Vraxus no podía pensar en nada más que en la muerte de su padre. El dolor lo carcomía, y la furia que sentía dentro de él era más fuerte que nunca. Había sido engañado, manipulado como una pieza más en un juego que ni siquiera entendía completamente. Su padre no era el objetivo original. Era parte de un plan mucho más grande, uno que había sido diseñado para quebrantarlo, para hacerlo perder el control. Y ahora, con su padre muerto, nada tenía sentido.
Pero no podía permitirse caer en la desesperación. Tenía un solo propósito ahora: vengarse de aquellos que lo habían arrastrado hasta este abismo. Con cada paso que daba hacia la red de cazarecompensas, su odio crecía más y más. La red de asesinos había querido destruirlo, y lo único que podía hacer ahora era llevarlos a su propia destrucción.
Pasaron días, semanas, mientras investigaba y cazaba cada pista que pudiera llevarlo a los responsables. A través de sus contactos, interceptó información sobre una reunión secreta entre los miembros clave de la red. Sabía que no podía fallar.
La confrontación fue inevitable. Una noche oscura, en un edificio abandonado, Vraxus se encontró con uno de los responsables. El cazarecompensas, un hombre alto y pelón con una barba gruesa, lo esperaba. Sabía que la batalla sería difícil, pero no iba a dejar que nadie lo detuviera ahora.
—Te has estado ocultando demasiado tiempo —dijo Vraxus, su voz fría y llena de furia.
El hombre sonrió, sin mostrar miedo. Sabía que lo que había hecho era irreversible, pero no pensaba caer fácilmente. Ambos se lanzaron al combate, las manos desnudas chocando, el sonido de los golpes resonando en las paredes del edificio vacío. Cada impacto era más violento que el anterior, el sudor y la sangre de ambos manchando el suelo.
El hombre usó su tamaño y fuerza para dominar en el inicio, pero Vraxus, con su agilidad y astucia, logró encontrar oportunidades. En medio de la pelea, recordó lo que le había enseñado su padre, el honor en la lucha, el respeto a quien se enfrentaba, aunque ese respeto ya no importaba.
A pesar de la brutalidad de la pelea, Vraxus finalmente consiguió someter a su oponente. Con un golpe certero, lo dejó inconsciente, su respiración agitada y su cuerpo lleno de moretones. Pero no se detuvo allí. Sabía que aún había más por hacer, y tenía que encontrar al hombre que había orquestado todo.
Con un último vistazo a su enemigo derrotado, Vraxus salió del lugar, sin remordimientos. Ahora, su único objetivo era llegar al verdadero responsable, el hombre que había estado detrás de todo, el que había manipulado cada paso, cada mentira.
La guerra no había terminado. Esto era solo el comienzo.