Vuelta a los orígenes

Cap. 5

Kate se miró al espejo y se arregló de nuevo el pelo ahuecándolo con cuidado, haciendo que los bucles rubios, deshaciéndolos un poco para que quedarán más naturales. Suspiró mientras se miró, llevaba los ojos pintados con tonos marrones en un smoking que los resaltaba del resto de su rostro; la base de maquillaje encajaba perfecta a su tono haciendo que no se notara que iba maquillada, o por lo menos eso pensaba ella. El colorete era claro, al igual que el labial que tenía una mezcla entre rosa y tostado. Se retocó por última vez la máscara de pestañas y volvió a resoplar, llevaba el mismo pelo y maquillaje que todo el día, pero se lo había retocado para la cena y no conseguía verse bien del todo. Giró para ver su ropa de nuevo, llevaba un pantalón de piel negro con una camiseta y varios collares que le daban un aire rockero pero elegante, es con lo que había salido esta mañana para ir a la tienda y no se había cambiado de ropa. Decidió ponerse un vestido, nada exagerado, un simple vestido verde con algo de vuelo y un escote en corazón que acababa en unas cortas mangas, no era lo suficientemente elegante como para ir d coctel o algo parecido, pero era de firma y mucho más refinado de lo que llevaban las chicas de Tracy Springs. Se miró por última vez y asintió, ese vestido era mucho más acorde al lugar, por mucho que le gustara su anterior outfit era demasiado arriesgado para ese pueblo, no se podía comparar lo que se llevaba en Neva York con un pueblo pequeño del sur. 

Kate escuchó el timbre y bajó todo lo deprisa que pudo las escaleras, olvidándose por completo de las tontas preocupaciones que le estaban pasando por la cabeza anteriormente, no entendía por qué estaba tan pendiente de lo que llevaba o dejaba de llevar cuando simplemente iba a cenar con su amigo de toda la vida, como había hecho desde que tenía uso de razón. Llegó diciendo un "ya llego" chillando desde las escaleras, se sorprendió de ver lo que se había acostumbrado ya a llevar tacones, hace unos años le habría sido impensable bajar tantos escalones corriendo y no haberse torcido el tobillo o algo parecido, pero desde que empezó a estudiar diseño de modas había tenido que acostumbrarse a llevar siempre tacones de vértigo y ya casi no tenía ni zapatillas planas, solo unas deportivas para cuando iba a su clase de pilates y crossfit, las cuales odiaba pero eran obligatorias para mantenerse en forma.

Al abrir la puerta no pudo evitar sonreír como una tonta, Luke estaba esperando con un tulipán morado, su flor y su color favoritos. Lo cogió y se hizo a un lado para que el médico pudiera pasar. Vio como andaba con seguridad hasta llegar al comedor, conocía esa casa como a la palma de su mano, al fin y al cabo media infancia la había pasado ahí. Kate no pudo evitar mirar a su amigo y morderse el labio, siempre había recordado al médico guapo, tenía que admitirlo, pero no recordaba que tanto. Iba con unos sencillos vaqueros y una camisa remangada, pero estaba increíble, tenía un cuerpo envidiable y una sonrisa y ojos que más de un modelo envidiarían. No lo quería admitir, no quería pensar en lo mucho que había querido en su día a ese hombre, y mucho menos admitir la intensidad de los sentimientos que todavía sentía hacia él.

Por su parte Luke se sentó en la mesa moviéndole la silla antes a Kate para que se sentara ella, al fin y al cabo sus padres le habían enseñado muy buenos modales.

_ Esto esta buenísimo Katherine, ¿lo has hecho tú? -le preguntó saboreando al lasaña de carne que tenía en su plato-.

_ ¿Yo? A no ser que se haga con la thermomix o la vaporera no esperes que sepa hacer nada, no he tenido tiempo de aprender, ese plato me lo dejó preparado mi madre -le contestó riéndose-.

_ Pues a mí me gusta mucho cocinar, se me da muy bien, al volver me pasé muchas tardes con mi madre aprendiendo.

El móvil de Kate sonó y se levantó un momento a atender la llamada ya que era de su jefe y era de vital importancia. Luke aprovechó el momento para observarla, seguía tan guapa como siempre, para él Kate siempre había sido la mujer más hermosa que había visto en su vida, lo cual hizo que se le escapara un suspiro solo de pensarlo. La observó andar de un sitio a otro mientras hablaba, sus tacones sonaban por el suelo gastado de madera, no entendía por qué llevaba ese calzado para estar por casa, la Katherine Marie que recordaba él siempre iba descalza por casa (pese a las constantes broncas de su madre), con un moño mal hecho y las gafas de vista. Pero la que veía ahora no tenía nada que ver, iba vestida elegante, demasiado, con el pelo y el maquillaje perfecto, medias pese a ser verano, unos taconazos los cuales no necesitaba ya que ella de por si ya era alta y todo adornado con unos collares que probablemente valdrían más que el sueldo de sus padres en un mes. No entendía que alguien se gastase tanto dinero en una joya o una prenda de ropa, la verdad es que era algo que no le gustaba.

_ Ya está, lo siento, pero era algo de vida o muerte -dijo Kate volviéndose a sentar nada más acabar la llamada-.

_ ¿Pasa algo grave?

_ Sí, el pedido de telas para el vestido de una clienta para una gala ha llegado en azul cobalto, y la clienta me había dejado claro que lo quería en azul persia, un desaste, ahora tendrán que volver a traerlas de nuevo y de urgencia, y encima era seda de exportación de la India, va a costar una barbaridad que nos hagan el pedido de nuevo.

_ ¿Todo porque cambie el matiz del color? 

_ Es imprescindible, al clienta se ha tintado el pelo de pelirrojo claro, ese tipo de azul no le quedaría bien.

Luke continuó comiendo su cena sin entender nada, ¿en serio podían armar ese follón por un color de un vestido o un pelo?

_ ¿Cuánto hacía que no nos veíamos? -preguntó Kate-.

_ Pues casi nueve años, cuando volví en mis vacaciones de verano de la universidad tú ya te habías ido.

_ Es verdad, hace ya mucho de eso, ¿qué es de tu vida? Nuestras madres me suelen contar cosas, pero no es lo mismo...




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