Volví para ver si estabas pero nunca nos cruzamos otra vez

Huellitas (Terror)

Cuando fui a visitar a mi abuela a Paraguay sabía que iba a ser un viaje hermoso, ahora me da risa, no tenía idea. Me mandaron solo en un ómnibus, llegué bien, ella me fue a buscar y tomamos un remis hasta su pueblito. Era tan chiquito que no pasaban de cuarenta personas, y a pesar de que las casas eran enormes con jardines prominentes, estaban una muy cerca de la otra, la rodeaban montañas.

Yo ya me había dado cuenta de cosas raras, había muchas huellas en la tierra del patio, creí que eran de ratas, pero no era lo único fuera de lo normal. Mi abuela hablaba sola en ocasiones y primero creí que era por el cansancio, hasta, que el tercer día vi cómo le daba galletas a una cosa chiquita y deforme, con aspecto de sapo pero estaba erguido, en su cabeza parecía tener un gorro pero era su fea piel marrón, tenía una cola larga, dientes largos y retorcidos, sus manos llegaban a sus pies por lo largos que eran sus brazos. De repente me miró y corrió, solo ahí me di cuenta que había más esperándolo en la puerta, los vi correr a las montañas, me asusté.

Mi abuela intentó desesperadamente que olvidé lo que pasó diciéndome a gritos que me iba a golpear si llegaba a decir algo. Esperaba que la semana que pasaba con ella terminara rápido.

La espíe un par de veces y parecía darles comida. Me empezaron a faltar mis pertenencias incluyendo mi celular, no podía avisar a nadie. Intenté escapar pero los vecinos me delataron. Y a dos días de volver a mi casa, creo que mi abuela pactó con esos bichos, que la próxima comida iba a ser yo.




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