—¡Hola gente! ¿Cómo andan, eh? ¡Arranca una nueva semana en TDT y no tienen idea del programón que se viene hoy! Yo no quiero decir mucho, pero vi cosas... supe cosas... y hoy vamos a hablar de TODO. Así que acomódense, traigan algo rico, que esto... se pone lindo —abrió el programa Martina con una sonrisa cómplice.
—a mí me llegó data de que anduviste medio zorrita, ¿eh?— comenta Nico mirando a Cami
—Pero antes, vamos a hacer las cosas bien. Fin de semana, resumen. Nico… a ver, ¿cómo estuvo el tuyo?
—Ah… tremendo finde. Salimos con Cata, fuimos a un parque nuevo, re lindo… todo muy pet-friendly, obvio. Llevamos a la Chía, que se volvió loca corriendo detrás de un pato… casi se mete al lago la boluda. Y después picnic con el típico mantel a cuadros, juguito de naranja, todo muy aesthetic, como le gusta a Cata. Pero bien, muy tranqui. Volvimos y vimos dos capítulos de una serie coreana rara que eligió ella, pero bueno… se negocia —respondió él con tono resignado pero contento.
—¡Por favor! Me encanta este momento “familia Ingalls moderna” —le respondió Marina, riéndose—. A ver, Gian… ¿vos? ¿Qué onda ese finde con los Botella Cara?
—Siis, se salieron los tres días pero yo no digo nada. Pero la rompimos. Igual, tranqui. Salida en paz... creo —agregó con una risa cómplice.
—Y yo... yo ordené la casa, chicos, hice limpieza energética, tiré tres cosas que no usaba desde 2014. Limpié la alacena, tiré cosas vencidas del 2022... Pero igual me entretuve, eh. Ordenar también puede ser terapéutico. Fui una señora —confesó entre risas.
Martina se acomodó otra vez, tomó aire y sonrió mirando a cámara.
—Pero bueno… basta de vueltas. Vamos a lo que a la gente realmente le interesa. La noche Camila. Y para revivirla con lujo de detalles, están con nosotres los hermanos Pompei desde la cabina de sonido.
—Bueno chicos, hoy me adueño yo de la columna de Gian, perdón, hoy hago yo LAT. Salí dos sábados seguidos, hice trabajo de campo, y traje lo que la gente quiere: la data de Camila Jara —avisó Guada, levantando la ceja.
Nico se inclinó hacia adelante con una sonrisita tipo “esto se pone bueno”.
—Primer sábado. Noche de chicas. Yo fui por mi lado, claro, no estuve con ella en ningún momento. Pero la veía… de lejos... Y chicos… levantó cuatro.
—¿¡Cuatro!? ¿¡Camila!? —interrumpió Nico con cara de escándalo fingido y codazo al costado.
—Pará, ¿los cuatro al hilo o simultáneos? —preguntó Gian, mirándola fijo con cara de póker.
Camila se puso colorada, se tapó un poco la cara con la hoja de la rutina. Martina se tiró para atrás de la risa.
—Dos se le acercaron solitos… y dos los fue a buscar.—siguió Guada con sonrisita maliciosa—. Eso sí… solo sacó el número de dos. Hay efectividad, pero aún margen de mejora.
—Segundo sábado. Y acá la historia se pone más… mmm… curiosa. Esta vez salieron solo Camila y Naza. Yo fui sola, a espiar. No compartí ni un trago con ellos, pero desde la distancia vi TODO.
—Esto se está yendo a lugares turbios, eh... —interrumpió Gian, mirando a la torocám
Guada lo miró, se rió, y siguió como si nada.
—Se le acercaron tres flacos. No sé si eran tres o cuatro, pero ponele tres. Los tres vinieron a buscarla a ella. Y tiene el número de los tres.
—¡Me está dando calor esto! ¿Dónde firmo para ser Camila por una noche? —se abanicó Martina con una hoja mientras hablaba.
