Continuaron el resto del camino en silencio, Kate tenía una mezcla de sentimientos muy contradictoria, por un lado no le gustaba decirle esas cosas a Luke, pero era lo que sentía. Giró levemente su cabeza y le miró estaba mirando al frente perdido en sus pensamientos, se le notaba molesto, aunque era normal, la diseñadora entendía que no tenía que ser agradable para él que su prometida y su mejor amiga se llevasen así de mal, pero aún así no podía evitar pensar que en parte era culpa de él, ¿en qué momento se le ocurrió empezar a salir con Rebecca? No lo conseguía entender.
Por un momento recordó algunos de los momentos que habían pasado juntos en ese lugar, una sonrisa se le dibujó en la cara al recordar el día en que una ardilla mordió a su amigo. A Kate siempre le habían fascinado esos animales, y desde niña se emocionaba cada vez que veía una andar o saltar por el bosque, hasta el punto en que Luke de mote cariñoso le puso "Ardillita", a lo que ella siempre respondía quejándose persiguiéndole para pegarle jugando. Un año por su cumpleaños siendo críos a Luke se le ocurrió regalarle una pensado que era lo que más ilusión le podía hacer en este mundo, por lo que se tiró horas escondido entre los árboles sin moverse rodeado de cookies, las cuales habían descubierto que les volvían locas a las ardillas. Cuando por fin se le acercó una decidió cogerla con sus manos para llevársela a Katherine como regalo para que la tuviera como mascota, sin pensar que era un animal salvaje que no se iba a dejar capturar. La pobre ardilla asustada se defendió y le mordió en las manos y le arañó entero, por lo que Luke volvió a su casa llorando lleno de heridas y le tuvieron que poner varias vacunas para que no se contagiase de ninguna enfermedad.
La diseñadora sonrió melancólica al recordar a ese niño con los dientes mellados llorando mientras se sujetaba el dedo donde le había mordido la ardilla, igual que recordaba lo mucho que lloraba y chillaba mientras su madre se lo intentaba curar con agua oxigenada, era un quejica y siempre que le curaban algo armaba unos espectáculos dignos de ver. No pudo evitar que se le escapara una pequeña risa, pero su amigo no la llegó a escuchar, esas cosas solo las hacía por ella, por nadie más se tomaba tantísimas molestias. Miró como se movía por el trote del caballo, había crecido mucho y ese niño rellenito se había convertido en todo un hombre, y la verdad es que era endiabladamente guapo y atractivo, con las pestañas largas, unos ojos preciosos, los pómulos perfectos, y un cuerpo que no pudo compararlo con otra cosa que no fuera una escultura romana. Le dolía la decisión que había tomado, pero al fin y al cabo ya era un hombre adulto y tenía que aceptar sus decisiones, además, él no lo había hecho con malas intenciones, simplemente de verdad creía que Rebecca había cambiado y le quería dar una segunda oportunidad, aunque Kate estaba segura de que no era así. Una idea se le cruzó por la cabeza, se volvió a girar con una sonrisa pícara, hacía mucho que no se divertía con Luke y ya era hora de volver a las antiguas costumbres.
_ ¿Una carrera? -le preguntó con picardía, a lo que el médico le respondió con una resplandeciente sonrisa-.
_ ¿Estás segura? Sabes que siempre te he ganado en todo.
_ A la de tres. Una, dos...
Kate agitó las monturas del caballo y este empezó a correr tras su chillido haciendo trampa, como solía hacer. Luke soltó una risotada y le siguió animando a su caballo, que galopaba feliz persiguiendo a su compañero que ya había salido con ventaja. Por un par de segundos Katherine llegó a los establos antes, lo cual celebró bajándose del caballo y haciendo un divertido baile de la victoria. Luke la miró sonriendo, era preciosa hasta cuando hacía el tonto, echaba de menos muchísimo eso de ella, bueno, la echaba de menos a ella, era tan simple como eso. Se bajó del caballo mientras negaba con la cabeza divertido, Katherine a veces seguía haciendo las mismas cosas que cuando era una adolescente.
_ Te gané, te he ganado, te he ganado, te he ganado.
_ Eres una tramposa.
_ Y tú un fatal perdedor.
_ Has salido antes de tiempo y has hecho todo lo posible para ralentizar a mi pobre caballo, has hecho trampas.
_ Como siempre, no voy a cambiar ahora, y no he hecho trampas, solo he aprovechado mis cartas y he salido con un poco de ventaja, eso no es hacer trampas, es... aprovechar la situación.
_ Tramposa.
Entraron a las cuadras y dejaron a los caballos dándoles un pequeño premio en forma de zanahorias y agua bien fresca, Kate le dio un beso y un abrazo a Rayo y fue a la cuadra contigua a buscar a Luke, pero no lo encontró.
_ ¿Luke?
_ En nuestro escondite tirando la paja.
Kate fue contenta, pero al llegar torció la nariz, el olor era insoportable. Se echo el brazo a la nariz y la boca para intentar calmar la peste y vio que su amigo estaba igual que ella.
_ ¿Siempre ha olido así de mal?
_ Creo que sí, pero no lo recordaba así.
_ Dios mío, tú madre llevaba razón, aquí no huele a campo, huele a mierda.
Salieron corriendo mientras se reían y se pusieron a andar un rato para quitarse esa peste de sus fosas nasales. Cuando ya se les pasó Luke fue hacia la cocina y se pusieron entre los dos a hacer la comida.
_ He echado tanto de menos esto Katherine -dijo el médico mientras comían en la terraza en rodeados de árboles-, todo este tiempo venía aquí y no paraba de recodar cuando éramos críos, se me hacía muy triste no tenerte cerca.
_ Ha pasado mucho tiempo, yo también te eché en falta, ¿sabes? siempre que le tengo que decir algo a alguna de mis ayudantes lo hago con carteles, como hacíamos nosotros de críos, era una forma de recordarte.
_ ¿Por qué permitimos que nos distanciáramos tanto?
_ No lo sé.
_ Ahora que estás aquí es como si nada hubiese cambiado, me da la sensación de que todo sigue igual y de que no ha cambiado nada, aunque está claro que así ha sido.