Vuelve a intentarlo

CAPITULO 21

Después de casi una hora de estar suplicándole a Liam que cumpliera su promesa de acompañarme al centro de rehabilitación.

Había aceptado.

Íbamos en el auto de Ross. Agustín iba manejando mientras que Liam y yo íbamos en la parte trasera del auto.

— Ya verás que te encantará — Dije para romper el silencio en el auto

— No lo creo, además vengo de manera obligatoria, solo porque debía resarcirme por tirarte a la piscina, sino no ni muerto me hubieras hecho venir aquí.

Eso lo sabía muy bien, por lo qué aproveche lo que sucedió en la piscina.

Llegamos al centro de rehabilitación. Agustín me ayudó y acomodo a Liam en su silla de ruedas .

Empuje a Liam y lo lleve hasta la entrada principal. Aunque él pareciera muy valiente, estaba segura que por dentro sé encontraba muy nervioso

— Te la pasaras muy bien, te lo puedo asegurar. — El primer lugar en donde lleve a Liam fue en la sala rehabilitación de Pediatría. Los niños siempre eran la mejor arma para hacer sentir bien a otros.

Llegamos a la sala de rehabilitación, lo que me gustaba de esta sala era que muchos niños se encontraban con distintos problemas físicos, pero aún así tenían una sonrisa en su rostro.

— ¡Hola Ely! que gusto verte por aquí — una de las terapeutas se acercó a saludarme.

— Si es que ya desde varios días estoy apoyando a un amigo — Ví a Liam — Y pues hoy decidí traerlo para que conociera la clínica.

— Pues bienvenidos, acompáñenme voy a presentarles a alguien. — Seguimos a Carmen y nos llevó hasta un niño de unos diez años que estaba en una silla de ruedas.

— Él es Carlitos, hace unos meses tuvo un accidente y perdió una de sus piernas, sus padres murieron en el accidente, pero aún así el es mejor tocando el violín, por medio de este instrumento él expresa sus emociones.

— Hola Carlitos — Saludé — Soy Eli y él es mi amigo Liam

— Hola Eli, hola Liam

— Carlitos puedes decirle a Eli y Liam porque te gusta ejecutar el violín.

— El violín me recuerda a mis padres, cada nota que suena en el violín es la música de mi corazón, es la única manera de expresar mi melancolía. Pero lo mejor de esto es que el dolor ya no regresa. Al igual que mis padres. Tal vez nunca vuelva a caminar pero siempre habrá felicidad en mi corazón.

El niño me causaba tanta ternura, su madurez me asombraba.

Seguimos recorriendo el lugar y conocíamos muchas más historias, hasta la cara de enojado se le había cambiado a Liam.

— Los niños nos dan valiosas enseñanzas de vida — Comentó Carmen — A veces solemos reclamar sobre nuestra vida, pero no nos ponemos a pensar qué hay personas peores que nosotros, muchos de ellos ya no tendrán una infancia normal pero aún así ellos irradian felicidad.

— ¿Qué te pareció la visita por él área de pediatría? — Pregunté, mientras nos dirigíamos a la siguiente sala.

— Creo que soy afortunado a comparación de muchos de aquellos niños, conocer sus historias me han dado la esperanza que si no vuelvo a caminar aún puedo ser feliz.

Sonreí, porque había logrado mi primer propósito, que Liam viera de otra forma la vida, que podía salir adelante aunque no fuera caminando.

Seguí avanzando por los pasillos, hasta llegar al siguiente lugar. La cancha de baloncesto de entrenamiento del equipo de baloncesto en silla de ruedas.

— No se si estoy escuchando bien, pero detrás de esas puertas escucho como balones rebotando, no creo que me equivoque pero estoy acostumbrado a ese tipo de sonidos y se me hacen muy familiares.

— No se si son los mismos sonidos, pero ahora podrás averiguarlo.

Empujé las puertas y entramos. Y así como había sucedido con Brandon, en el lugar habían varias personas en las gradas y varios chicos practicando baloncesto. 

Los ojos de Liam se iluminaron. Sabía que iba a gustarle la sorpresa

— Eli, hola que bueno es tenerte por acá. — Saludó Matias

— Hola Matias, que bueno verte. ¿Qué tal está todo por acá?

— Muy bien, veo que has traído a otro amigo

– Así es, Matias te presento a Liam

– Mucho gusto Liam

— Mucho gusto Matias. — Se dieron un apretón de manos

– Los dejó voy a seguir con los chicos, tenemos mucho que entrenar ya que tendremos partido la próxima semana. Por cierto — se detuvo — A Brandon le ha ido  muy bien, he estado pensando en dejarlo que juegue unos minutos. 

—  Me alegro por él. —  Matias regreso hacia los entrenamientos, quedándome sola con Liam. 

— Brandon es el chico al que yo.. ya sabes ... la otra vez en la cafetería. 

—  Si así, es

—  Me siento realmente apenado por todo lo que sucedió. 

— No te preocupes por eso, Brandon es un chico muy comprensivo, estoy segura que si le pides disculpas, él lo haría sin dudarlo. Es de gran corazón

— ¿Lo conoces muy bien? — Preguntó de manera seria 

— Bueno durante estos meses se ha convertido en un buen amigo y hemos creado un lazo especial. 

— Ya veo. 

— Vamos a ver el partido, ¿Qué te parece? — Asintió y nos fuimos a uno de los lugares para tener una mejor vista. 

Los chicos empezaron con el juego, y me admiraba la gran capacitad que tenían de jugar a pesar de su condición. Visualice a Brandon y tal como lo dijo Matias, lo hacía muy bien. 

Observé a Liam y  ví que los miraba con asombro y admiración. Además estaba segura que él estaba disfrutando del juego. El baloncesto era uno de sus deportes favoritos y amaba jugarlo. 

Liam me empezó a decir varias cosas sobre el juego, sobre técnicas de saque, defensa y otro montón que sinceramente no entendía. Pero me alegraba que estuviera disfrutando. Después de terminar el juego, invite a Liam que llegáramos hasta donde se encontraban los chicos. 

— ¡Felicidades a todos! lo hicieron genial. — Felicité a todos 

Brandon me sonrió pero cuando vio quien me acompañaba borro su sonrisa. 




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