Capítulo 14
«¿Fue ella?»
—Fui lo suficientemente clara cuando te dije cuál era mi trabajo. Te estás tomando más atrevimientos de los que te corresponden, como soy una persona benevolente, tienes dos segundos para salir antes de que te pase algo.
Tiró de su cabello con más fuerza, tanto que su cabeza se inclinó para atrás, un gruñido de dolor salió de los labios de Erika.
—Eres una bestia salvaje, Astoria. No tienes derecho a actuar de esa manera, él no es nada para ti —Se atrevió a decir.
—Lo tiene, puede hacer lo que quiera para cumplir con su trabajo. Tiene pase libre —intervino Marcus cruzándose de brazos y dando un paso para atrás.
Erika dejó pasar un trago grueso por su garganta, en su mirada se notaba el nerviosismo que sentía en ese momento, pues notó que la persona que ella quería estaba del lado de su enemiga. ¿Qué debería hacer en ese momento? No permitiría que Astoria se creyera con el poder de asustarla, no funcionaría.
—Sé que no harás nada, te falta la… valentía, tal como en el pasado —expuso en un tono bajo, uno que solo Astoria podía escuchar.
—Tres —comenzó la cuenta regresiva.
—Ni creas que me asustarás —gruñó una vez más intentando zafarse de su agarre.
—Dos.
La atención de Marcus estaba en ellas, deseaba saber qué era lo que su Astoria haría si llegaba a uno. De hecho, era consciente de que estaba siendo demasiado paciente, comparándolo con la tarde cuando juró que iba a matarla.
¿Qué era lo que la detenía en ese momento?
—¡Bien! Suéltame y me iré —Soltó de un grito.
—Como quieras, bruja —susurró y la soltó dándole un pequeño empujón antes—. Te acompañaré a la salida.
Mientras Erika caminaba en dirección de la puerta, Astoria le seguía los pasos, estaba pendiente de cada uno de los movimientos de esa arpía ponzoñosa. Le gustaría arrastrarla por toda la casa, eso sí, pero debía mantener la calma si no quería levantar sospechas de lo que haría después.
Con una acción rápida, Erika se dio la vuelta tratando de darle un puñetazo a Astoria. Gracias a sus reflejos, logró detener su golpe sin emplear casi nada de su fuerza, el puño de la bruja estaba cerrado entre los de ella, sus ojos estaban muy abiertos.
En un santiamén, Astoria torció el brazo y usando su propio cuerpo como palanca, la lanzó al suelo. El estruendo que produjo al caer hizo que Marcus se estremeciera sintiendo el dolor por contemplar la escena.
No satisfecha con eso, el brazo de Erika volvió a ser dominado, sin importar la resistencia que mostraba fue incapaz de impedir que su cuerpo se levantara del suelo.
—¿Creíste que estaba bromeando? Te lo diré una vez más, mantente alejada de mi cliente o tendrán que hacerte un reconocimiento en la morgue. Mientras esté cerca, tú mantendrás tu distancia —Hizo más presión en el brazo—. No creas que olvidé lo que hicieron, dile a tu amigo que los haré pagar muy caro.
—Eres una… —Sus palabras se detuvieron al sentir un golpe sordo en su rostro.
—¿Entonces qué eres tú? ¿Debo recordarte las cosas que has hecho, asesina?
El rostro de Erika palideció, así mismo como todo su valor se desvaneció. Su mirada buscó rápidamente a Marcus, quien se encontraba uniendo todas las pistas, la ira se hizo presente. Fue ella, la que hizo que perdieran a su hijo, siempre fue ella.
Fue arrastrada hasta la entrada del departamento, las miradas se centraban en ella. La arrojó como si fuera un trapo lleno de cochinadas, la estampó en la calle y regresó sin siquiera darle un segundo vistazo.
—Así es como se recoge la basura —susurró sacudiendo sus manos al cerrar la puerta detrás de sí.
Marcus estaba al frente, su rostro un poco pálido, un gesto de consternación al haber procesado las palabras de su exesposa. Su respiración era un poco errática, sus manos sudaban, ¿fue la responsable de eso en realidad?
—Astoria…
Fue lo único que logró sacar. Las palabras se le escaparon, el aire le faltaba.
—¿Sí? —dijo con suavidad notando lo mal que se veía ese hombre.
Caminó con lentitud a su dirección, lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos, era mucho qué asimilar para él, su cuerpo estaba paralizado.
—¿Fue ella… todo este tiempo?
Dolor, eso era lo que había en cada palabra que lograba formular.
Un niño podría estar corriendo en esa casa, todo hubiera sido tan diferente si Erika se hubiera mantenido al margen. Si nunca hubiera entrado a sus vidas.
Astoria asintió tragando grueso, no le agradaba que sus ojos estuvieran cristalizados, todo lo que imaginaron para ambos se había ido. Ya no era consciente de sus movimientos, estaba más cerca de lo que planeó al comienzo, sus miradas estaban en la otra.
—Lo siento, debería habértelo dicho antes, pero…
La interrumpió negando con su cabeza, su mano reposó en su mejilla. Su corazón se encontraba hecho papilla, la persona en la que llegó a confiar fue la responsable de quitarle al amor de su vida, a su hijo, a su familia.
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Editado: 02.11.2024