Vortex

Capítulo 1: Movimiento y sufrimiento

La vida me ha sonreído y me ha dado muchas gratificaciones, los jaguares de jades parecen ser un equipo unido y ante todo que me permite lograr lo que quiere. Pertenezco a la segunda generación que practica el deporte más antiguo del mundo o al menos eso es lo que yo creo.

Mi padre Maximilian Cante ha sido el último de la generación en ser bicampeón, después de tenernos a una edad muy joven él decidió retirarse pero no sin antes entrenarnos.

—Vamos muchachos, no están haciendo ejercicio por gusto — dice padre.

Mi hermano Hector y yo hemos entrenado desde pequeños y eso nos ha mantenido unidos desde entonces, hemos logrado tener una conexión única y además nos ha permitido entender de que somos uno mismo.

Los entrenamientos de papá son duros y llenos de mucha adrenalina, nos pone a correr treinta minutos alrededor del campo de fútbol, hacer ejercicios de fuerza y luego practicar golpeando el balón con la cadera, muchas veces parece que me canso pero sin duda un peso grande llevamos en la familia.

—Paren — gritó padre.

—Día duro de entrenamiento — dice Héctor.

—Solo un poco, recuerda que soy el capitán y el mejor jugador — digo riendo.

—Siempre preocupado por tu imagen — dice Hector.

Este entrenamiento fue más duro por el hecho de que mañana tendremos la final para definir al campeón de la ciudad y luego ir al torneo departamental y ante todo tener a esa chica que me vuelve loco. Lana, si un nombre como el de una banda musical, pero sus ojos café, pelo largo y su uniforme de atleta es algo que me vuelve loco.

—Deja de divagar Victor, esa chica no será tuya hasta que tu des el paso — dice mi padre.

Es un buen consejo, pero primero el campeonato y luego la chica. Mi hermano y yo nos duchamos y luego vamos al cuarto a descansar pensando en el gran momento que viviremos mañana. Mi padre es el entrenador y parece estar orgulloso de lo que está construyendo además de la popularidad que se vive.

La mañana siguiente nos levantamos eufóricos con una emoción imperdonable por el campeonato. Nos colocamos el uniforme, guantes y todo lo necesario. Subiéndose al carro comemos un par de barra de proteínas y agua potable para poder calmar un poco la ansiedad.

—Llegamos chicos, es momento de su verdad — dice padre mientras coloca el freno de mano.

Nos bajamos nerviosos del auto, el equipo estaba allí esperándonos como si fuéramos la esperanza. Carlos, Javier, Santiago y Jonathan viéndonos como si todo dependiera de nosotros.

—Puedo sentir la presión — digo.

—Ganaremos— dice Hector.

El equipo ya estaba listo y el público en general aún estaba eufórico por la situación. Todo es simple, pasamos el balón por el aro cinco veces y así ganamos el campeonato antes de que acaben los diez minutos reglamentarios si hay empate tenemos que ir a cinco minutos de prórroga. El equipo que enfrentamos es a las guacamayas azules, un equipo rudo y también muy inverosímil.

El balón era lanzado al aire; Carlos la toma con la mano izquierda para que yo haga malabares con ambos pies, así que la paso a Jonatan que la levanta para que Héctor con una chilena logra meterla en el aro en el primer minuto.

El rival toma el balón y la mantiene en su posesión al menos treinta segundos, entre mas tiempo mas dificil es anotar, asi que la robo como puedo para lanzarla a Jonatan pero este falla en el disparo al aro. La mentalidad es un factor clave así que enojarnos nos sirve en las rondas finales.

Cinco minutos después . . .

El marcador es cuatro a tres a nuestro favor. El equipo se siente agotado pero no derrotado, es momento de sacar el liderazgo.

—Formación estrella — digo.

Los muchachos necesitan colocarse de la forma más amplia, la estrella nos permite comunicarnos y mantener a distancia al rival y alejado del balón, tienen que ser los golpes acertados porque en un robo los ponemos en ventaja.

Primer balón lo recibe Jonathan, da un cabezazo y se lo da a Carlos, este juega con el balón usando los codos y luego asiste a Jonathan que lanza los más lejos a Héctor para que domine y con una chilena trate de meter el balón.

Todo el público está viendo cómo el balón se va suavemente y lentamente, asi que yo con mi idiotez en mente escaló la pared y la muevo ligeramente con mi cabeza para que el balón falle y pegue en la orilla.

—Tiempo fuera — dice papá.

—¿Por qué quieres robarme la gloria? — dice Hector.

—Solo pensé en el equipo— digo.

—No tenias porque tocarla, en serio por qué no dejas tu maldito ego y juegas en equipo — dice padre.

Un momento muy difícil de digerir, porque es mi padre y a la vez el entrenador, pero no quiero ser egoísta solo pienso en el trofeo y en Lana.

Por divagar me percato que mi padre nos gira instrucciones y como capitán creo que les fallaré al equipo en un momento.

El siguiente balón es del equipo rival, en cuestión de unos segundos puedo ver que anotan para la victoria. El empate cuatro a cuatro y un punto para ganar con tan solo un minuto y medio.




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