nunca podrá ser mía si ya no estas.

De haber sabido que ese abrazo se iba a terminar, te hubiera abrazado más fuerte. De haber sabido que tus besos se iban a acabar, te hubiera besado por toda la eternidad.

Pero, una vez más, regresamos al inicio. Los hubieras no existen, solo lo que ya está escrito para que suceda.

Junto a Jos me quedé en la ventana a ver como subían las maletas y nos decían adiós con la mano. El auto arrancó perdiéndose entre la calle. Ya no había vuelta atrás, estabas en camino a alzar tu voz y la de tu mamá. Hicimos todo lo que Kart nos pidió y lo que estaba a nuestro alcance. Los papás de Jeremy y tus jefes estaban preparados por si Michael los visitaba, la mentira era la misma: Tú y Jeremy se escaparon para ir a un festival de música, tus jefes estaban muy molestos contigo por no pedir permiso para faltar y los papás de Jeremy los matarían en cuanto regresaran por haberse ido sin avisar y por perderse el regreso a clases.

La escuela es todo un tema, Jos y Jeremy tendrían que faltar varios días, ya que Michael podría ir y atacarlos. Kart nos dijo que hasta que no lo viéramos detrás de una reja, todos corríamos peligro. Nosotros pediríamos una baja temporal, primero teníamos que decidir a qué ciudad nos mudaríamos para poder hacer el cambio de matrícula a otra universidad.

Era todo un lío, me duele la cabeza al recordar como movimos mar y tierra con la esperanza de que todo saliera bien. Al final, siempre tuvimos un cincuenta por ciento en cada opción: el plan funcionaba o fallaba. Hubo cosas que ya no dependían de nuestro optimismo.

Las cosas quedaron en los imprevistos y las malas jugadas del destino.

 

Los minutos se hicieron eternos. En esas cuatro paredes no podía respirar, poco a poco me estaba volviendo loca de la desesperación de no saber si las cosas estaban yendo de acuerdo al plan de Kart o si algo había cambiado.

Ya eran las once de la mañana, si mis cálculos no me fallaban, les faltaba más o menos una hora y media de camino, incluyendo si habían hecho paradas y si la carretera estaba tranquila.

Jos intentaba levantarme el ánimo y distraerme, solo funcionaba unos minutos, mi mente andaba en todo, esos pensamientos preocupantes me invadían con fuerza. En cada segundo que pasaba, me sentía peor. Solo era cuestión de unas horas para que las cosas empeoraran.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.