Nota: es un capítulo largo, me disculpo, pero disfrútalo😉
Después de que Gatek casi la asesinara se había pasado por la cocina a comer, tenía mucha pero mucha hambre, así que al saciarse, como no, se dió una gran ducha. Tal vez tanto Ren cómo su padre se enojarían por no haber ido a ellos primero, aunque no era necesario, era bastante obvio que sabían que todo había salido más que bien.
Así que a fin de cuentas no había mucha prisa, ellos seguramente la hacían descansando, lo cual, debería estar haciendo y no saliendo a escondidas de su cuarto para ir a hacer una visita que había estado aplazando con todo lo que sostenía en las manos.
Aunque había algo que si era extraño, que ninguno de los dos hubiera venido a ver como estaba y llevarla a su habitación. Con los protectores que eran a veces, esto era en verdad muy extraño.
Suspiró un poco nerviosa y sonrió cuando su lobo se removió, cada vez más consciente. Mentiría si dijera que no estaba ansiosa por su despertar, quizá él se enojaría con ella por mandarlo a descansar. Meneó la cabeza, esas dudas para después.
Con energía rebosante salió vestida en ropas algo delgadas y cortas, muy diferente a como normalmente se vestía, pero la cosa era que no tenía ni un poco de frío y quería aprovechar la frescura de la noche lo más posible. Escurriéndose con una sonrisa divertida por la mansión y los guardias que se paseaban por sus pasillos llegó a la muralla y sin pensarlo dió un salto.
Estaba segura que era por esa parte en específico donde estaba Antonio, podía olerlo. Arisco y tenso. Estar rodeado de lobos debía, en toda su naturaleza, ser bastante incómodo, y lo entendía, ni a ella le caían muy bien que digamos, especialmente por ese olor que siempre cargaban con ellos.
Todos olían a perros mojados con un toque de jazmín, ese era el olor de su Alfa. Si había algo que le molestaba de las manadas era especialmente eso. Al hacerte miembro pierdes tu olor personal, ese que te caracteriza, con el que has nacido, y a causa de eso se daba esa pestilencia de perro mojado. Nix se sonrió, y es que eso no tenía porque ser así, se supone que todos los miembros deben oler a una sola cosa, sí, a su Alfa, la esencia que es tan fuerte que debe desaparecer ese putrefacto aroma.
Pero la de Erema no lo era.
Nix se mordió el labio para no reírse.
Ah, tal y como pensé, Antonio está haciendo su turno.
Siguió caminando con parsimonia. Ella se encontró detallandolo, era alguien alto y de cuerpo marcado, acorde con su constitución, tenía el cabello castaño claro enredado con muchos oscuros mechones rubios, aunque a la luz de la luna no se destacaban mucho, apostaba que debajo la luz del sol se llevaban el protagonismo.
Él quizás no se haya dado cuenta de su presencia o simplemente no quería hablar con ella, después de todo no se comportó muy bien la última vez que hablaron. Pensó en el hecho de que si ella no hubiera puesto tanta distancia, tal vez fueran algo como amigos.
Suspirando se terminó de acercar a él que miraba hacia adelante, metido en su rol de guardia. Dejó caer sus pies sobre el piso de forma natural y enseguida volvió sus ojos marrones hacia ella. Sí, no la había sentido llegar, de ahí venía esa expresión de sorpresa y confusión.
—Hola, Antonio —saludó con una sonrisa amable y expresión titubeante.
Él espabila desconcertado y se acerca un poco, como si no creyera que es real.
—Te ves diferente —musita al fin, viéndola con atención—. Tu presencia es tan... diferente también, ¿qué te ha pasado en estas semanas?
Nix se rió.
—Que me estés preguntando eso significa que ya lo sabes —dijo con una sonrisa.
—No exactamente —informa con una mueca de disculpa y menea la mano quitándole relevancia—, solo lo que hablan por ahí.
—Que interesante —susurra divertida y alza una ceja—, dime qué estupideces dicen —imita el movimiento de su mano—, por ahí.
Antonio bufa y como siempre, termina haciendo lo que la pelinegra le pide.
—Que habían intentado matarte y que casi lo logran, que al final —suspira y sus ojos la ven con angustia, como si le doliera lo que iba a decir—... habías muerto, pero tal parece que no se puede confiar en lo que se dice por ahí.
Nix pensó en el hecho de que casi todo lo que le había pasado se esparció por la mansión, que a decir verdad no era nada para sorprendente, solo lo... típico. Aunque en todo eso había algo realmente interesante, y eso era que nadie mencionaba la herida de su hermana, Erisce que había sido herida con una flecha envenenada... Erisce, su hermana, esa misma a la cual ella escuchó que el corazón se le detuvo.
—Vaya, bueno —musitó algo conmocionada por tal resumen—, no estaban tan equivocados, pero ya ves —sonrió con arrogancia y un extraño brillo en los ojos—, no es tan fácil acabar conmigo.
—Tambien decían que habías reaccionado —siguió como si no hubiera dicho nada y se encongió de hombros—... diferente, que no eras la misma —sus ojos se encontraron y Nix alzó una de sus comisuras cuando él no rehuyó—. Ahora veo que es cierto, tienes cierto brillo en los ojos que nunca había visto en ellos.
Nix se rió burlesca y él rodó los ojos.