Voracidad

38. Cuentas pendientes, cuentas saldadas.

Controlando su respiración y con el cuerpo en posición Nix se encontraba lista para comenzar esa farsa disfrazada de Lid, tal vez era la única manera que tenía Rane para enfrentarse a ella manteniendo su supuesto honor y orgullo de Cambiaformas. Aunque a la final no importaba nada de eso, no cuando estaba en obvia desventaja y de la cual él, como siempre, se estaba aprovechando.

Aún tenía fuerzas suficientes para mantener un combate no tan prolongado pero tarde había notado que entre más horas pasaban mas agotada se sentía y era de esperarse, después de todo no iba a estar bien solo porque había recuperado la consciencia. Sabia que no debería estar aquí, pero jamas permitiría que Ren se moviera en tales condiciones.

—Nixten, te veo algo pálida —se burló Rane dejando caer sus armas—, ¿me tienes miedo? ¿Qué se siente que sea tu verdugo?

—¿Por qué hablas tanta mierda, Rane?

Nix habría querido reírse por todo lo que estaba diciendo el Cambiaformas, pero lo cierto es que bien si podría ser su verdugo sino tuviera tantas ganas de vivir, de haber pasado esto un tiempo atrás, por muy fuerte que fuera se habría dejado matar, lo sabía con tanta seguridad que se sintió desolada y avergonzada por tales pensamientos.

—Haa, es cierto, a ti nunca te ha gustado hablar mucho, eres esa clase de persona que nunca tiene mucho que decir y menos mal, de tu boca jamás ha salido algo interesante o... bueno, quizá eso es muy duro, lo cierto es que tú pedido de la Lid a muerte si que me sorprendió y fué grato, porque tu muerte me va a dar una satisfacción que nunca antes he sentido, estoy seguro de ello.

La pelinegra lo escaneó, reparando en la pose simple y segura que manifestaba, su estilo de lucha era de ataque, esa personalidad suya tan horrible no daba para más, pero la de ella no era precisamente de defensa absoluta, aquí su flexibilidad al combatir le ayudaría mucho, pero no tenía armas y aunque de verdad quería matarlo con sus garras, no podía, esa era otra desventaja que se acumulaba a las otras, volviendo este combate difícil para ella.

No tengo otra opción, maldición, ni siquiera sé si va a ser posible usarla en este estado.

—Zem —llamó y se controló en no mirarlo para no dudar—, ¿crees que podrías traer para mí el brazalete dorado que tiene mi lobo?

Sintió unos segundos después el cambio en el ambiente, frío cubrió el lugar donde estaban parados y unos tortuosos instantes después desapareció. Él había entendido lo que eso significaba y se sintió terriblemente culpable por haber callado su estado.

—Solo con tu permiso —susurró a la final, con un tono de voz pesado y controlado.

Rain desenvainó su espada y sonrió grande, emocionado y lleno de sed de sangre.

—Sí, lo tienes.

Después de haber terminado esas palabras fué vagamente consciente de que él había interrumpido en lo basto de su consciencia, dónde se encontraban dos figuras en conflicto.

—Ahí tienes, Nixten, confío en que...

—No —lo detuvo—, lo prometí y pienso cumplirlo, no más.

No podré con una carga más, el brazo me duele y se encuentra pesado, si él dice algo más no serán ánimos, no podré verlos así.

El brazalete se vuelve un par de dagas largas plateadas y a pesar de la resistencia que usó contra ella, hizo caso, un suspiro de alivio dentro de todo el caos, ahora solo tendría que asesinar a alguien despreciable y eso estaba bien, tenía muchas motivaciones para lograrlo.

—¿Dagas? —señaló despectivo con su espada—. Todavía las usas por lo que veo —se río cínicamente—, esto será tan fácil, ¿por qué siempre me haces las cosas tan poco divertidas, ah? Esa es una de las principales razones por las que te detesto tanto, ni siquiera entiendo que pensaba en ese momento.

Nix era capaz de sentir como Zem se estaba controlando solo porque ella lo pidió, pero eso no sería así por mucho tiempo porque si la situación fuera al revés ya Rain no respirara desde que se atrevió a abrir la boca.

Sonrió al darse cuenta que incluso con todo lo que estaba soportando ella si que disfrutaría matarlo.

—No has cambiado, Rain, sigues siendo un gusano —Nix escupió el suelo y le dió una mirada de asco—, y creo que ya sabes cuánto los detesto.

Necesito acabar con esto rápido. De unos cuantos golpes, no soportaré tantos movimientos antes de caer al suelo agotada.

La pelinegra dejó que él se consumiera con la ira al ver cómo ella ya no se dejaba intimidar y lastimar por sus palabras. El pasado y la influencia que había tenido sobre ella hoy no existía y era consciente de cuánto le heria el ego perder ese control.

Las dagas me están desconociendo y no pasará mucho hasta que me lastimen gravemente.

Él se lanzó junto con su espada en mano y el primer ataque fué esquivado dando unos cortos pasos hacía un lado, era la situación perfecta, había sido descuidado y dejó una apertura. La daga en su mano izquierda quemó cuando la empuñó con fuerza y rozó el brazo de Rain justo antes de que este se apartara bruscamente.

Los ojos de Rain realmente la observaron con precaución al darse cuenta que si ella estuviera en condiciones ya estaría muerto, suspiró y dejó escapar una respiración pesada, agobiada por el cansancio. Ahora él realmente tendría cuidado en cada ataque, pero también sería más cuidadoso aprovechándose de sus debilidades y la principal era el tiempo, no se mantendría en pie si esto se prolongaba demasiado.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 22.06.2023

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