Zara
“La gente piensa: ¿cuándo voy a morir?, en vez de preguntarse: ¿cuándo voy a empezar a vivir? –SNBrito.
Siento como si una bruma espesa cae en el ambiente. Lo bueno que ha pasado en el día se ha esfumado como si del humo de un cigarro se tratase y me hace recordar todas las veces en que mi padre apagaba su adicción en el cenicero, quitándose de a poco un pedazo de vida. Ahora es esa misma bruma que tanto odié yo, que tanto odió mi madre y que tanto odió mi hermano, la que se asienta en el lugar, molestándome. Logra que el aire en mis pulmones se esfume, a la vez que siento miedo.
Y no miedo a morir, porque sé que en cualquier momento eso puede suceder y yo no haré lo más mínimo para evitarlo ya que no voy a darme cuenta; pero sí, tengo miedo a no vivir lo que quiero, a no tomar riesgos y a perder oportunidades que en el ahora tengo. Es un sentimiento que remueve una fibra extraña, que hace presente la molestia de dejar a quienes tienes aquí y con los cuales no podrás disfrutar lo que venga si la enfermedad así lo quiere.
Tal vez estoy exagerando, puede también que no muera, aún así los efectos de la afección, no están exentos de estragos que terminan afectándote emocionalmente.
—¿Y qué se supone que va a pasar? ¿Voy a estar bajo supervisión? ¿Entraré en tratamiento para que los nódulos no crezcan? ¿Qué es lo que sigue después? —Expreso, rompiendo la tensión del momento.
—Deben hacer más análisis —susurra —. Una biopsia... Determina si el nódulo es benigno o maligno. Cuando son benignos no hay mucho que hacer, pueden ser causados por enfermedades como gripe o alguna infección que afecta a los pulmones —continúa, tratando de no mostrar alguna debilidad ante lo que dice. Sé perfectamente que nada de esto le cae bien —. Si es maligno, se efectúa una videotorascopia; una cirugía que se realiza a través de una incisión en el tórax y con la cual se puede remover la masa cancerosa. Es menos invasiva que la convencional ya que la cicatriz es más pequeña con menor riesgo. No tiene una duración concreta, todo depende del cirujano —dejo salir un largo suspiro, colocando la cabeza sobre la mesa. Parece mentira que esto esté pasando.
—Básicamente estamos hablando de cáncer al pulmón —menciono —. De verdad, no creo que un nódulo benigno me esté causando todo esto, se supone que no hacen daño —mascullo, entre molesta y dolida —. ¿Y el tratamiento del líquido en el tórax qué? ¿cómo se lleva a cabo? —Me mira un momento, como si estuviese arrepintiéndose de lo que sucede.
—Hija, sé que no son las mejores noticias y que no mereces que te pase todo esto, pero no debemos perder las esperanzas —susurra —. En cuanto al derrame pleural... Se emplea tubo torácico: para eliminar el aire, líquido o pus alrededor sel pulmón —prosigue, aún cuando dentro de mí sé que tener esperanzas no va a valer de nada —. Extracción del líquido entre los pulmones y el pecho: con la inserción de una aguja en el pecho para eliminar el exceso de aire o líquido alrededor de los pulmones, supongo que el doctor escoge lo que es más conveniente para ti —explica. Pone una mano sobre mi cabello, peinándome —. Se supone que no soy yo quién debe decirte todo esto, ¿quién quiere decirle a su hijo todo lo que debe hacer para, quizás, no morir? —Un sollozo se le escapa —. Por eso le pedí que fuera específico, que no se guardara absolutamente nada si nos vamos a enfrentar a esto —declara. Hay una lágrima rodando en su mejilla, la cual desaparece de manera rápida cuando pasa su mano por allí.
—Y pensar que este es el mejor momento de mi vida —emito en tono bajo. Lo siguiente que hago es levantarme de la mesa, corriendo a mi habitación. Como no quiero ver a nadie, decido colocar seguro antes de acurrucarme contra el material, sosteniendo mis piernas y sin llorar.
Las lágrimas no quieren salir y me doy cuenta que es lo peor que puede pasarme ahora. Porque no estoy mojando mis mejillas, aunque mi alma se quiebra en pedazos. Lo hace de una manera dolorosa, escucho desde lo más profundo cómo cae haciéndose añicos, logrando esparcir un sonido ensordecedor. El solo hecho hace que ponga las manos en mis oídos, buscando que se detenga y no moleste más. No me gusta escuchar cómo se llora desde lo más profundo, cómo no sale el líquido salado para mojar tus mejillas y labios, cómo se detiene el llanto, volviéndose un nudo en la garganta, evitando que salgan las palabras. Es la peor forma en que he llorado, ni siquiera se compara con las veces anteriores en que lo he hecho, simplemente se queda casi sin explicar.
Y me doy cuenta justo ahora que hay otro miedo apoderándose de mí. Tengo miedo de olvidar todo, de perderme en esto que remueve los sentimientos más recónditos de mí, de pensar que no voy a poder tener lo que deseo con todo mi corazón, de no amar a nadie más porque mi tiempo puede acortarse sin que me dé cuenta. Tengo miedo de perder la cordura, como parece que lo hago ahora; miedo de no poder hablar un día de que alguien tenga que hacerse cargo de mí, de no poder estudiar o respirar la cosa más mínima. Siento que ahora vuelvo a pender de ese molesto hilo invisible, en el que trato de sostener a todos, mientras que nadie me sostiene a mí. Y lloro a la vez que ellos parecen felices, que no hay nada ni nadie que los golpee, sacándolo de su realidad. Realmente trato de sostener mi vida, mientras veo la manera de poder vivir luego de recibir esta pésima noticia...
Doy un respingo al escuchar que un sonido resuena en la habitación. Lo miro desde mi posición, observando la pantalla centellear de manera repetitiva.
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Editado: 12.01.2021