Desde la cabina, Naza tragó saliva y sonrió con los labios apretados. Le guiñó un ojo a Camila.
Guada no se quedó atrás y lanzó con tono burlón:
—Y ahora el final con plot twist. Cuando se iban, mi hermano me llevó a mí primero. ¿Y después? Llevó a Camila… y no volvió. O sea… yo no sé si la noche coronó o no, pero lo único que sé es que no volvió a casa. Y yo dejé un audio en el grupo familiar, por si alguien tenía dudas de quién durmió donde.
—¡EHHHH! —gritaron todos al mismo tiempo, tirando cosas al aire. Nico tiró un papelito, Martina golpeó la mesa con el codo, Gian levantó las cejas como diciendo “chau, no tengo más preguntas”.
—¡Queremos explicaciones YA Camila! —exclamó Nico, agarrándose la cabeza.
—Bueno… yo no confirmo ni desmiento nada. Soy una tumba —dijo entre nervios y queriendo show, sonriendo.
—¡¿QUÉ TENÉS, CAMILA, EN EL PERFUME, FEROMONAS DE ORO!? —exclamó Marti, mientras fingía abanicarse.
—Y ahora… las pruebas. Me remito a los hechos. Producción, fotos al aire —cerró Guada, señalando hacia las pantallas.
Aparecieron tres fotos pixeladas de Camila en el boliche. En una hablaba con alguien, en otra se reía, en la tercera estaba medio abrazada. Se veían luces, fondo disco. La mesa explotó.
—¡No, chicos, NO! Cuiden mi imagen, esto era una noche. ¡Era un experimento social! ¡Para un trabajo práctico! ¡Estoy recopilando datos! —gritó Camila, tapándose la cara con el buzo.
—¿Para el I.N.D.E.C. saliste? ¿Fuiste a hacer un censo bolichero? —lloraba de risa Nico.
—Decime si por lo menos te guardaste uno para reproducir la especie, porque sino me enojo —agregó, poniéndose serio pero en chiste.
—Yo igual te banco, hermana. Una vive, una elige, una se maquilla ¡Una tiene necesidades! —apoyó Martina
—Ahora... entre todos esos números, ¿hubo alguno que… no sé… que valiera la pena? ¿Algo que se proyecte? ¿Un match con futuro? —preguntó Gian, mirándola fijo.
Camila iba a responder… pero desde la consola se escuchó una risita. Todos giraron. Era Nasa. Sutil. Casi imperceptible. Pero estaba.
La cámara lo enfocó. Él miró para otro lado, como si nada. Pero... se notó. Se notó mucho.
—Bueno, esto no termina acá. Porque si vos viste a Camila en el boliche, si fuiste uno de esos números rescatados, si te chamuyó, si la viste bailar o llorar, mandá tu audio al WhatsApp del programa —invitó Guada, levantando el teléfono. Intentando salvar a su amiga y hermano de la situación
Los chicos seguían molestando a Camila, hasta que Guada frenó en seco.
—¡Paren chicos, paren todo! ¡Me acaba de llegar un audio!
Un silencio absoluto se apoderó del estudio mientras sonaba el mensaje:
—“La primera vez que me siento a ver el programa de mi amigo, y justo… veo a la piba que me quise levantar en el boliche diciendo que todo esto fue un experimento. Y yo acá esperando un mensaje.”
Todos quedaron congelados. Camila petrificada. Nico con la boca abierta. Gian serio.
—Gian… vos lo conocés —dijo Guada, mirándolo fijo.
Gian frunció un poco la boca, miró para abajo... y no respondió.
—¿Es quien creo que es? —murmuró Martina.
Guada asintió despacito.
—Sí, chicos… es un Botella Cara.
Los gritos estallaron. Camila se llevó las manos a la boca
—No voy a decir su nombre… porque no quiero quemarlo. Pero sí… si no me equivoco… es amigo de Gian —cerró Guada, con tono de revelación pero sin romper la ética.
