Han visto los documentales de Animal Planet, aquellos en donde muestran la forma en el que el león detecta una víctima, se acerca sigilosamente, la rodea, y cuando siente que la tiene atrapada, ¡Pum! La ataca, dirigiéndose primero a su cuello para que esta se desangre y no pueda defenderse.
Pues en estos instantes así era como yo me sentía; Liam el león y yo la pobre gacela, inocente, acorralada por el temible carnívoro que tenía enfrente a punto de atacarme.
— Así que mi madre considera que tú eres la mejor terapeuta de este país o estaban muy ocupados los demás para poder atenderme. —Espeto Liam con arrogancia.
Sus ojos estaban posados en mi y se que quería intimidarme, y aunque por dentro estaba como un gatito asustado, por fuera tenía que ser como un impotente oso.
— Dejemos de ironías Liam y dime tus condiciones.
Liam empujó las ruedas de las silla y se acercó más a mi.
— Sé muy bien que mi madre te contrató solo por el hecho de haber estado al última vez cuando yo.. — se quedó callado — Cuando ¡tu!— me señaló con su dedo índice— arruinaste mi plan y como el mundo da muchas vuelta tendrás que soportarme, ese será tu castigo.
Creo que este león está por devorarme, será mejor correr. No Eli no seas cobarde, debes enfrentarlo.
Aclare mi garganta para que mi voz sonara lo más real. — Liam no estoy aquí para pagar ningún cas...— no pude terminar mi frase por el me interrumpió.
— Regla número uno: nunca llevarme la contraria. Obedecerás cada cosa que te demande sin reclamar. — ¡Eh! Creo que Liam se había tomado muy en serio su papel de jefe.
— Regla número dos — continuó — Solo estarás en mi casa cuando sea necesario, es decir solo cuando te corresponda la terapia, no te quiero ver rondando por allí en cada habitación, tu presencia me desagrada y voy a soporta solo cuando sea necesario. — ¡oh valla capullo! paciencia Eli, paciencia.
— Regla tres: cuando estemos en terapia, no quiero que intentes buscar conversación , no me interesa lo que tú quieras decirme y mucho menos quiero hablar contigo, estarás en silencio en todo momento.— Fruncí el Seño ante la petición de Liam, yo precisamente no era conocida por estar callada. Liam Continuó.
— Regla número cuatro: tienes prohibido de hablar de esto con alguien, me escuchaste bien. — solo asentí — No quiero burlas por parte de las personas y que crean que soy tu obra de caridad.
— Ya te dije, que no eres mi obra de caridad, solo estoy por trabajo. — Interrumpí. El trato con este chico creo que iba hacer de lo más difícil. Seguía repitiendo para mi misma Paciencia Eli, para que esto funcionara debía de respetar sus condiciones, pero que no crea que voy hacer todo lo que me pida. Por hoy había sido suficiente y deseaba un respiro de este lugar y de Liam— Y si el señor no tiene más que decir, voy a pasar a retirarme. — continué e hice una reverencia inclinándome hacia adelante, se que lo hacía de forma irónica pero tampoco me iba a mostrarme como una chica humillada por el.
Lo que continúo me sorprendió por completo, el me toma por un brazo y me acerca más hacia el. Lo tengo tan cerca que incluso puedo ver mi reflejo en sus ojos, que ahora que los observo bien no había visto ojos tan profundos y hermosos.
¡Reacciona Eli! Deja de pensar en eso. Sacudo mi cabeza para sacar esos pensamientos.
— Más te vale que de comportes, si no quieres que tome acciones iguales a las de aquella vez en el cuarto del conserje.— mi rostro es todo un poema y lo que menos me imaginaba era que él recordará ese suceso. Y parece que el comprende mi expresión, por lo que menciona a continuación — Créeme no he olvidado ese beso y sobre todo la marca que deje en tu cuello.
Me suelto de su agarre e instintivamente toco mi cuello con una mano. Veo una pequeña curva en sus labios y una expresión de burla.
¡Suficiente Eli! Más vale que salgas de aquí, porque este león ya empezó a atacarte y si no corres morirás aquí. Tomo mis cosas y me dirijo a la puerta, me giro y veo a Liam con la misma expresión.
— Mañana a las diez estaré aquí para la primera terapia, ya le di indicaciones a tu mamá de lo que debe hacer. — Y sin más cierro la puerta y salgo lo más pronto posible de esta casa.
Muchas emociones por un día y mi pobre corazón estuvo a punto de recibir un infarto. Estúpido Liam y su hermoso rostro. ¿Qué rayos estoy pensando? Liam y su estúpido rostro.
* - - *
Voy de camino a la casa de Liam, y mi mente está más tranquila al igual que mis emociones. A diferencia de cuando salí ayer. Recibí una notificación de mensaje en mi móvil y me dispuse a leer, ya que voy en bus y no hay nada mejor que hacer.
Samuel: Te espero en el juego hoy, 12:30
¡El juego! Se me había pasado por alto que hoy jugaba Samuel por primera vez, debido a que Liam no puede jugar, el entrenador hizo ajustes y al fin Samuel iniciará el juego como titular.
Yo: ¡Anotado y listo! 12:30 en el partido sin falta.
Samuel: te veo allá entonces, adiós
Yo: adiós y suerte.
Son dos horas de terapia de Liam, ahorita son las diez, si no tengo contratiempos, estaré saliendo a tiempo para ir al juego.
Guardo mi teléfono y sigo observando por el vidrio de la ventana las calles y avenidas por las que el bus pasa. Al fin llego a mi destino, preparándome mentalmente para lo que hoy pueda suceder.
Llego a la puerta y toco el timbre, una muy agradable Ross me recibe.
— Pasa Eli, Liam está con Katia en estos momentos ya que le correspondían sus medicamentos.
— No hay problema Ross, ya conozco el camino, subiré para iniciar de una vez.— Subo las escaleras y siento un alivio al saber que Katia también estará.
Abro la puerta y la escena que veo a hace que mi mentón caiga hasta el suelo. Katia está sentada en el regazo de Liam y este a su vez en su silla de ruedas, ambos se devoran sus bocas y creo que es lo más asqueroso que he visto en mi vida, escucho un gemido de parte de Katia y esa es la señal para que salga corriendo de allí.