En la frontera meridional del Imperio se está librando una cruenta batalla entre las fuerzas del Caos y las tropas humanas. miles de orcos liderados por el caudillo Kar'want están llevando a cabo una invasión brutal a la región oriental del marquesado Rorik, la posesión más al sur del Imperio Siegreich.
El Marqués Charles II de Götts-Rorik marcha al frente de las fuerzas del Marquesado y la IV Legión «Vindex» enviadas por el emperador para unirse al ejército punitivo que tiene como objetivo expulsar a los invasores.
Según los vigías fronterizos y las fuerzas de reconocimiento, Kar'want posee bajo su mando un aproximado de 2.000 Orcos y 5.000 goblins, además de una cantidad sin estimar de chamanes y unidades de choque: los jinetes de lobos.
Charles II se presentó en la localidad de Korintia al mando de 6.000 legionarios y 4.000 tropas feudales de su propia heredad, contando además con 500 caballeros.
Detrás de él se encontraban sus oficiales, entre ellos el general Hanz von Stafen enviado al mando de la IV Legión Imperial la cual ha quedado ahora bajo el control directo del Marqués. Cuestión bastante común en las políticas del Imperio humano, en donde las dinastías de la alta nobleza poseen líneas de sangre antiguas, la cualidad más valiosa en el uso de las artes mágicas. No importa que tan buenas sean tus capacidades, jamás podrás llegar muy alto en la pirámide —social o militar— si no posees sangre pura, apellido antiguo y poder mágico.
Ondeante la bandera de la IV Legión Imperial, leyéndose «Vindex» en una dorada caligrafía sobre un fondo sanguíneo, respectivo de las legiones del Imperio Siegreich, la nación de los humanos. Se encontraba también la bandera con un escudo heráldico que todos conocían: «En campo de sable armiñado de plata, León rampante de oro con linguado en sanguíneo» dicho escudo representa a la casa Götts-Rorik fundada por el hermano menor del legendario emperador Siegfried von Götts, Debajo de dichas banderas se encontraba el HQ de las fuerzas humanas, sobre una colina con vista la localidad de Korintia.
—Maldición, el hedor llega hasta aquí —comentó asqueado el General Hanz.
—¿Que esperabas? —decía Charles— son unos malditos orcos después de todo.
Su rostro indiferente no se contagiaba con la trágica imagen que se cernía sobre el ejército punitivo... La región completa estaba en ruinas. De la ciudad de Korintia no quedaba piedra sobre piedra, ya no había nada, todo había sido saqueado o destruido. Sólo eran visibles las rudimentarias tiendas de las fuerzas del Caos —Como le conocían los humanos a las criaturas que provenían de Gahenna—.
Sin embargo, el corazón de Charles se marchitaba como una margarita bajo el calcinante castigo del dios Apellōn. Korintia había sido cómplice de las aventuras de un joven noble destinado a ser marqués, allí vivía la madre de su hijo bastardo y residían los más dulces recuerdos de Charles. El simple hecho de pensar en la pérdida de un hijo le hacía doler el pecho, le ardían los ojos, perdía fuerza en las piernas... Pero debía mantenerse firme, regio, inamovible ante tal visión. Si el marqués titubeaba el soldado común no dudaría a la hora de poner pies en polvorosa.
—Padre... ¿Lo puedes creer? Por fin ya sabes que tierras le puedes dar al inútil de Max —decía aguantando la risa su hijo mayor, Federico II, su heredero.
Federico hablaba de Maximiliano, hijo segundo de Charles II. Era costumbre que a los demás hijos se les diera un señorío o baronía antes de que el heredero primogénito heredara todas las tierras del marquesado, de esa manera se aseguraba una repartición un poco más justa. Aquello era una broma de mal gusto, sobre todo contando con que Maximiliano se encontraba allí.
—Querido hermano... ¿No veis lo grave de la situación? habrá una reducción drástica en la capacidad productiva no sólo de esta baronía si no de todo el marquesado, Korintia posee las tierras más fértiles al sur del río Fenrir —afirmó con gravedad Maximiliano.
—Callad los dos si no queréis que los devuelva todo el camino hasta el castillo. —sentenció el padre de ambos— ¿qué opina usted de la situación, general?
El general Hanz von Stafen pensó unos segundos antes de responder:
—Excelencia, la situación es algo... Preocupante, por decir lo menos. Las tribus orcas Kar' y Karánk están trabajando juntas, cosa que no ocurría desde hace décadas. Sumado a eso, tenemos a un general goblin comandando las fuerzas auxiliares de los orcos, podría decir con total seguridad que cuentan con grandes contingentes de chamanes y tropas que ya tengan por lo menos un mínimo de experiencia en combate, han traído a los goblins que ya han asaltado antes, serán algo difícil para las levas.
—Pero... —seguía comentando el general Hanz— la verdad lo que más me preocupa son los jinetes de lobo, los lobos del Caos son ridículamente grandes y agresivos, ya debéis saber que cada uno de ellos puede con varios de nuestros mejores caballeros fácilmente.