—¡No! —gritó Martina teatralmente desmayándose. Nico se tiró al piso. Gian se hundió en la silla. Camila gritó desesperada—. ¡Nooooooo! ¡No, chicos, esto es un montón! ¡Un montonazo! Paren, paren, no quiero saber más nada, esto se descontroló.
—Ah, pero Camila está jugando en ligas mayores, ¿eh? No te levantás un pibe, te levantás a un Botella Cara. ¡Estás intratable! —picanteó Nico con tono canchero.
Martina se cayó literalmente para atrás en el sillón, llorando de risa. Gian, tranquilo, con los brazos cruzados y sonrisa casual, lanzó un comentario suave pero punzante.
—Ah, mira vos... parece que no era tan "experimental" la cosa no ?
La cámara enfocó a Camila, que levantó una ceja y se rió como diciendo “me estás jodiendo”.
—No, no chicos, esto se desvirtuó todo. ¿En qué momento llegamos a esto?
Una carcajada general aflojó la tensión. Guada se acomodó el auricular, frunció el ceño y levantó la mano.
—Paren, paren. Me acaba de decir producción por cucaracha… que ¡tenemos un invitado inesperado! ¡Una visita sorpresa! Con nosotros, nada más y nada menos que… ¡EMANERO!
Explosión total. El estudio aplaudió. Emanero entró saludando con facha relajada.
—Tenía una reunión con Migue para arreglar unas cositas… y bueno, me quedé viendo un rato el programa. Me enganché. Y nada, quería tirar una canción en específico… me pareció que la situación lo ameritaba. Así que, si la ven... díganle —dijo, con picardía mirando a Camila
Los primeros acordes sonaron. Todos gritaron.
Agarra el micrófono. Empieza a cantar “Ladrona”. Las luces bajan, los paneles se iluminan.
Camila se ríe nerviosa. Gian, serio, baja la mirada al celular. Nasa se pasa la lengua por los dientes, como quien va a hacer una jugada.
Emanero canta:
—“No importa lo que quieras, pero si la ves, dígale...”
El público grita:
—“¡QUE DEVUELVA LO QUE SE HA ROBADO!”
Risas, miradas, cuchicheos. Camila dice bajito, medio jodiendo:
—¡Tremenda ladrona, mirá cómo me tapó!
Las cámaras la muestran. Se ríe, pero está roja. Nasa se para. Va directo hacia ella.
Los dos se mueven con la cumbia. No hay nada obsceno, pero el contacto visual… es fuego. Gian los mira fijo. No dice nada, pero su mandíbula está trabada.
—“Yo le di mi corazón, yo le di hasta el alma…”
La cámara lo enfoca.
Gian traga saliva. Se ríe de costado.
—“Y aunque tengo la intención de recuperarla…”
La canción termina. Aplausos. Camila se acomoda el pelo, con una risa nerviosa pero firme. Toma el micrófono. Mira a cámara.
—Bueno, ya me veo venir todos los clips, chicos, ya me los veo venir… ya me veo en todos los clips de TikTok.
El estudio estalla.
—Antes que termine el programa quiero aclarar que con Naza somos los mejores amigos que hay. Tipo, literalmente es el hermano de una de mis mejores amigas. No va a pasar nada. Somos muy amigos y nos encanta jugar así —aclara, mientras la audiencia ríe, medio convencida, medio no.
Hace una pausa. Se gira hacia Gian, que ya está tentado de la risa.
—Y... hay que seguir manteniendo el ship, porque hay que seguir comiendo, hay que amueblar el nuevo depto.
Lo mira fijo y entre carcajadas suelta:
—No te dejo tirado, negro.
Explosión total. La audiencia aplaude. Suena la música de cierre. Y en Twitter… ya están editando el clip con zoom en la carita de Gian mientras Camila dice que todo era joda y que, de alguna forma… lo elegía a él.