Volví para ver si estabas pero nunca nos cruzamos otra vez

El meteorito y la aurora (Fantasía)

En una madrugada luego de varios tragos y juegos de mesa, todo parece tranquilo en la casa de Chuet, donde está celebrando una fiesta con sus amigos. Lejos de la ciudad, la casa es más jardín que otra cosa. Los jóvenes dialogan sentados en el pasto mirando el cielo. Creían que nada podía perturbar esta tranquilidad que los abrazaba. Que se iban a seguir riendo de que Nadi era la única que sabía jugar al Uno. O de que Zak hacía prendas muy zarpadas. O de que Katty solo quería escuchar Pxndx y a Gustavo le preocupaba el viaje de regreso a casa porque vive muy lejos. Tal vez hablar un poco más sobre el trabajo de Marshall, la voz de July o el noviazgo de Darky. Lo que es seguro, es que ninguno podía saber que esa noche iban a vivir algo espectacular.

En la oscuridad de la noche una luz ocupa gran parte del cielo. Capta la atención de los ṕresentes. La oscuridad nocturna se ve opacada por una inmensa llamarada que como un rayo ilumina y enceguece. La noche se vuelve día por unos instantes. Y al caer atrás de la casa se oyeron unos gritos.

—¡Era un meteorito! —gritó Chuet.

—¡Vamos a ver! —siguió Marshall.

Con emoción y algo de miedo, sin llamar a policías o bomberos, los jóvenes se aventuraron a la parte posterior de la casa, dando la vuelta a la misma y corriendo a través del jardín trasero. La parte que daba al bosque ahora estaba sumergida en una especie de aurora que medía unos siete metros desde donde cayó el meteorito. Al ver esto, dudaron si seguir.

Detuvieron su paso pero July no quería quedarse atrás, quería ser el valiente, por lo que fue el primero en adentrarse en lo que había más allá de la aurora. Por su parte, los demás lo llamaban, y al ver que no salía, decidieron entrar por él.

Caminando solo unos metros, lograron ver a July levantando una roca que emanaba colores entre el rosado y violeta.

—Tuve una epifanía —dijo July—, cuando toqué la piedra. Vi imágenes en mi cabeza que me mostraban que esta piedra puede cumplir deseos, y no cualquier deseo, nos puede dar un don, un poder, como los superhéroes que vemos en las películas.

—¿Qué te fumaste, July? —inquirió Darky.

—¡No me fumé nada! ¡Les estoy diciendo la verdad!

—A ver, si es verdad pedí un poder —dijo Zak retándolo.

Aceptando el reto, July quería demostrar que lo que estaba diciendo era verdad, aunque su hermano Marshall le repitió que no lo hiciera, pues algo le daba mala espina. July gritó: “¡Quiero ser invisible!”.

Y para sorpresa de todos, se cumplió. Pero tal vez, no de la forma que July esperaba, pues al pie de la letra y cómo lo dijo, se tornó invisible y no podía volver a la normalidad.

Asustada, Nadi intentó correr lejos del lugar pero se chocó con el final de la aurora. La golpeó reiteradas veces como si fuera una pared pero no logró salir. Ahora, estaban atrapados.

—Me olvidé de decirles —se escuchó la voz de July aunque no lo podían ver—. No vamos a poder salir de la aurora hasta que todos los que entramos pidamos un deseo.

—¿¡Qué!? —se escuchó una interrogación general.

Bajo la desesperación, algunos empezaron a llorar, otros a gritar o intentar romper la barrera de la aurora al exterior. Pero todo era en vano, tenían que pedir un deseo, y solo podía ser un deseo, ni dos ni tres. Katty es la segunda en agarrar la piedra y pedir un deseo mientras escucha los sollozos de July que se quedará invisible ṕor siempre, quiere sus vidas de vuelta.

—¡Quiero viajar en el tiempo! —exclamó Katty.

Y así se lo concedió, prometió a todos volver unos minutos antes de entrar a la aurora, pero había otra trampa. Se le concedió volver o acelerar el tiempo… sin poder cambiar nada, solo ser una observadora. Al volver decepcionada al presente, Gustavo toma la iniciativa, tiene un plan.

—¡Quiero ser invisible y traspasar cosas cuando lo sea pero volver a mi estado original! —dijo Gustavo.

Y así fue concedido, pero otra trampa se escondía, porque Gustavo no especificó que quería hacerlo a voluntad. Entonces. los momentos donde se volvía invisible o transparente no los controlaba, por ende, no podía salir de la aurora.

Desesperados por intentar escapar, Darky y Zak empiezan a pelear mientras sostienen la roca, quieren ser el siguiente en pedir su deseo. El frenesí no los deja percibir el momento en que al mismo tiempo dicen: “¡Quiero teletransportarme!”.

Y así es concedido, pero no como ellos querían. Ambos logran salir de la aurora pero no dejan de transportarse de un lugar a otro sin autocontrol. Nadi pierde la razón al verlos entrar y salir de la aurora sin voluntad alguna y toma el meteorito, se prepara para lo que va a pedir.

—¡Quiero viajar entre universos con mi propia voluntad!

Y así es concedido. Nadi abre un portal y promete a los demás revertir lo que está pasando. Sin embargo, no puede. Aunque viaja a voluntad a diferentes escenarios y multiversos, en todos ellos hay una Nadi, por ende no puede quedarse allí, y volver a su universo significa volver a estar encerrada. Solo se le ocurre que los restantes pidan su deseo así por lo menos, los que quedan atrapados no lo estarán más.

Chuet sujeta el meteorito y pide algo al azar, un poder que siempre quiso aunque no signifique salir de ahí: “Quiero leer mentes”. Con desánimo, escuchando todo el tiempo todo lo que piensan sus compañeros, cree que se va a volver loco. Arroja el meteorito que cae a los pies del único que falta decir su deseo, Marshall. Se agacha y la agarra. Respira aire como si sus pulmones se olvidaran de cómo hacerlo. Sabe que con él se cierra este ciclo. Puede pedir un don con el cual arreglar todo, o pedir algo inutil aunque crea lo contrario y serán libres pero con un peso muy pesado ya que se quedarán como están ahora, Los que no tienen un control sobre sus dones, no podrán volver a la normalidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.