Vórtice: Crónicas de Horror

EL SECRETO DE LA FOKKEN

Jamás escuché narración más extraordinaria que la que el diario de navegación y dichos papeles descubren.”

Bram Stoker (Drácula)

 

22 DE AGOSTO, 2180.

Carguero de la FEC: Hércules.

Tripulación: 10 tripulantes.

Estatus: Carga entregada.

Destino: La Tierra.

 

LA nave espacial se desplazaba en la negrura del cosmos regresando al hogar, luego de entregar la mercancía destinada a la colonia de Saturno, cuando una anomalía fue detectada por sus instrumentos. Otro navío había surgido del hiperespacio emitiendo un llamado de auxilio. Los sensores de largo alcance no detectaron otras naves que estuvieran cerca para apoyarlos, y cambiaron de rumbo para socorrerlos ellos mismos como lo exigen las leyes de la FEC (Federación Espacial de Comercio). Los de la Hércules, encontraron la otra nave a la deriva a unos 201.65 millones de millas antes de llegar a Júpiter. Ampliaron la imagen en la pantalla y pudieron ver la ruina de navío espacial que habían ido a socorrer.

—El escáner revela que no posee armamento, jefe. Sus propulsores no están funcionando —informó Smith al capitán—. No detecto rastros de energía. Esta nave no está registrada en nuestra base de datos. Parece que es un modelo muy antiguo.

Eso lo podían notar en el diseño de aquella nave que flotaba desamparada en el espacio. Los tripulantes de la Hércules nunca habían visto un modelo tan viejo. Estaba para un museo. Hardman se preguntaba de dónde habría salido aquel vejestorio.

—Fish, abra un canal de comunicación —le ordenó y continuó cuando el técnico en comunicaciones le indicó que la línea estaba abierta—. Les habla el capitán Harold Hardman, a bordo del carguero Hércules de La Federación Espacial de Comercio. Recibimos su mensaje de auxilio y hemos venido a ayudar, contesten.

—Nadie nos responde, señor.

—Intente comunicarse hasta que respondan. Puede ser que tengan problemas con su sistema de comunicación.

Fish siguió intentando contactar, pero no recibió ninguna respuesta. La vieja nave a la deriva siguió en silencio.

—Señor, el escáner no está detectando signos de vida. Los instrumentos indican que no hay nadie a bordo. Tal vez estén muertos.

—O quizás pudieron escapar en las capsulas salvavidas —interrumpió Smith.

—No, si hubieran escapado en las capsulas, recibiríamos la señal de auxilio de alguna de ellas, pero el aviso viene desde la nave —comentó Fish—. De todas maneras, los sensores no detectan ninguna capsula en este sector.

—Señor —intervino Moreaux—. Me ofrezco a abordar la nave con algunos voluntarios para investigar en qué condiciones se encuentra su tripulación.

El capitán Hardman pensó el ofrecimiento mientras se rascaba la barba como acostumbraba a hacer siempre que tenía que tomar una decisión importante. Quizás la nave se encontraba abandonada desde hacía tiempo y, por algún corto circuito o mal funcionamiento, se encendió la señal de auxilio con las baterías de emergencia del dispositivo. En varias ocasiones se habían dado esos casos. Por otro lado, si aquella tripulación necesitaba ayuda, lo mejor sería llegar a ellos lo más rápido posible.

—Lleve consigo todo lo que necesite y proceda según las normas estándar de la Federación.

—Sí, señor —afirmó Moreaux y salió del puente de mando.

El capitán confiaba plenamente en las capacidades de Moreaux para cumplir aquella misión de rescate. Su primer oficial siempre cumplía eficientemente el trabajo que le encomendaran. Hardman dio instrucciones a Smith de seguir intentando hacer contacto con la otra nave.

—También envíe mensajes a las autoridades de la FEC y a la  PESS (Policía Espacial del Sistema Solar) informando nuestra situación e investigue, de alguna manera, si tienen datos de esta antigüedad que hemos encontrado.

—Enviando un informe con imágenes y descripciones que voy recolectando a la FEC y a la PESS, señor.

El capitán miró por largo rato en la pantalla a la arruinada nave que flotaba solitaria en la oscuridad del espacio. Quería ayudar a quien quiera que haya pedido auxilio, pero algo le decía que estuviera alerta. Tenía un mal presentimiento aflorando poco a poco que lo ponía tenso. En viajes anteriores había tenido problemas que le hicieron ganar algunas amonestaciones. Estaba prácticamente en quiebra y no quería que ningún acontecimiento desafortunado le hiciera perder su trabajo.




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