CAPITULO 4

Brandon y yo estábamos en la clínica de rehabilitación de California. Yo era voluntaria del lugar, hacía muchas funciones desde dar terapias de ejercicios hasta brindar charlas motivacionales. Empujaba la silla de Brandon para darle el recorrido por la clínica.

Empezamos  por la sala de ejercicios de rehabilitación,  era muy amplia, contaba con muchos aparatos que servían para las sesiones de ejercicios. Habían muchas personas, desde niños, jóvenes, adultos y ancianos, todos realizando ejercicios que los terapeutas les enseñaban, muchos de ellos estaban acompañados por sus familiares o amigos.

Saludé a los pacientes, muchos de ellos me reconocían al igual que sus familiares. Vi el rostro de Brandon y una sonrisa se dibujaba al ver a todas aquellas personas.

Llegamos a un salón amplio, era el salón donde se daban las charlas. Entramos con Brandon y escuchamos algunas de las historias. Muchos de ellos estaban allí por algún accidente o enfermedad que les ocasionó su discapacidad.

Estar en esas condiciones no es fácil, muchos de ellos entran en depresión al saber que ya no podrán utilizar alguna parte de su cuerpo, lo que trae como consecuencias cuadros de estrés, depresión e incluso querer suicidarse. Es por eso que en la clínica se tienen este tipo de programa para dar apoyo moral a todas aquellas personas que lo necesitan.

Salimos del salón, y decidí llevar a Brandon un lugar especial.

— ¿Qué tal la estás pasando? —Pregunté a Brandon, mientras seguía empujando su silla.

— ¡Genial! En serio me parece un lugar muy interesante, yo visité varias clínicas con mis padres pero el diagnóstico siempre fue el mismo, yo no caminaría.

Escuché su voz con algo de nostalgia, me detuve y paso al frente, me agaché y sonreí. Veo su rostro, en verdad es muy guapo y tiene unos ojos color verde, preciosos, cualquier chica se enamoraría de inmediato, pero como vivimos en una sociedad de tantos prejuicios que las chicas prefieren alejarse y buscar a idiotas como Liam y Chase.

— ¡Oye! No te traje para que te deprimas, tú eres especial y estoy segura que llegarás hacer grandes cosas. —Le doy un beso en la mejilla y regreso a seguir empujando la silla de ruedas. — Quiero mostrarte un último lugar.

Me detuve ante una puerta grande, y detrás de ellas se escuchan pelotas rebotando, personas gritando y uno que otro aplauso. Empuje a Brandon y entramos. Vi su rostros de perfil y tiene una gran cara de sorpresa.

— Está es la cancha de baloncesto, aquí muchas personas vienen a distraerse y cambiar un poco la rutina de las rehabilitaciones y las charlas.

— ¡Esto es genial! — mencionó Brandon

En la cancha hay varias personas en sillas de ruedas que juegan al baloncesto, y lo hacen muy bien, alrededor de la cancha hay personas que observan el juego entre ellos pacientes de la clínica que apoyan a su equipo favorito.

— ¿No te gustaría formar parte del equipo? —Pregunté a Brandon.

— ¿Hablas en serio? —Solo asentí con una gran sonrisa. — ¡Claro que me gustaría! Levanto pesas, pero un deporte grupal no lo he practicado, esto sería nuevo para mi.

Veo que Brandon está muy ilusionado con la propuesta, nos quedamos un rato más, hasta que el partido finaliza, llamé a Matias uno de los mejores jugadores de baloncesto sobre silla de ruedas 

— Hola Matias, quiero presentarte a un amigo. —Él se acerca — El es Brandon y le gustaría formar parte del equipo.

— ¡Hola Brandon! —Matias extiende su mano. —Mucho gusto y me alegra que quieras ser parte de este equipo.

Matias invita Brandon y le enseña algunos trucos de baloncesto. Matias es un chico de unos veinte años, sufrió un accidente de pequeño y ya no pudo volver a caminar, estuvo muchos años encerrado, hasta que vino a California, el equipo de baloncesto en silla de ruedas empezaba impulsarse y él fue uno de los primeros en inscribirse. Él amaba practicar este deporte siempre dice que le anima a seguir adelante y que los sueños si pueden lograrse .

Es por eso que este lugar me encanta, hay tantas historias y te das cuenta qué hay personas que están pasando por cosas peores, pero están allí, luchando por su vida y sus sueños y cada día te enseñan que puedes intentarlo una y otra vez hasta lograr tu cometido.

Terminamos el recorrido y salimos de la
Clínica.

— ¡Gracia por todo Eli! —Brandon Voltea su cabeza, ya que yo lo voy empujando. Solo le doy una de mis mejores sonrisas. — ¿Puedo hacerte una pregunta personal?

— ¡Claro! —Le respondo a Brandon, me detengo y me paso al frente.

— ¿Tienes novio? – Su pregunta me sorprendió

— No ¿Porqué la pregunta?

— Solo quería saber

— En serio, ¿Porqué preguntas?

— Bueno, es que... —y señaló su cuello

— ¿Tu cuello?. —No entendía lo que me quería decir

— ¡No, por tu cuello tienes algo!

Y en eso me recordé lo que Liam me había hecho.

— ¡A esto! Señalé mi cuello — Tiene una buena explicación pero otro día te lo contaré.

*-*
Era viernes e iba hacia la cancha de baloncesto, iba tarde y si no llegaba a tiempo Angy y Sandy iban a matarme.

Corría entre los pasillos y me detuve de pronto, a lo lejos vi que Liam venía en mi dirección. giré hacia los lados para escapar, no quería toparme con Liam en este momento. Nuestro último encuentro no había sido muy ameno.

Cuando me di cuenta ya lo tenía demasiado cerca.

— ¿Porqué tan nerviosa? Mi sola presencia te pone así.

— ¡Estas loco! Voy tarde para el juego y no, no estoy nerviosa.

— Tanto te gustó nuestro encuentro de última vez que vienes a verme.

— Para nada, sabes muy bien que solo vengo por Samuel. —Liam soltó una gran carcajada.

— ¡Samuel! El ni si quiera juega.

— Lo sé, pero igual siempre venimos a apoyarlo.

Liam se dio media vuelta para seguir su camino en otra dirección y me sentí aliviada — Nos vemos Eli, y disfruta del juego. Se giró y me dio un guiño. Pero aún no podía cantar victoria. Estaba por irse cuando se dio media vuelta, me tomo de la cintura y me estampo sus labios contra los míos. En realidad fue algo rápido que ni siquiera me dio tiempo de reaccionar. Se despegó y se fue corriendo hacia los vestidores.