Volviendo a amar

03: La mujeres, mi querida amiga, somos un diamante en bruto

“Lo más difícil de salir con un amigo que está interesado 
en ti y tú no en él, es enviarlo a la Friendzone” –SNBrito.


Escucho el despertador martillear en mis oídos. No puedo dejar de compararlo con el sonido del timbre cuando hay receso o al terminar las clases, ambos son iguales de molestos. Tanteo y al fin logro darle para que se calle de una vez. Son vacaciones, no quiero levantarme. Me estiro en la cama y sonrío, esto se siente tan bien...

—¡Zara, ven ya! —El grito me despabila por completo y me cubro con las sábanas, quejándome.

Busco mi celular, observando la fecha. Me incorporo de golpe, mareándome en el acto. Esto no puede pasar, no es justo.

Me pongo de pie, decepcionada de que hoy sea el último día de vacaciones. Antes de ir a la sala, me doy una ducha y escojo algo sencillo para ponerme. Estoy segura de que va a ser un buen día.

—Ya estoy aquí. —Le digo a mi madre, llegando hasta ella.

—Buenos días —saluda y pego mi cabeza de la mesa. Aún tengo ganas de ir a dormir, últimamente he tenido una pereza que no se me quita.

Eso te pasa por tener una amiga tan loca como lo es Cristián.

Sonrío, volviendo a la realidad. Le devuelvo los buenos días a mi madre mientras la veo dejar el desayuno sobre la mesa. No esperemos a que estemos los tres juntos, así que comienzo a comer.

Mi celular comienza a vibrar contra mis pantalones cuando estoy llevándome un pedazo de pan tostado a la boca. Limpio mis manos contra la tela de este y me acomodo para ver qué es lo que están mandándome.

Estoy a punto de abrir los mensajes, pero alguien me arrebata el celular.

—¿No te han dicho que es de mala educación revisar el teléfono mientras desayunas? —Demanda mi hermano, en frente de mí. Lo miro molesta —. Comer es algo sagrado y más para alguien como tú. —Eso sí que es un golpe bajo.

¿Acaso se está burlando de mí?

—No tanto como que tengas que buscar a Manuela todas las mañanas porque no se te aplaca ni con agua fría —Daniel me mira con la boca abierta.

—¿Qué? Mamá, ¿la estás escuchando? —Mi madre sale de la cocina para mirarme con reproche un momento, aunque sé que la situación le parece muy graciosa.

—Zara, esas cosas no se dicen en el desayuno. —Hago un puchero —. Menos cuando tu hermano pasó por una noche tan difícil —Agrega, haciendo que ambos frunzamos el ceño.

—¿A qué te refieres? —Pregunto, intrigada. Daniel deja el celular sobre la mesa, tomando su pan y la llave de su auto.

—A nada, ella no se refiere a nada —farfulla, caminando a la puerta —. Y lo siento —menciona, antes de salir.

¡Bingo!

Cuando mi hermano arranca a todo dar, mi mamá y yo nos echamos a reír.

En cuanto termino mi desayuno, reviso lo que me han mandado y respondo el mensaje que Cristián me ha enviado.

En una de nuestras salidas, decidió hablarme sobre la relación que tenia con Joshua. Ambos se decidieron a darse una oportunidad, porque desde que se conocieron, no pudieron evitar sentir una enorme atracción que se intensificaba más y más cada vez que se veían o cruzaban. No dejaron de mirarse en clases, en los recesos, mucho menos cuando les tocaba clase de Educación Física. Ambos sentían la necesidad de hablarse o hacer cualquier cosa que les permitiera estar juntos, así que se dieron una oportunidad; sin embargo, ninguno se ha atrevido a tener contacto íntimo y a él parece no importarle en lo absoluto.

A pesar de eso, Cristián me dejó saber que en lo que respecta a esos últimos meses, ellos no han estado bien. Su novio ha optado por desaparecer sin siquiera decir a donde va o qué le pasa pues sus cambios de humor empeoran cada segundo que pasa. Aun así, mi amiga trata de mantener la calma, intenta tener una conversación civilizada con él, pero su compañero no pone de su parte y terminan discutiendo, logrando de esa manera no entenderse.

Suspiro.

Me despido de mi madre y recojo mis cosas antes de salir para tomar un taxi.

 

*       


Llego al Instituto y hago lo necesario. No entiendo por qué duré tanto para inscribirme, hoy es el último día. Cuando estoy lista y tengo mis papeles, espero a Cristián en la salida.

—¡Hola! —Exclama con una sonrisa.

—¡Hola! —respondo. Ya cerca, nos en volvemos en un gran abrazo antes de hacer nuestro camino a la casa de su novio. Conversamos algunas que otras cosas no tan importantes, hasta que llegamos.

Cristián y Joshua se sumergen en su conversación aunque de vez en cuando me incluyen en ella. Me quedo un minuto observando el entorno hasta que los veo a ambos mirarse con desafío. Ay no, por favor no.

—Te partirás una pierna si sigues excediéndote en el fútbol —señala, yendo a la cocina por una soda.

—No lo creo, soy demasiado bueno —alega su novio, burlesco. Mi amiga resopla.

—Tan bueno que te zafaste el tobillo —ironiza ella.




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