Una gota de lava acaba de caer.
Otra gota de lava se unió al río que me calienta los pies.
Una gota de lava... ¿lava? ¿Cómo sé que es lava?
Nix abre los ojos al ser despertada por tales pensamientos y se sorprende al ver el panorama frente a sus ojos. Se levanta con firmeza, sin rastros de dolor, se mira las manos y estas se encuentran sanas, al igual que el resto de ella.
¿Qué está pasando?
¿Dónde me encuentro?
¿Qué es toda...?
Da una vuelta viendo que todo lo que alcanza a ver son pequeños ríos de lava rodeándola y cubriendo todo el suelo oscuro. Pensó que tendría mucho calor o que se sentiría incómoda pero era lo contrario, todo ese desespero que estaba en el fondo de su cabeza se disipaba como el humo y la tranquilidad se hacía con ella, llenandola de una paz que sintió tan necesaria. Su cuerpo se relajó y a su causa le dió sueño, tan agotada de un momento a otro que su mente no pudo reaccionar cuando se sentó y cerró los ojos para de nuevo estar dentro del denso humo, todo pasó tan rápido como si llegar a la lava hubiera sido una suerte conjurada.
Sintió sus pulmones llenarse de aire bruscamente y abrió los ojos aturdida, espabiló un par de veces y trató de incorporarse enseguida con una prisa que no permitió que se situara y supiera dónde se encontraba.
—Tranquila, tranquila, mi sol —susurró suave Zem haciendo que se detuviera y fijara sus ojos asustados en los de él.
Es... estoy bien, estoy bien.
—¿Qué me pasó? —preguntó Nix despacio reparando el rostro de Zem.
—No sé explicarlo correctamente, lo único que se me ocurre es que tú cambio tal vez está cerca —dijo contrariado, con el ceño fruncido y preocupación brillando en sus ojos—. Nix... mi sol, pensé que te perdía y casi hago una estupidez, me disculpo por ello —tomó su rostro en sus manos y dejó un pequeño beso en sus labios, uno que supo a desesperación—. No soportaría perderte, lo sabes, Nix, yo no... simplemente no podría sobreponerme a tu pérdida cuando eres lo único que tengo.
—No iré a ninguna parte, Zem —respondió aturdida y preguntándose qué más podría decir en tal situación—... Yo solo estoy muy confundida, creo que estaba soñando algo pero no recuerdo bien.
—Tranquila —dijo por segunda vez y la ayudó a levantarse de sus piernas—. ¿Ya te sientes mejor?
—¿Qué?
—Antes de caer inconsciente mencionaste que estabas en llamas y tu temperatura estaba demasiado elevada todo el tiempo —contó mientras se levantaban del suelo y Nix se terminaba de ubicar—, quemabas y yo estuve a punto de bajar tu temperatura a la fuerza, pero lo controlaste a tiempo y yo... siento que estuve a nada de interrumpir algo importante.
Nix suspiró profundamente y asintió viendo alrededor, aún seguían en el mismo lugar, al igual que los cuerpos. Por un momento esperó sentir culpa por Rain pero no hubo nada dirigido hacía él más que el sentimiento de victoria al querer matarla.
—Por eso te disculpastes antes —se acercó a él y lo abrazó tiernamente, escuchó su corazón acelerarse y sonrió mientras arrastraba sus manos hacia sus hombros y alzaba la cabeza para sonreír—. No te preocupes, amor mío.
Él río y sobó su mejilla lentamente.
—Parece que en verdad estás mejor, tu agotamiento ya no está y pareces lúcida —dijo lo último como una broma y ella solo hizo un puchero.
Solo un momento más, solo un poco más mientras me tranquilizo...
Se separaron en contra de su voluntad y fué cuando Nix notó que ya iba a oscurecer, ya sabía lo que significaba y pensó en el hecho de si tendría el tiempo suficiente para prepararse para lo que se avecinaba en la luna llena que ya se sentía en sus huesos.
—¿Crees que con esto basta? ¿Qué ya todo volvió a la normalidad?
—No, esto solo es el comienzo, falta enfrentar lo mas importante para que acabe en realidad o al menos eso es lo que elijo creer —dijo y se pasó la mano por el cabello echando algunos cabellos hacia atrás—. Aunque como antes mencioné en la mansión está todo bien y lo demás aún escapa de nuestras manos .
Ella asintió y miró al altar a unos metros de ella, los deseos de acercarse que habia tenido se marcharon debido al leve olor que se encontraba en la sangre, ese rastro que solo acrecentó la decepción y la ira dentro de ella. Un fresco dulce llegaba a su nariz y como no podía conocerlo si siempre había cargado con ese olor característico.
—¿Quieres investigar algo más del altar?
Él negó y vió con mala cara hacia allá.
—Con lo que sé de él es suficiente para no acercarme más.
—Bien, entonces quiero que regreses a la mansión y traten de encontrar con Ren al nigromante o mejor aún a Erema —dijo caminando lejos de ahí.
Zem colocó las manos en el suelo, se concentró y unos segundos después el altar junto con los muertos fueron encerrados en un ataúd de hielo azul oscuro como sus ojos. Mientras ese hielo no pudiera ser destruido nadie sería capaz de darle mal uso al altar.
Nix al sentir el frío en el aire se giró y quedó boquiabierta al ver a Zem haciendo uso de sus habilidades de una manera tan fácil y elegante. Él se levantó con una sonrisa orgullosa al ver su rostro de sorpresa y se acercó a ella.