Vortex

Capítulo 3: Siguiendo con el problema

Los días pasaron en el hospital y mis padres han decidido que lo mejor es regresar a casa a replantearme mi vida. El problema está en que tengo que volver a la escuela en sillas de ruedas y no estoy preparado para eso.

Mi hermano me sube al cuarto y me coloca en la cama, aun puedo visualizar mis grandes logros de los eventos máximos que he hecho en la vida; podía sentir una sensación valiosa de autosuperación, pero este accidente no me permite seguir y me siento estancado.

—Estás bien — dice Héctor.

—Sí. No sé como superar esta situación —digo.

—Con ese gran egocentrismo que tienes y que te crees la gran cosa, no será difícil— dice Héctor con un poco de verdad.

—Estoy harto que digas eso

—Desde que fuimos al campeonato no dejabas de hablar de querías ser la máxima estrella, el héroe y el preferido de papá — dice Héctor reclamando.

—Disculpa por tener una enorme presión —digo.

—Escúchame, mis padres te han consentido por años y tú ni siquiera te esfuerzas. Yo tengo que matarme por conseguir lo que quiero y tú simplemente lo pides y te lo dan. Los muchachos se enojaron contigo por tu egoísmo en la cancha y ahora mírate sufriendo por tus múltiples fracturas — dice Héctor enojado.

Mi hermano no entiende que siempre pase por este tipo de dificultades, tenía que ser el número uno, el héroe, el que tenía que tener el equipo en los hombros.

Después del discurso de moralidad, tome mi teléfono y decidí que lo mejor era ver quien me había escrito, al ingresar a mis redes sociales puedo ver que no hay nada: la escuela no publico nada de mi accidente, no hay comunicados de los equipos, mi bandeja de entrada de mensajes está vacía. Esto es extraño, yo soy uno de los más amados del equipo y que la gente no muestre solidaridad, me siento decepcionado.

Al día siguiente me alisto en la escuela, Héctor me baja por la escalera hasta el sillón del auto de mamá.

—Están listos hijos — dice madre.

—Sí — digo escéptico

Llegamos a la escuela y mi hermano me subió a mi silla de ruedas para que me impulsara. Puedo sentir las miradas de decepción y burlas en todos los estudiantes, los maestros incluso se sienten decepcionados de mí, parece que les hubiera fallado en algún momento de la vida, solo tuve un maldito accidente y no puedo caminar.

Mi hermano me deja en mi salón de clases y ahora me tengo que sentar adelante, veo a Jonathan ingresar.

—Hola amigo — digo.

—Hola — dice evasivo.

—¿Qué pasa? — digo.

—Nada — dice mientras se va.

Las siguientes horas de clases son aburridas, pero algo me dice que la gente no me quiere aquí y me desprecia. La hora de almuerzo veo al equipo juntos así que es mi oportunidad.

—Equipo — digo animado.

—Largate Víctor — dice Carlos.

—Somos uno mismo así que no se comportan como idiotas — digo.

—Amigo, no te queremos aquí. Ya tenemos a tu reemplazo

—¿Quién?

—Luter — dice Héctor.

—Oigan, solo estoy pasando por un mal momento …

—Sabemos que no, eres un invalido y lo único que harás es estorbo no podemos tener en el equipo ,te jubilaste como un campeón y ante todo el mundo te odia porque ya no eres nada y no valés nada — dice Javier.

Bajo la mirada, pero sé cómo reaccionar. Golpeo en la nariz a Javier y él me tira de la silla de ruedas, se coloca encima mío para seguir golpeándome. Mi hermano lo detiene con una patada en el estómago y luego me levanta.

Los maestros nos toman para ir al salón del director. Los que eran mis amigos ya no lo son, pero me conformo con saber que tengo un hermano.

En el salon del director empezó el peor de mis males:

—Su actitud es para mi deplorable, un equipo que no actúa como equipo, no los culpo, su capitán es un inutil después de todo. Ya ni caminar puede — dice mientras todos se ríen.

Es increible que tenga esa actitud después de lo que me paso, acaso no fui yo que fue víctima de un accidente y la mala suerte que tuve. Director más hijo de puta.

—Es en serio, estoy en sillas de ruedas, fui humillado y se pone de su lado — digo enojado.

—No te preocupes ya no pasará porque estás expulsado y ustedes el resto tendrán suspensión de tres días — dice el director.

—Esperen, soy la puta víctima y a ellos lo premian — reclamo.

—Señor Victor, usted no tiene la decisión y mucho menos el derecho de protesta, no necesito inválidos sino gente que esté de lleno a su carrera deportiva, por usted perdimos miles de patrocinadores para los eventos y es posible que el deporte que practicaba con su equipo se extinga por la peligrosidad así que no empeore las cosas — dice el director de forma justificada.

Mi hermano me saca del salón del director y eso me molesta muchísimo, mis padres están casi que decepcionados con lo que me pasó, parece que el mundo entero estuviera en mi contra o fuera culpable de las cosas que pasan.

Mis padres nos pasan a traer y como siempre tengo que aguantar la tensión de mis padres. Al llegar a casa nadie me ayuda, tengo que ver como me bajo yo solo y ver cómo coloco la silla de rueda que está a la par mía y subirme solo.

—¿Qué mierda pasa con ustedes? — digo furioso.

—Decepciones y gastos para nosotros — dice padre.

—Disculpen por solo querer sobresalir y por intentar una vida normal — digo.

—Ese es el problema, no puede ser normal, no caminas y debemos cargar contigo—dice padre enojado.

—Maldita sea, no tengo amigos y parece que todos me dan la espalda por algo que fue un accidente y todos me tratan como basura— digo gritando.

—Escucha, no se que haras pero aquí no te quiero , no comerás nada de mi o mi dinero y mira como te resuelves — dice padre.

—Mi propia familia me da la espalda en el momento que más los necesito, sabes que . .. me largo — digo.

Me lanzo de mi silla y como puedo subo las escaleras a mi cuarto, no importa que es lo que me pasará pero tengo la fuerte convicción de lo que haré. La tarjeta de Phineas es mi salida dle problema, tomo mi teléfono y la tarjeta para llamar.




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