Voracidad

25. Por la salud I.

Cuando los demonios salen a cazar esperan a que huyas y te escondas, solo para tener la satisfacción de atraparte, de hacerte saber que no eres tan listo. Los demonios alzan la cabeza porque tienen hambre y beben sangre porque tienen sed. Pero, los demonios no quieren pagar por sus crímenes...

Las personas... ¿qué es lo que quieren las personas?

—Deberías dejar de estar tan distraída y colaborar un poco más, Nix.

El semblante de la pelinegra había sido una sombra desde ayer. Se le veía cabizbaja y aunque su padre había intentando animarla, al final, no pudo hacerlo y es que Nix lo miraba y se sentía culpable. Todo era porque Nazareth se veía varios años más viejo. Tan cansado y delgado que pareciera que a penas había sobrevivido a una grave enfermedad. Esos eran unos de los incontables efectos secundarios que tenía la Magia de Ancla que había utilizado en ella por tanto tiempo.

Si tan solo...

Si tan solo Nix... hubiera sido más precavida, eso no estaría pasando, ¿cierto?

—¿Qué quieres que haga? —le preguntó a la sirena.

—Vas a hacer una mezcla blanda con esto —le respondió, entregándole un par de hierbas marinas y algo baboso que Nix se apresuró a no tomar con las manos, la mala cara que colocó no fue nada que no se esperara Gatek, que se rió bajito—.  Sí, justo para eso te mandé a traer los utensilios de cocina. Tienes que hacerlo bien, primero van las algas de Lehen... ah... mejor así; las hierbas verdes van de primero, después las rojas, haces trizas lo que parece una piedra y lo espolvoreas mientras revuelves, no puedes dejar de revolver hasta que se integre bien y entonces, solo entonces, hechas la cosa viscosa que tienes en el recipiente y que no se te olvide, Nix.

—¿Algo más? —cuestionó Nix con una cara de hastío que iba aumentando cada vez más.

La sirena no respondió y solo siguió haciendo lo suyo... que Nix no entendía ni un poco, porque desde que había sido ella quien se estaba encargando de ayudarla a sanar no había hecho nada parecido. Sin perder el tiempo y con ganas de arrojarse por una ventana Nix hizo todo lo que ordenó Gatek. Era una suerte que al final esa pasta de dudoso color tuviera un bien olor, porque estaba empapada en el.

—Oye —llamó a Gatek, cuando ya no tenía nada más que hacer, esta la miró unos segundos y siguió con lo suyo—. ¿Tú te sabes el nombre de mi... de ella?

—¿Te refieres a tu maestro? —indagó, solo por hacerlo—. La verdad es que no, esa siempre ha sido demasiado cerrada, aunque —canturreo con una sonrisita—, me imagino que tú padre si se lo sabe. Recuerdo que esos dos eran bien cercanos.

—¿Sí? —la pelinegra rodó los ojos—. Nunca me lo imaginé.

Si no fuera así, el viejo nunca me habría mandado con ella.

La sirena se rió y Nix ya sabía por dónde venía esa burla.

—Uh, que agresiva es la señorita, quién diría que se acobardaría por una simple medicina.

—Estas de broma, ¿no? —Nix hizo una mueca de asco—. Eso no solo huele horrible, sabe horrible. No entiendo cómo es que no me ha matado todavía.

—Ay, deja de ser tan exagerada que solo la has tomado dos veces.

—Y es que con una basta para no querer más.

Gatek suspiró profundamente.

—Que quejumbrosa me saliste, me pregunto de quien lo habrás sacado.

Nix también suspiró profundamente.

—Mejor no vayamos por ahí, ¿quieres?

—Tu mandas —aceptó la sirena.

Gatek había estado quieta en el agua por mucho tiempo, susurrando cosas y haciendo algunos movimientos pequeños. Así que cuando inclino la cabeza entendió que era eso que había estado haciendo.

Orar.

Gatek solo había estado orando y quizá había sido por ella, para que no falleciera mediante el proceso. Ahora que lo pensaba, hubiera sido mejor idea y estuviera más cómoda si, al menos, le habría permitido a Ren venir con ella. Pero no se podía y su padre seguramente estaría haciendo mucho té para calmarse. Tal vez de manzanilla y quién sabe que otra hierba tendría... aunque seguro que quedaría delicioso.

Un siseo extraño hizo que sus ojos se dirigieran a la alberca y se sorprendió con lo que se encontró. No se lo... esperaba, no así de la nada. Las sirenas y los tritones son realmente criaturas especiales, han sido bendecidas con inteligencia y... magia. Quizá eso no sea, por si solo, impresionante, pero si unes el hecho de que sean capaces de caminar en tierra... te maravillas enseguida.

Las sirenas están sujetas a leyendas y hoy en día muchos creen que no son reales. La causa de todo eso es que se escondieron en las profundidades del Mar Verde y la curiosidad que tenían por los seres de la superficie desapareció por miedo. Eran seres fascinantes que utilizaban magia y que se podían transformar en personas, siendo así capaces de tomar más de lo que Izard les había otorgado. Y eso... eso no se les permitió, aún cuando no querían nada de lo que estaba en la superficie para ellas.

Nix nunca creyó conocer una.

Mucho menos creyó ver a una transformarse...

Primero desprendió una presencia salada, oscura y profunda... todo justo como el mar.  Después le siguió un resplandor verdoso en cada parte donde estaban las escamas. Y lo que vino después fue doloroso, lo pudo ver en el rostro de Gatek que estaba rojo por el esfuerzo y la mandíbula tan apretada que escuchaba el roce de sus dientes. Entonces, cuando escuchó el sonido de algo rasgarse apartó por unos instantes la vista... estaba segura que fue su gigantesca cola.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 22.06.2023

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