La cantante era una joven delgada de cabello largo y castaño, se subió al escenario y agradeció a los que vinieron a su debut. Veinte personas, de las cuales quince vinieron por la oferta de dos bebidas por el precio de una y cinco porque encontraban a la cantante y disponible. Querían conocerla a más profundidad después de su presentación.
— Gracias, gracias a todos por venir a mi presentación y agradezco de todo corazón al bar “La nariz hinchada” por darme esta oportunidad. Prometo no decepcionarlos.
“Darme la oportunidad” suena demasiado generoso, pensó el dueño.
Una foto cayó en su escritorio, la cantante estaba del otro lado con una expresión seria. La foto mostraba a ella haciéndole sexo oral al dueño, un hombre casado. La cantante amenazó con enviarle esta foto a su esposa, la verdadera dueña del bar “La nariz hinchada”.
—Está bien. Puedes tocar en el maldito escenario.
La cantante sacó unos billetes de su bolsillo trasero.
— Son doscientos soles. Es todo lo que tengo. Serán tuyos si me permites tocar en tu bar.
— ¡Ya te dije que sí! ¿Podrías bajar esa maldita pistola de mi cara?
— Lo siento es que me gusta recurrir a varias opciones, para asegurarme de que el resultado sea óptimo. ¿Entonces es un trato?
— ¡SI!
Los dos se dieron la mano cerrando el acuerdo.
— Fue un placer hacer negocios con usted. No se levante, conozco la salida.
Antes de salir de la oficina, la cantante se golpeó la frente con su palma. Casi lo olvido. Sacó su celular.
— Hola Enrique, todo salió bien. Puedes liberar al hijo del dueño del bar “La nariz hinchada”. No lo sé, déjalo en un parque. ¿Qué? No era necesario golpear a la niñera. ¿Cómo que en dos partes? luego hablamos.
Colgó y le mostró al dueño del bar su mejor sonrisa.
— Múltiples opciones para óptimos resultados.
El dueño se rascó la nariz. Otros cinco matones lo acompañaban. Diez personas pensaban reunirse con la cantante una vez termine su show.
— Mi primera canción se llama “Voy a robar tu corazón”. Estoy segura que les encantará.
Tapó el micrófono con su mano y susurró “Kalej, Noman, Flur”. Tocó su guitarra y comenzó a cantar. Una nube roja se formó encima de la cantante. Su voz melodiosa era muy hermosa. Una caricia para el oído. Pero los espectadores estaban más enfocados en la nube.
Varias manos salieron de la nube. Manos largas y blancas. Varias de ellas se doblaban y enredaban como si no tuvieran huesos. Las manos se dirigieron a los espectadores a una velocidad sobrenatural, penetraron sus pechos (destrozando sus costillas como palitos de fosforo) y les arrancaron el corazón. Los cadáveres cayeron como fichas de dominó.
La cantante seguía cantando como si nada estuviera pasando frente a sus ojos.
Algunas personas trataron de huir, pero fue inútil. Una persona se dio la vuelta, la mano blanca atravesó su espalda y salió de su pecho con su corazón, regresó a la nube. Los matones se pusieron frente al dueño para protegerlo. Los dedos de una mano se alargaron hasta convertirse en la mano de un vampiro gótico; los dedos se convirtieron en otras manos como si fueran las ramas de un árbol. Los atacaron. No tuvieron tiempo de sacar sus armas.
El que si tuvo tiempo de sacar su arma fue el dueño. Disparó a la palma. Esta recibió el impacto y cerró el puño, cuando lo abrió una bala aplastada cayó. La mano atravesó su cabeza y sacó su cerebro. Lo arrojó como si no valiera nada (tenía un tumor del tamaño de una nuez. No valía nada). La canción se llamaba “Voy a robar tu corazón” no “Voy a robar tu cerebro”.
Le arrancó el corazón.
La cantante terminó su canción. Hizo una reverencia al suelo rojo y a los cadáveres destrozados y de pechos huecos.
—Muchas gracias. Descuiden, no se levante. Conozco la salida.
Salió del escenario, seguida de una nube con veinte manos con veinte corazones.