Vuelta a los orígenes

Cap. 33

La lluvia cobraba más fuerza, por la mañana había hecho un día soleado, pero hacía cosa de una hora que había empezado un lluvia veraniega, la cual de normal le solía encantar, le gustaba pasear con el olor a petricor inundando todo a su alrededor. Pero hoy se sentía nervioso, sabía que a Katherine no le iba a gustar, Amanda le había dicho que tenía acuafobia, por lo que daba por hecho que no le gustaría la lluvia. Respiró con fuerza oliendo el maravilloso aroma que llegaba desde la ventana y continúo con su lectura, ahora mismo estaba acomodado en la cama con parte de la espalda apoyada en el respaldo, Katherine dormía a su lado abrazada a su pecho, había conseguido calmarse un poco, pero para ello habían tenido que volverle a pinchar una pequeña dosis de sedante.

El resto de amigos se habían ido antes de que empezara a llover, Amanda y Ryan no querían marcharse, pero al final entendieron que si agobiaban mucho a Katherine harían justo lo contrario a lo que buscaban, por lo que al final decidieron marcharse con la condición de que Luke les mantendría informados en todo momento. El médico aprovechando el momento bajó un segundo el libro que estaba leyendo y empezó a observar a Katherine, estaba profundamente dormida, con la boca ligeramente abierta y su mano y pierna derecha encima de él abrazándolo. Sonrió al ver que todavía movía la nariz de vez en cuando mientras dormía, era una costumbre que reconocía en ella, la tenía desde niña. Recordó todas las veces que habían dormido juntos en esa cama, era donde dormían los padres del médico, pero de pequeños siempre les acostaban ahí a los dos para que hicieran la siesta después de comer y así no se metieran en el agua y les diera un corte de digestión. 

Se fijó en la postura en la que estaba, casi no se podía mover, Katherine tenía una pierna rodeando las suyas y la mitad de su cuerpo sobre el suyo. El pelo posaba sobre las sábanas con gracia, pareciera que alguien lo había dejado ahí adrede como hacían en las películas. Su pecho subía y bajaba, todavía llevaba puesto el bikini, pero el médico le había tapado con una sábana la cual ella inconscientemente se la había bajado hasta la cadera, por lo que, junto sus movimientos, solo le tapaba una pierna. Luke se quedó mirando la pequeña cicatriz que tenía en el hombro derecho, se la había hecho saltando desde un árbol probando a ver quién de los dos podía saltar más alto. 

¿Cuántos años tenías? -se preguntó el médico en silencio-, creo que siete, puede que siete.

En realidad eran seis, fue cuando al caer del árbol se tropezó y cayó sobre una piedra, no se hizo gran cosa, solo una herida no muy profunda que su madre le curó con una tirita, pero aún así le quedó esa pequeña cicatriz para siempre, aunque casi no se le notaba. Sonrió al recordarla de niña, siempre iba llena de tiritas en las piernas, la cabeza, los brazos... No es que fuera torpe, pero siempre estaban por el campo arriba y abajo. Se le amplió todavía más la sonrisa al recordar que muchas de esas tiritas eran innecesarias, pero eran de princesas Disney y a Katherine le encantaban, por lo que siempre estaba intentando ponerse alguna, por esa razón Luke siempre tenía en su despacho tiritas de las princesas y de los minions por si algún niño iba que eligieran las tiritas que quería, hasta para esas cosas tan insignificantes Katherine había calado fondo en Luke.

Empezó a acariciarle su rostro, eso le calmaba, le gustaba pasar sus dedos por sus mejillas, por sus cejas de un rubio oscuro, sus labios... Sin darse siquiera cuenta de lo que hacía bajó su cabeza hasta que sus labios tocaron los de la chica, le dio un pequeño beso que hizo que todo su cuerpo se estremeciera, era casi como el primer beso en toda su vida.

_ Joder Katherine Marie, ¿a quién quiero engañar? Sigo completamente enamorado de ti, nunca he querido a otra persona, pero sé que lo nuestro es imposible.

Empezó a imaginarse cómo sería su vida junto a ella, varias imágenes le vinieron a la mente, ella diseñando en el escritorio mientras él le llevaba una taza de café caliente, cocinando tranquilos con música de fondo, los dos sentados en el sofá viendo alguna de esas películas malas que tanto le encantaban a ella... Todo eran cosas que le gustaba pensar que haría con ella, pero que sin embargo nunca había tenido la necesidad de hacerlas con Rebecca, con ella simplemente esos planes le parecían tediosos y aburridos. Sonrió al imaginarse las navidades, con un árbol natural enorme adornando el salón, Katherine lo decoraría y estarían felices mientras esperaban a que llegaran sus respectivos padres para cenar y darse los regalos. Una idea pasó por su mente, correteando por la casa habían dos niños, rubios como ella, una niña y un niño, la niña mayor, con rizos y los ojos azules ambos. Negó y se imaginó a un bebé, tres hijos era lo perfecto, al fin y al cabo ambos habían soñado siempre con tener hermanos, por lo que se había jurado que nunca tendría un solo hijo, tendría como mínimo dos, aunque la idea de tres le gustaba.

Katherine se movió por culpa del sueño que estaba teniendo y la pulsera que llevaba siempre se movió un poco, por lo que Luke dejó de pesar en sus sueños al ver las cicatrices que tapaba el accesorio. Nervioso cogió ambas muñecas de la diseñadora, con cuidado de no despertarla, y le movió las pulseras que se las cubrían. Lo que vio le dejó helado, tenía claras cicatrices de intento de suicidio. Notó como la angustia llegaba a su pecho, tenía ganas de llorar, pero no podía hacerlo, no quería que Katherine despertara y le encontrara así. Cogió su teléfono móvil y le mando un mensaje a Amanda, estaba seguro de que ella sabía algo acerca de esto.

Luke: Amanda, por qué Katherine tiene marcas en las muñecas?

Amanda: Cómo? Qué quieres decir?

Luke: Lo sabes perfectamente, le he quitado las pulseras.

Amanda: Luke, por favor, vuélveselas a poner.




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